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TITULO: BOSQUE EMBRUJADO, AMANECER EN EL ATARDECER. "Ellos se encontraron una tarde en el bosque. Era una tarde como cualquiera para cualquier persona, pero no para ellos, esa fue la tarde más maravillosa de sus vidas. Se divisaron a la distancia uno al otro, sincronizados, emocionados. Las retinas de ambos se abrieron levemente para apreciarse mutuamente, fue un zoom automático en el cual enfocaron y concentraron su mirada uno en el otro. Estaban a unos doscientos metros de distancia. Él sobre la copa de un árbol caído, tendido en el suelo, que permitía cruzar el riachuelo. Ella, adentrándose al bosque mientras contemplaba la belleza de la Naturaleza, de los matorrales y desplazando con sus manos suavemente cada hoja de los arbustos que dejaba atrás. De pronto en ambos se produjo algo asombroso, impensado, desconocido, que les erizó la piel simultáneamente: tanto sus miradas como sus pies no comprendían bien qué ocurría ¿por qué sus cuerpos no obedecen a su cerebro y no pueden seguir caminando?, ¿qué tipo de brujería era la que no les permitía despegar la mirada el uno del otro? Ambos pensaron lo mismo, en la peor brujería de todas: amor!. Después de unos segundos transcurridos él terminó de cruzar el río de agua cristalina, de hecho aún se divisaban unos salmones que iban río arriba. Se le acercó lentamente a la chica, ella aún impávida no atinaba a nada, sus pies aún no reaccionaban, al menos sus ojos se movían y podía pestañear, pero seguía embrujada por ese hechizo de amor -pensó-. Llegaron a estar uno frente al otro toda una eternidad y eso que tan sólo transcurrieron treinta y tres segundos en los cuales él estuvo cara a cara frente a ella, a esa chica desconocida, pero a la vez tan conocida, como si la conociese de toda la vida. Ella fue la primera en hablar, con una voz temblorosa y las manos sudorosas pronunció un cuando en ese momento se le cortó la voz y no pudo decir más. Él entendió lo que le ocurría a esa chica, le estaba experimentando lo mismo que él, sentía la misma sensación: se le salía el corazón del pecho, sus piernas bailaban al son de una melodía cálida, dulce. Inmediatamente al comprender, reaccionó y arguyó un . Bastaron esas palabras, no debía decirse más, no sentían la necesidad de una conversación más profunda o presentación más formal, ambos sabían que se conocían desde siempre, sólo que era la primera vez que se miraban las caras, pero no sus corazones. Esa tarde en el bosque fue inolvidable, algo mágico. El comienzo de una nueva historia para cada uno de ellos, el comienzo de su historia juntos, ya no hablarían más como individuos, sino como almas enamoradas, indivisibles, compenetradas. El bosque fue testigo del nacimiento de un amor, así como nacen hojas nuevas cada primavera, esta vez surgió un vínculo en el cual la Naturaleza fue el juez divino, donde comenzó todo. Esa tarde de primavera fue el comienzo del cuento que todos desean vivir, pero sólo unos pocos experimentan y llegan a sentir con frenesí, con tanta euforia que sientes cómo todo se vuelve un cuento, todo está encantado e impregnado de hechizos y magia blanca....en otras palabras, todo se impregna de amor. Aquella tarde, justo cuando comenzaba a ponerse el sol ambos sintieron que comenzaba el amanecer, se ocultaba el sol pero emergía una luz aún más intensa, aún más radiante. Era la luz de su conexión que brillaba y se proyectaba por todo el bosque, entre los arbustos y plantas, entre las hojas secas del bosque e incluso en el río, o las hormigas e insectos que vivían allí. Esa tarde fue un todo un acontecimiento en el cual ambos comenzaron a verse de una forma distinta, ya no por separado, sino como unidad, uno en el otro y el otro en uno: ella en él y él en ella. Esa tarde fue comienzo, amanecer, no atardecer..." William Osorio Nicólas
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 03:52:09 +0000

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