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Nota enviada por mi amigo y compañero Raúl Enrique Barrandeguy - Presidente de la Comisión de Seguridad Interior de la Honorable Camara de Diputados de la Nación A DIOS ROGANDO Y CON “LA MASSA” DANDO El candidato a diputado nacional por el Frente Renovador de Buenos Aires y actual intendente de Tigre, Sergio Massa recibió en la ciudad cuyo municipio preside al ex alcalde de Nueva York durante los años 1994 – 2001, Rudolph Giuliani, célebre por su política de “tolerancia cero”. La oportunidad, inmejorable en verdad, le permitió lanzar a su vez su propio plan de “tolerancia cero local” por lo que el acontecimiento merece entonces alguna reflexión. Con independencia de las medidas concretas que el alcalde de Tigre propone para mejorar la seguridad en la provincia, el hecho de que las anuncie con la presencia y la aprobación de Rudy Giuliani, una verdadera celebrity en el mundo de la derecha americana nos esta señalando que el intendente Massa comparte las ideas que hicieron tan conocido al ex alcalde Giuliani a quien presenta como una suerte de padrino de sus iniciativas. Y sobre todo demuestra, que el joven intendente pretende –irreflexivamente, buscando algunos votos de extremistas- asociar su figura de luchador implacable contra el delito a la de impenitente racista que supo construirse en America y Europa el ex alcalde de Nueva York. En principio se destaca que Rudolph Giuliani es una figura consular del partido republicano norteamericano por el que incluso en una oportunidad amagó postularse a vicepresidente. Fue colaborador y admirador del presidente Bush, aquel que devastó Irak alegando la existencia de armas de destrucción masiva que de antemano sabía que no existían. Y ya en épocas mas recientes fue asesor de varios gobiernos americanos de derecha contándose entre los clientes de su empresa el potentado mexicano Carlos Slim y en el año 2011, la candidata de ultraderecha a la presidencia del Perú, Keiko Fujimori que entre otras medidas para mejorar la seguridad de los peruanos propuso la amnistía para el genocida de su padre, el expresidentes Fujimori. Todo sin considerar que como fiscal Rudy Giuliani defendió en su momento al gobierno de Haití del sanguinario Jean Claude (Baby Doc) Duvalier, denunciado por inmigrantes haitianos como autor de terribles persecuciones y torturas. ¿Qué les proponía a las derechas americanas todas tributarias del Consenso de Washington el inefable ex alcalde neoyorquino? Les ofrecía sus recetas de “Tolerancia Cero”, un conjunto de políticas urbanas de intolerancia a la pobreza consistente con la idea de que, como bien dice el criminólogo Loic Wacquant, el “Estado providencia” había concluido y debía ser reemplazado por el llamado “Estado penitencia”. Con su antecedente en la teoría de las ventanas rotas elaborada por los criminólogos J. Wilson y G. Kelling, orientó el enorme poder de represión de la criminalidad del Estado de N. York, al que aumentó hasta gastar en él cifras siderales, contra aquellas expresiones delictivas de menor dañosidad propias de la marginalidad y el desamparo. Lava vidrios (trapitos), vendedores ambulantes, pintores de graffitis, músicos y artistas callejeros, consumidores de tóxicos prohibidos, mendigos y sobre todo personas sin techo, todos supieron de lo implacable y brutal de las medidas punitivas de Giuliani. En otras palabras el canon neoliberal de los 90´ requería control y disciplina de los excluidos, de los marginados, de los desesperados. La seguridad se definía como la seguridad de los sectores más aventajados de la sociedad y se construía sobre la inseguridad de los condenados a la miseria. Seguridad para los ricos e inseguridad y temor para los pobres. Esta era la formula que la “tolerancia cero” tomaba de la filosofía de la libertad de los mercados, tan en boga en America y Europa en tiempos de Margaret Tatcher y de Ronald Reagan. La receta no resultó eficaz. Aun en los think tank republicanos se debió reconocer después de un tiempo, que las denuncias contra abusos y atropellos policiales alcanzaron cifras asombrosas y que la policía era vista como enemiga de los ciudadanos pobres y sobre todo de los negros y los inmigrantes, lo que en realidad no favorecía demasiado la seguridad propia de un Estado democrático. Pero los tormentos aplicados en un cuartel de Policía neoyorquino al inmigrante haitiano Abner Louima a quien funcionarios policiales ulteriormente condenados torturaron y sodomizaron en 1997 y sobre todo la muerte del estudiante guineano Amadou Diallo acribillado en 1998 de 40 disparos por policías de la ciudad de Nueva York ulteriormente absueltos por un jurado constituido en Albany para garantizarle a los acusados un juicio justo, dieron por tierra con la supuesta eficacia de la “tolerancia cero”. Es preocupante entonces, que el intendente Massa presente su propuesta en materia de seguridad apadrinada nada menos que por Rudy Giuliani. Y debe llamar la atención de todos quienes creemos que una seguridad genuinamente democrática o sea, una seguridad para todos es posible. Ello para evitar empollar el huevo de la serpiente, siempre más venenosa en los países periféricos que en los centrales, donde la tolerancia cero hoy ya no rinde dividendos. Raúl Enrique Barrandeguy Presidente de la Comisión de Seguridad Interior de la HCDN
Posted on: Wed, 23 Oct 2013 00:53:21 +0000

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