La Zanja de la Ofensa de Tulcán: Las inversiones en muros y zanjas que dividen, tienen el objetivo de aislar y mantener a sus vecinos a distancia. Los gobiernos que las construyen, pretenden alardear poder y notoriedad. Sin embargo, su inutilidad, los ridiculiza. El General americano George Patton, al referirse a la muralla Siegfried, construida por los alemanes en Bélgica, exclamo que era un ¨monumento a la estupidez humana¨. El gasto infructuoso en la zanja de la ofensa, ordenado por la Autoridad Tulcaneña, con el propósito de obstaculizar el comercio informal entre dos pueblos hermanos, no funciona ahora ni funcionará; porque no se puede anular de la noche a la mañana una actividad de la que ha vivido la gente, por siempre. Para solucionar el problema se sugiere: parar de inmediato estas obras; capacitar al pueblo en aspectos tributarios e instalar oficinas de tributos en los pasos de frontera. Solamente, cuando el comerciante informal entienda que el contrabando perjudica al Fisco y crea riesgos en la economía; aprenderá que el comercio formal que paga aranceles e impuestos, permite retribuir de obra pública a todos los ecuatorianos. El Comité de Comercio Exterior, por su parte, debería: fijar nuevos aranceles para desestimular el contrabando. Resulta obvio que la distorsión de precios y los altos impuestos de los productos que se tranzan en la frontera, alientan el comercio informal.
Posted on: Sat, 21 Sep 2013 18:30:49 +0000
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