La camisa de Margarita (parte dos). Margarita gimoteó y se - TopicsExpress



          

La camisa de Margarita (parte dos). Margarita gimoteó y se arrancó el pelo, y si no amenazó con envenenarse, fué porque aún no se habían inventado los fósforos. Margarita perdía colores y carnes, se desmejoraba a vista de ojos, hablaba de meterse a monja. ¡O de Luis o de Dios! - gritaba cada vez que los nervios se le sublevaban, lo que acontesia una hora si y la otra también. Alarmóse el caballero santiagués, llamó a físiscos y curanderos y todos declararon que la unica medicina salvadora no se vendia en la botica. O casarla con el Varon de su gusto, o encerrarla en el cajón. Tal fue el ultimátum del médico. Don Raimundo (¡al fin padre!) se encaminó como loco a la casa de don Horonato y le dijo: -Vengo a que consienta usted en que mañana mismo se case su sobrino con Margarita, porque si no, la pobre muchacha se nos va a la posta (se nos muere). -No puede ser- contestó con desabrimiento el tío-Mi sobrino es un pobretón y lo que usted debe buscar para su hija es un hombre que varee la plata (tenga dinero). El díalogo fué borrascoso, mientras más rogaba don Raimundo, más se subía el aragoné a la parra (obstinado) y ya aquél, iba a retirarse desahuciado, cuando don Luis, terciando en cuestión dijo: -Pero tío, no es de cristianos que matemos a quien no tiene la culpa -¿Tú te das por satisfecho? - De todo corazón tío y señor? -Pues bien muchacho, consiento en darte gusto; pero con una condición, y es esta: don Raimundo me ha de jurar que no regalará un centavo a su hija ni le dejará un real en la herencia. Aqui se entabló un nuevo y más agitado litigio -Pero hombre-argulló don Raimundo, -mi hija tiene veinte mil duros de dote- Renunciamos a la dote. La niña vendrá a casa de su marido nada más que con lo encapillado. -Concédeme usted entonces obsequiarle los muebles y el ajuar de novia. -Ni un alfiler. Si no acomoda, dejarlo y que se muera la chica. -Sea usted razonable, don Horonato. Mi hija necesita llevar siquiera una camisa para reemplazar la puesta. _Bien para que no me acuse de obstinado, consiento en que le regale la camisa de boda y se acabó. Al día siguiente don Raimundo y don Horonato se dirigieron muy de mañana a a San Francisco, arrodillándose para oír misa, y segun lo pactado, en el momento en que el sacerdote elevaba la Hostia divina, dijo el padre de Margarita: -Juro no dar a Margarita más que la camisa de novia, así Dios me condene si perjurare. Y don Raimundo pareja cumpló su juramento; porque ni en la vida i en la muerte dió despues a su hija cosa que valiera un maravedí (moneda de poco valor). Los encajes de flades (hoy Holanda y Bélgica) que adornaban la camisa de la novia, costaron dos mil setesientos duros, el cordoncillo que ajustaba el cuello era una cadena de brillantes, valorizada en treinta mil morlacos. Los recien casados hicieron creer al tío arangonés que la camisa a lo más valdría una onza, porque don Horonato era tan testarudo que. a saber lo cierto, habría forzado al sobrino a divorciarse. Convengamos en que fue muy merecida la fama que alcanzó la camisa nupcial de Margarita Pareja. Espero te aya gustado Jess :) Escrito por Ricardo Palma.
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 03:48:47 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015