Reflexión extraída de la homilía de Mons. Roberto Juan González Raeta correspondiente al XXXIº Domingo durante el año - 03/11/2013: “El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 10) En el Nuevo Testamento, la insistencia de Jesús en la predilección divina por los pecadores es impresionante, y el episodio de Zaccheo es sumamente significativo: Dios quiere que todos se salven, aún los pecadores más obstinados, porque sobre todo por ellos ha venido. Hermanos, Zaqueo estaba en la periferia del amor de Dios, a la que el Papa tanto se refiere y que no debe ser concebida desde la ideología, que discrimina y hace acepción de personas, como cuando hacemos, en las actividad apostólica, opciones excluyentes. La ideologización del mensaje evangélico se verifica desde el inicio, pensemos como criticaban a Jesús porque iba al encuentro de prostitutas y publicanos o gente adinerada. La ideologización supone la interpretación del evangelio desde los criterios del mundo, desde la sociología, la psicología, la economía o la política. La ideologización de la pastoral, también es expresión de la mundanización de la mente y del corazón, es decir pensar la evangelización con criterios del mundo y no con criterios evangélicos. Esta mundanidad apostólica, “¡Mata el alma! ¡Mata las personas!, ¡Mata a la Iglesia!” (Francisco en Asís 4. X. 2013). El Señor sale al encuentro de Zaqueo y de todos. “Dios te espera: Dios te abraza, te besa y hace fiesta” (Francisco 2. X. 2013). Dios no margina, no discrimina, no ningunea. Testimonio de esto es el episodio que hoy nos relata el evangelio, en el que “el mar de la misericordia ha roto sus diques para lavar las culpas de Zaqueo. La gracia ha vencido la culpa, el culpable se ha levantado sin sufrir condena” (Cirillona, poeta del siglo IV, Hymn. in convers. Zacch., passim). Pidamos al buen Dios que anunciemos el evangelio a todos, que la invitación a seguir a Cristo sea amplia; que se extienda a todos, también a los que no tienen habitual relación, ni amistad con la Iglesia, porque ninguno, como Zaqueo, desea considerarse desheredado de la luz y la paz de Cristo (Cfr. Montini, Milán 1957).
Posted on: Sun, 03 Nov 2013 09:46:33 +0000