MIENTRAS... Usted se despierta temprano, en su cama luego de un - TopicsExpress



          

MIENTRAS... Usted se despierta temprano, en su cama luego de un sueño reparador. Posiblemente junto a la persona que lo elije, o que usted elije. Se deshace tibiamente de las mantas, no sin cierta pereza. Aún es época invernal y los fríos matinales no provocan una respuesta rápida. Sale de su cama y se dirige al baño haciendo uso de un inodoro que funciona, de una ducha caliente, de un jabón y crema de afeitar, puede secarse con una toalla seca y limpia al igual que vestirse. Elije que ropa ponerse con cuidado, el calzado lustrado, la camisa planchada, el traje impecable; se viste ya espabilado y con premura. Tiene tiempo para saludar a sus hijos, o abrigarlos en la cama porque ellos no se levantan aún. Va hasta la cocina y se prepara el desayuno si no tiene la suerte que otra persona se lo procure. Toma su café humeante en una taza de loza limpia con algunas tostadas, puede escuchar la radio y hasta tal vez informarse de que va el mundo afuera. Necesita leer para saber. Sale en busca de su portafolios, cartera, maletín o como quiera llamarlo a su estudio personal en la casa, nadie puede entrar allí ya que hay temas importantes; busca también las llaves del auto, ultima detalles de la cena que tiene hoy en su casa con gente amiga, busca los libros que debe explicar en la clase de la tarde en la facultad. Sube a su auto y enciende la calefacción, conduce hasta su trabajo pasando -dependiendo del horario- por todos los estados de ánimo: placer, bienestar, incomodidad, ofuscación. No siempre el resto de los conductores andan tan llenos como usted. No siempre el resto es tan bendecido como usted. Ya en la oficina, con la secretaria a mano, se sienta detrás del escritorio lleno de trabajo pendiente que pide a gritos que intervenga, que trabaje, que se dedique. Atiende el teléfono sólo para aquellas llamadas que la secretaria bien entrenada sabe pasar. No siempre el resto tiene la oportunidad de importunar con sus reclamos. Su día laboral promete ser exitoso. Recibe notas y escritos, estudia unas resoluciones, atiende algunos asuntos personales, escribie largamente sobre algunos asuntos que tiene en la mesa. Firma decisiones. Firmó. Firmó por acción y por omisión también; puede ocurrir que algún papel se corra, no lo vea, se le olvide. Termina su jornada laboral en un restaurant de la esquina con otros compañeros iguales de trabajo mientras puede pedir su ensalada naturista preferida y llamar a sus hijos para saludarlos a la salida de la escuela. Sabe que no los verá hasta la noche entonces se adelanta. Pasa la tarde haciendo una visita al colega conocido que además es el compañero docente donde tienen que dar la clase. Conversan y discuten ideas acerca de qué objetivos se proponen, cómo desarrollar el tema y la clase, como interesar a los alumnos. Es una gran preocupación lograr que los alumnos tomen los temas con la seriedad que se requiere. Usted se muestra preocupado ya que este punto le resulta sensible: hay que tener siempre el criterio profesional pero también con un sentido humano. Finaliza la clase y puede regresar a su casa en su auto, otra vez esa sensación confortable. Ahora porque observa el desarrollo de su día plagado de logros tanto personales, familiares como laborales y profesionales. Abrocha la jornada con esa esperada cena familiar en su casa con los amigos que le dan color a su vida; la reunión familiar es lo que le permite sentirse bien, el cumplimiento laboral es lo que le hace sentirse bien, la didáctica que utilizó hoy en la clase le hace sentirse bien, la charla con sus amigos le hace sentirse bien. No hay de qué quejarse; por el contrario casi se siente agradecido de tantas bendiciones: una familia, un trabajo, una carrera docente, buena salud, amigos, pequeños placeres materiales. No repara en el dato que firmó por acción u omisión. No repara en que es lo que firmó. No repara sobre qué asunto firmó. Todos son papeles, todos son objetos. Mientras usted hizo todo eso y tal vez mucho más, el acto de su firma desencadenó otros movimientos desconocidos, pero no por ello no sabidos. Usted sabe que pasa cuando firma, sabe que pasa cuando no firma. De eso es su trabajo, su responsabilidad. Mientras usted llenó su día de actividades y haceres, su firma vació la vida de otro. La vida del otro no es más que hacer nada durante el día, todos los días de la semana porque usted firmó. La vida del otro quedó reducida a un espacio mínimo de subsistencia mientras usted firmó. La vida del otro se vacía de proyecciones porque usted firmó. Y por mas que la vida del otro se proponga llenar sus días con actividades acordes a sus posibilidades, ello está negado porque usted firmó. Tantas vidas que dependen de su firma. Mientras que usted firmó, la vida del otro cae sin escalas. Porque mientras usted cuenta con la familia, trabajo, compañeros, actividades, amigos, la vida del otro no cuenta con nada, no cuenta con otros reaseguros. Su firma calentita en su despacho, en la práctica se traduce en anular la vida del otro. Tal vez tenga un momento antes de dormirse nuevamente en su cama. Tal vez entre los sueños que le llegan como coletazos pueda ver algo de su día. Pero como es de esperar, verá lo que ha visto en el día; si hay un papel que no vió, o que miró pero que no le prestó atención, lamentablemente tampoco lo verá en el recuento de su día. Y tampoco le quedará como tarea pendiente. Y así empezará un nuevo día. Lleno de oportunidades para usted, lleno de vacío para el otro.
Posted on: Thu, 03 Oct 2013 22:37:21 +0000

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