¡Qué gusto atravesar nuestras pampas por tierra! Arrancamos - TopicsExpress



          

¡Qué gusto atravesar nuestras pampas por tierra! Arrancamos viaje a la una y media, llegada prevista a Bariloche al mediodía siguiente: ¿qué son veinticuatro horas en la vida de un vertebrado? Mi vecino es un elegante biólogo finlandés de larga barba blanca, Pertti Saurola, acompañado por su jovial mujer Irene. Le cuento de un documental que ví sobre Olavi Virta, el rey del tango finlandés, me responde en voz baja que él es barítono y que hace unos cuantos años vino a la Argentina a cantar la Misa Criolla, de Ariel Ramírez. Hasta me cuenta, conmovido, que al día siguiente de aquella función una mujer lo había reconocido por la calle. Impiadoso, le aclaro que éste es un país de fama rápida. Irene desplegó un mapa de la Argentina, le explico la diferencia que hay entre la pampa y La Pampa. Pasando Cañuelas mira por la ventana y me sonríe, poseída por la llanura. Ambos están invitados a la Conferencia Mundial de Aves Rapaces. El conurbano y su parafernalia preelectoral quedaron atrás: mi retina, que ya no aguantaba la cara de ganso de Sergio Massa, contempla aliviada el despejado vuelo de las garzas. El silencio se te hace paisaje, solo queda este pedazo de carne humana que respira suavemente y se deja acariciar por el sol a través de la ventana. Pienso en el dolor anónimo, ese movimiento perpetuo y ensordecedor. Pienso en la belleza especial que hay en el rostro de un desconocido, en el rostro de un niño como éste, que vuelve en bicicleta a su casa de Monte, levantando un polvo bárbaro. El rostro humano es eso, eso que a la nada le agrega expectativa. En su tan pura mansuetud, el atardecer pampeano le prende fuego al tedio semifilosófico de cualquier viajero: el cielo en erupción te manda a callar, a dejar de hablar pavadas, y a dormir. Obedezco, chocho. Me despiertan en Piedra del Aguila, ya falta poquito pero la frutilla del postre siempre es una rubia clase media que preparó sus preguntas durante la noche y te agarra al desayuno. Su curiosidad es más cristalina que el Río Limay, no se las aguanta y me pregunta sobre los finlandeses, que subieron al primer piso con los binoculares. Amanecí de tan buen humor que disfruto su amable necesidad de contarme su vida entera. Ya estoy en la ducha del hotel Sunset, prendí el televisor y mientras me saco la roña ante el Nahuel Huapi, escucho que suena de fondo la marcha. ¡Feliz día de la lealtad!
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 17:30:09 +0000

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