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Les dejo un poco más de continuación de esta historia. Las sombras. Quería levantarme temprano para abrir el telón del día con un buen café, pero dormí inalcanzablemente, sin arrepentirme. Se escucharon los vientos macabros golpeando mi ventana, unas ramas le acompañaban, hicieron que abriera los ojos para mirar detenidamente tal sonido espeluznante, mire y volví a dormir unos 15 minutos después de que sonara mi puerta. - Buenos días, Octavio necesitamos hablar. Tocando fuertemente y con una voz fuerte me estorbo el sueño, baje rápidamente por las escaleras. Reconocí fácilmente la voz, era Amelia que desde ayer quería platicarme sobre su nueva composición y su nuevo amante. Abrí la puerta, saque el seguro y como siempre ese sonido obscuro que salía al moverla. - Pasa Meli (así le decía por el afecto que le tenía). - Hola Octavio, apenas despiertas mira la hora, ya es demasiado tarde. Me volví y mire el reloj y eran exactamente 12:25, ya era demasiado tarde y yo medio adormilado. - Si, hoy no trabajo, solo los miércoles descanso y los fines, es muy raro pero así me lo propuso la compañía en la que trabajo, pero pasa no te quedes ahí. Toda la atmósfera de mi casa era una penumbra, las luces apagadas y solo la poca luz que oxigenaba por las ventanas, el frío tocaba todo el cuerpo y las paredes estaban congeladas, llegamos a mi sala y tomamos asiento, preparé un buen café para una extensa charla. - ¿Con dos de azúcar y leche Meli? - No, solo una cucharada y leche, oye ese cuadro que tienes de victoria francés revive un ancestral monstruo de sangre, lo digo porque esa pintura se observan vampiros con un estilo romántico, nunca lo había observado. - Si es un cuadro que compre en la tienda de artes del centro, en lo personal me agradan los vampiros. Ella miro por un rato el cuadro mientras yo serbia el café, creo que mi secreto por lo mundano se había descubierto, aparte de tener el gusto por la buena música, adoraba a los vampiros. - Pues bien, platiquemos sobre tu nueva composición y ese nuevo enamorado. En eso el viento soplo fuerte, las ventanas gritaron su silencio, mi casa parecía una tumba, todo el ambiente frío. - Si, ayer por la tarde mientras escuchaba caer la lluvia y la melancolía abrazaba mi cuerpo, llego de momento un sonido, una fuerte inspiración, era como si esa melancolía se transformara en un gato, en un gato nocturno que maullaba a la luna, se transformaba después en montaña y en bosque, para seguir en un océano tranquilo y terminar de nuevo en un gato negro, a esta nueva composición la llame gato negro. Quise comprender lo que me decía Meli, era una excelente artista y estaba seguro que iba a ser un éxito, ella siempre ha tenido ese gran talento, siempre cuando tocaba su violonchelo, era como si el propio viento hablara a tu oído, aunque a veces tenía sus momentos trágicos y obscuros. - Impresionante tu audaz talento siempre me hace pensar en lo más sublime de la música, espero escucharlo muy pronto. Tomábamos sorbos de café mientras un poco de silencio cruzaba nuestras conversaciones, sus ojos brillaban de emoción, combinando su pálido rostro con el melancólico lugar donde estábamos, mi sala era funesta y solo un foco encendido entre la plena oscuridad de mi casa. - Dime más, quiero escuchar tu noble voz narrar la sucesión de tu obra de arte. - Pues fue algo hermoso y espontaneo, tome mi arco y el violonchelo, toque un poco para afinar y solo así como así me fusione mente y alma, para darle más profundidad a la melodía, tarde solo media hora y ya tenía una nueva melodía. - Maravilloso eres un alma musical, yo quiero contarte un poco de lo que escribo, es una historia de terror. En eso de nuevo soplo el viento, pero esta vez tan fuerte que la puerta se abrió, y entro ese frio grotesco, dando paso al aire fúnebre, me levante rápidamente interrumpiendo nuestra plática, cerré esta vez con seguro. Ya de regreso escuche una voz ligera que dijo mi nombre, muy al fondo de mi casa, sentí un horrible miedo y curiosidad, me acerque un poco, pero pensé, soy un tonto, solo es el viento que sopla demasiado fuerte. Todo parecía agitado, el día nublado con mucho viento, imagínense el frio tenebroso que se avistaba, mis labios congelados se dejaban de entumir cuando sorbía un poco de café caliente. Decidí no preocupar a Meli, mis presentimientos absurdos no eran lógicos, solo era el viento que jugaba bromas. - ¿Escuchaste eso?, dijo Meli - Si descuida el viento se cuela por las rendijas de las ventanas, es común, no tengas temor. Aunque está no era la primera vez que se asimilaba a una voz tétrica y dulce. Consumimos otra taza de café, en la azotea se entonaban melodías macabras, eran esas ramas que raspaban muy cercanamente, tenía tres arboles cercanos de cedro, estos me servían para sombra cuando era tiempo de primavera. - Este café es delicioso Octavio, ahora debes de platicarme sobre tu historia, vamos cuéntame. - Si el café es de lo más exquisito en las temporadas frías. Pues bien, ayer en el trabajo cuando los truenos de la tormenta inundaban Ritchmund, llego a mí una idea de crear una historia de vampiros, creo es momento de decirte que amo a los vampiros, desde lo terrorífico hasta lo más romántico. - ¡wow! Ahora descubro esta nueva fascinación tuya, pero continúa. - Pues veras, llegue a mi casa y prendí dos velas en mi cuarto, y empecé a escribirla, el ambiente era fúnebre, las calles inundadas de demencia, todo era un antifaz romántico, pues el vampiro Lamiad necesitaba de más víctimas para hacer nacer una nueva legión de vampiros. Bueno es un poco de lo que contiene la historia, ya después la imprimo y te la muestro. - Si, se oye macabra tu historia, como siempre Octavio tus historias son muy profundas y terroríficas. La plática prosiguió, las horas mataban la vida, ya daban las tres y ella estaba por irse, así es que nos despedimos, no sin antes vernos mañana en la noche, decidió platicarme sobre su relación amorosa ese día, así es que no tuve ninguna objeción. Aunque tenía compañía la necesidad de sentirme solo proseguía, aparte esa sensación de ser observado me mantenía nervioso desde ayer, todo era bastante acerbo, raro, pero decidimos terminar nuestra conversación y ella se fue cruzando la puerta que hablaba de horrores al abrirse y cerrarse. - Mañana a las 9 en el café diamond, no lo olvides Octavio, recuerda que tocare mi pieza nueva. - Descuida, soy malo olvidando fechas, pero no olvidaré este compromiso. Fue una despedida larga y el viento proseguía, la desolación de las calles persignaban el cielo con un rostro gris y todo se oscureció cuando ella se fue y los gritos de la tarde llegaban a mi morada. Continuará...
Posted on: Thu, 19 Sep 2013 03:54:10 +0000

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