Mi hermana me ha pedido que comparta esto con todos - TopicsExpress



          

Mi hermana me ha pedido que comparta esto con todos ustedes..... UNA HISTORIA DE TERROR Este fin de semana fui, junto con mi familia, víctima de un delito contra la salud. Era viernes. Volví de la ciudad de México agotada, había estado ahí 3 días por cuestiones de trabajo. Llegué a comer a casa de mis papás. Todo transcurrió de manera normal; después llegó mi hermano y lo acompañé con un café y un cigarro porque los demás habíamos terminado. -¡Qué bueno estuvo todo! –comentó… Cuando apagué el cigarro empecé a sentir que el corazón se me salía; me costaba trabajo respirar, empecé a temblar incontrolablemente y sentía náuseas. Les dije a mi madre y a mi hermano que seguramente estaba cansada, que me recostaría un rato, pero no pude. El corazón no me dejaba, oía sus latidos y sentía cómo aceleraba más cada vez. Cabe mencionar que no soy una creyente de los médicos ni de las medicinas; sin embargo, me levanté para ir a la Cruz Roja. Hacía mucho tiempo que un malestar no me obligaba a ir al médico “nomás porque sí”, pero tenía mucho miedo; sentía mucha angustia y sólo quería escuchar que no me iba a pasar nada grave… Llegué a la zona de urgencias, la persona que estaba en la ventanilla me preguntó el motivo de mi visita, le conté y de inmediato me recibió una enfermera que tomó los signos vitales. La presión estaba ligeramente alta, eso no era motivo de preocupación, pero sí los 80 latidos por minuto de mi pulso versus los 70 que tiene una persona normal. A pesar de que la enfermera dijo que no parecía nada grave, me pidió que pagara la consulta para que una médica me revisara. En ese momento llegó mi hermano y al escuchar a la enfermera se tranquilizó y me dijo “te llamo al rato, no creo que haya nada de qué preocuparse”. Pagué mi donativo y me senté a esperar… El escalofrío era como si estuviera a 20o bajo cero, no podía parar de temblar… pero tampoco tenía fiebre (motivo por el cual descarté la posibilidad de una manifestación de dengue, muy popular en esta época del año en Cuernavaca). Los otros pacientes me miraban raro: “cómo es que tiembla tanto”, “por qué estará aquí”. Llegó mi turno. Claudia Rodríguez puede pasar. La doctora me abrió la puerta, me preguntó qué me había llevado ahí. Le conté rápidamente y de inmediato preguntó -¿Tomó café? –Sí, claro, un litro (como todos los días, también fumé 15 cigarros –como todos los días- , y estaba estresada – como todos los días). Ninguno de mis hábitos buenos o malos se había modificado en el transcurso de la mañana… pero no dejaba de temblar y el corazón me recordaba que las clases de anatomía eran ciertas, ahí estaba, donde me habían enseñado, lo sentía permanentemente… En un momento, la doctora se bajó los lentes y me preguntó prejuiciosamente -¿Está segura que no consumió NINGUNA otra sustancia? –Si me está preguntando que si consumo drogas, la respuesta es no, solamente las que ya le dije, cafeína y tabaco (y todos los otros químicos que rezan las cajetillas, claro). Me ofreció ponerme suero, aunque burlonamente dijo que mi estado terminaría en cuanto eliminara la cafeína que seguramente se había acumulado, así que daba lo mismo que fuera a mi casa, bebiera mucho agua y reposara, además –agregó, -seguramente está muy estresada, ya no trabaje tanto. Muy bien. Prefiero tomar agua a quitarle el sitio a alguien peor en un cubículo y mucho menos, permitir que me metan algo por la vena, nel, me fui a mi casa… Después de 40 minutos, mi hermano me llamó y me refirió que él se empezó a sentir igual. Le agradecí el gesto de solidaridad y me reí. No le creí, claro; pensé que era sólo esta buena onda de hacerme sentir mejor. Colgamos. El malestar no pasó ni con los ocho litros de agua que me tomé esa tarde, ni con el reposo, ni con nada. Me acosté a las 9, pero no pude conciliar el sueño sino hasta pasada la media noche. Una congoja me recorría, me venían todos los pendientes del trabajo, pero me convenía