MIÉRCOLES, Septiembre 25 Mateo 5:38-48. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Durante mucho tiempo no entendí este pasaje de Mateo. No tengo muchos enemigos, soy amable, tranquila y algo complaciente. Un día asistí a una conferencia donde sentí que un amigo mío (y un grupo entero de personas que me importan), implícitamente era atacado verbalmente. Sentada en la audiencia, me estremecí con dolor y enojada, y la mal intencionada ignorancia e incompetencia retórica que observé en mis oponentes recién descubiertos, hacían hervir mi interior. Me di cuenta entonces de que, en lugar de orar por su bienestar, debía orar para que recibieran algo del divino sentido común (que, por supuesto, sería bastante parecido a mi forma de pensar). Me di cuenta de que orar por mis enemigos también significa orar por un cambio en mí, y estas palabras del Libro de Oración Común (p. 706) tuvieron un significado profundo: Oh Dios y Padre de todos, cuyo Hijo nos mandó amar a nuestros enemigos: Guíanos a nosotros y a ellos del prejuicio a la verdad; líbranos del odio, la crueldad y la venganza; y, a tu debido tiempo, capacítanos para llegar reconciliados a tu presencia; por Jesucristo nuestro Señor. Amén. ORAR por la Diócesis de Filipinas del Sur (Filipinas) Salmo 119:97-120 * 81, 82; 2 Reyes 6:1-23; 1 Corintios 5:9—6:8
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 11:31:40 +0000
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