Sumido en pleno declive artístico y emocional, Marvin Gaye estaba convencido de que existía una conspiración para asesinarlo. Instalado cómodamente en el hogar familiar, se empolvaba la nariz a ritmo de vértigo, sin abandonar jamás su revólver. Eso sí, ya no vestía chaleco antibalas sino un cómodo albornoz. Gaye bajó la guardia porque ni en su más alucinada paranoia sospechó que sería su padre quien apretara el gatillo.
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 03:19:23 +0000