creer lo que la doctora había dicho. “No me va a pasar nada, es sólo estrés”. Maldije mi trabajo, mis pendientes y mi suerte. En un momento, me puse a llorar y no sabía ni por qué… tenía un ataque de ansiedad… A la mañana siguiente quedé con mi hermano para ir a desayunar. Tenía todavía algo de “temblorina”, los latidos eran menos rápidos, pero todavía anormales. Cuando llegué, mi hermano ya estaba ahí y por fin le creí. Él también temblaba y me dijo que tenía un incipiente dolor de cabeza. “Nos intoxicamos” –me dijo. Comentó que seguramente había sido el hígado y yo me reí. “Bueno, la doctora dijo que todo va a estar bien, así que ya se nos pasará” – le dije. Él tenía que ir a México, así que terminamos de desayunar y nos despedimos. Regresé a mi casa, mejor, pero no bien. A las dos de la tarde fui de nuevo a casa de mis papás. En cuanto llegué les pregunté si ellos se habían sentido bien. Mi padre dijo que no, él también había tenido los latidos, el dolor de cabeza y se había debilitado de las piernas. Esa mañana sintió que no podía estar en pie. Mi madre pasó también mala noche, pero al contrario de los demás, ella sólo había tenido dolor de cabeza. Sin embargo, los pobrecillos pensaron que su malestar era debido a la preocupación que les había causado que yo, por mi propio pie, me hubiera ido a la Cruz Roja porque no me sentía bien. Diagnóstico empírico… intoxicación… por el hígado. Cuando mi hermano volvió de la ciudad, fue directamente a casa de mis padres. Le conté que ellos también habían estado mal y todo lo que ya les platiqué… Comenzó a buscar en internet y encontró lo siguiente: En los años noventa en España se detectaron casos de intoxicación en grupos familiares. Después de muchos estudios y búsqueda de las razones de los síntomas que tuve junto con mi familia (mareos, taquicardia, náusea, cefalea y debilidad corporal), los médicos rastrearon los alimentos que todos estos núcleos familiares habían consumido en común, y encontraron que todos habían comido hígado de res… pero no cualquier hígado, sino vísceras contaminadas con clembuterol: El clembuterol es un fármaco comúnmente empleado en enfermedades respiratorias como descongestionante y broncodilatador. En personas que padecen de desórdenes respiratorios como asma se emplea como broncodilatador para facilitarles la respiración. En 1965, se demostró que animales alimentados con clembuterol, aumentaban la masa muscular y disminuían el tejido graso, junto con aminorar la ingesta oral. Estos efectos son similares a los producidos por otros beta-adrenérgicos como el climaterol, ractopamina o salbutamol. (es.wikipedia.org/wiki/Clembuterol) En condiciones normales el clembuterol añadido a la carne de res no causa estragos en la salud de quienes lo consumen; sin embargo, el hígado es una víscera que filtra y retiene este tipo de sustancias. Es inaceptable que un establecimiento comercial venda este tipo de productos. Es inaceptable que nos obliguen a consumir una droga que puede matar a un hipertenso. Es inaceptable que no podamos decir qué nos metemos y qué no… Es inaceptable. Escribo esto como catarsis. Estoy indignada y, desde luego, al menos levantaré una queja ante la PROFECO e iré con la doctorcita para que tenga la cortesía de no ver con cara de drogadictos a las víctimas de esta clase de abusos. Sobra decir que los exhorto a no comer hígado… ni ninguna clase de órgano filtro (riñones, intestinos) de ningún animal. Pero sobre todo, les pido que vigilen todos los alimentos que consuman y no pierdan la oportunidad de reportarlo. *Si no les ha dado flojera leer todo el cuento, coméntenlo con sus conocidos, si algo así sucede, ya sabrán que no se van a morir, pero sí se la van a pasar de la mierda por lo menos… ¡¡¡dos días!!!! El caso reportado más extremo estuvo en esta condición por seis días… Eso no es justo. Abrazos a los conocidos, Claudia.
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 13:46:57 +0000

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