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SU FE SUPERO UNA PRUEBA DIFICIL DEBERIAMOS dar nuestra devoción a Dios, o al país en que vivimos? Muchas personas responderían: “Yo reverencio a ambos. A doro a Dios según los dictados de mi religión, a la vez que prometo lealtad a mi patria”. Puede que la línea que divide la devoción religiosa y el patriotismo parezca difusa en nuestros tiempos, pero en la antigua Babilonia prácticamente no existía. De hecho, tan entrelazados estaban los ámbitos civil y sagrado que a veces era imposible distinguirlos. “En la Babilonia de la antigüedad ---escribe el profesor Charles F. Pfeiffer---, el rey era tanto Sumo Sacerdote como mandatario civil. Efectuaba sacrificios y determinaba la vida religiosa de sus súbditos.” Pensemos en el rey Nabucodonosor. Su mismo nombre significa “! Oh Nebo, Protege al Heredero! ”(Nebo era el dios babilónico de la sabiduría y la agricultura).Nabucodonosor fue una persona profundamente religiosa. Como ya se ha mencionado, construyo y embelleció los templos de numerosos dioses babilónicos, y sintió una devoción especial por Marduk, al que atribuía sus victorias militares. Asimismo, parece ser que confiaba mucho en la adivinación para trazar sus planes de batalla.(Ezequiel 21:18-23). Verdaderamente, en Babilonia la religión dominaba toda esfera de la vida. La ciudad presumía de tener más de cincuenta templos, en los que se adoraba a una amplísima variedad de dioses y diosas. Entre estos figuraban la triada de Anu (dios del cielo), Enlil (dios de la tierra el aire y la tormenta) y ea (dios de las aguas). Otra trinidad era la compuesta por Sin (el dios-luna),Shamash (el dios-sol ) e Istar (la diosa de fertilidad). La magia, la brujería y la astrología ocupaban un lugar destacado en la religión babilónica. Vivir entre personas que veneraban a muchos dioses presentaba un autentico reto para los judíos desterrados. Siglos antes, Moisés había advertido a los israelitas de las nefastas consecuencias de rebelarse contra el Legislador Supremo. Les dijo: “Jehová te hará marchar, a ti y a tu rey que establecerás sobre ti, a una nación que no has conocido, ni tu ni tus antepasados; y allí tendrás que servir a otros dioses, de madera y de piedra” (Deuteronomio 28:15, 36). Los judíos se hallaban entonces precisamente en esa situación. Les resultaría difícil mantenerse íntegros a Jehová, sobre todo a Daniel, Hananías, Misael y Azarias, pues a estos cuatro jóvenes hebreos se les había seleccionados especialmente para educarlos como funcionarios del gobierno (Daniel 1:3-5). Recordemos que llegaron al extremo de ponerles los nombres babilónicos de Beltsasar, Sadrac, Mesac y Abednego, probablemente para facilitar su adaptación al nuevo ambiente. La posición encumbrada de estos hombres haría que su negativa a adorar a los dioses del país fuera notoria e incluso se viera como una traición.
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 02:04:33 +0000

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