VIII ENCUENTRO NACIONAL: APORTE P. MARIO BISSARO PRESENTACIÓN - TopicsExpress



          

VIII ENCUENTRO NACIONAL: APORTE P. MARIO BISSARO PRESENTACIÓN MOTIVADORA. 1- Qué es la Vida Digna traída por Jesús de Nazaret? 2- como se ha construido o destruido la vida digna querida por Jesús en nuestra Argentina. 3- Qué aporta la experiencia de Nazaret a la búsqueda y construcción de una vida digna? 1.- LA CRISIS GLOBAL Creo que para poder entender el contexto en el cual estamos inmersos es necesario mirar más allá de la Argentina y tomar conciencia de que somos parte de un mundo globalizado y cada vez más transformado en una “aldea mundial”. Y en ella nos hallamos atrapados por un poder cada vez más enorme, una bestia, como describe el libro del apocalipsis capaz de todo, siete cabezas, diez cuernos, con la cola barre la tercera parte de los astros del cielo.Estamos en medio del enfrentamiento entre la vida y la muerte. Las vida aparece hermosa, pero débil y frágil; la muerte aparece como una fuerza horrorosa y poderosa. En la confrontación entre la vida y la muerte, sin embargo, lo que triunfa es la vida. Estamos inmersos en la tiranía del sistema financiero económico mundial actual. Vivimos las consecuencia de una decisión mundial, de un sistema económico que lleva a esta tragedia. Un sistema económico que tiene al centro un ídolo que se llama dinero. El ídolo que nos quiere robar la dignidad y los sistemas injustos que nos quieren robar la esperanza. (Mons. Romero) ATRAPADOS EN UNA CRISIS GLOBAL Esto es lo que hay que captar bien, la historia de la humanidad se encuentra en estos momentos atrapada en un sistema económico y financiero generado básicamente por el capitalismo neoliberal. Este sistema en todos estos años ha logrado imponer, sin que nos diéramos cuenta, su dictadura prácticamente en todo el mundo y está condicionando decisivamente el futuro de la humanidad. Alimentado por un deseo insaciable y absurdo de riqueza este sistema ha logrado pervertir la economía, de tal forma, que lo que busca, no es ya la producción de bienes y servicios para la comunidad humana, sino acumular riqueza y siempre más riqueza y siempre en manos de las minorías más poderosas de la tierra. Este sistema, por otra parte, tiene su lógica, no soporta ningún control que pueda limitar su voracidad. Promueve en todo el mundo la competitividad y anula las posibilidades de cooperación tan necesarias y cada vez más en el mundo. Al mismo tiempo hace imposible echar las bases políticas y éticas de cualquier proyecto de organización mundial. Además, esta crisis se está produciendo en el seno de otras dos crisis más graves, unacrisis social y humana, y que en buena parte están generadas por el mismo sistema: 1) dos tercios de la humanidad se está hundiendo progresivamente cada vez más en la miseria, la destrucción y el hambre, excluidos cada vez más del poder económico, científico, y tecnológico. 2) el sistema de producción y de consumo sin límites nos lleva hacia el precipicio. Ello no es sostenible en una tierra pequeña y limitada. La degradación creciente del equilibrio ecológico nos está conduciendo día a día hacia un futuro incierto de vida planetaria y del destino del ser humano. Podemos decir, entonces, que esta crisis no es sólo económico financiera, es crisis de humanidad y así la tenemos que vivir. El sistema que está conduciendo en este momento la marcha del mundo es objetivamente inhumano, la historia está en manos de un poder inmoral que conduce a una minoría de poderosos a un bienestar insensato, deshumanizador. Y las soluciones que se nos presenta son falsas porque están pensadas sólo para salvar al sistema que nos ha traído la crisis. Y no se están dando pasos hacia un sistema diferente teniendo en cuenta el bien común y compartido del ser humano en la tierra. Los poderosos que hoy nos dominan y dominan el mundo resuelven siempre sus crisis sordos al clamor de los hambrientos y ciegos ante la desbastación creciente del planeta. Todo se sacrifica a un ídolo, el dinero. “No sabemos a dónde vamos, sino tan sólo que la historia nos ha llevado a este punto”. 2.- DEGRADACIÓN POLÍTICA DE LA CRISIS ECONÓMICA Golpeados por esta crisis, absorbidos por problemas estructurales que no se han resuelto, recortada la posibilidad de seguir endeudándonos hacia el exterior y sobretodo atrapados por la especulación y la corrupción de importantes entidades financieras, estamos experimentando desde dentro no solo la crisis sino al mismo tiempo, la degradación sociopolítica de la crisis, que nos hace ver en toda su crudeza el sufrimiento humano, el daño social, la destrucción sistemática de la democracia, y el crecimiento de lo que genera el dinero convertido en poder opresor sin ningún control político. Al mismo tiempo experimentaremos con mayor fuerza y con un futuro incierto como nuestra crisis gestionada desde una ideología neoliberal va a ir generando ante nuestros propios ojos el crecimiento severo de la pobreza. Veremos cómo irá creciendo de forma sangrante la desigualdad entre ricos y pobres. Y al mismo tiempo vamos a ir constatando como se deteriora los pilares del modelo social vigente con una decadencia de los derechos básicos. Como se va debilitando la defensa del bien común, de la protección social y como se va a ir dañando la cohesión social. Ante esto ¿qué nos puede aportar Jesús? 3.- EL IMPACTO PROFÉTICO DE JESÚS Lo primero que tenemos que captar, de lo que tenemos que tomar conciencia es del impacto profético de Jesús. Jesús no es un sacerdote del templo. Dios no se ha encarnado en un sacerdote consagrado a cuidar y promover una religión. Nadie confundió a Jesús tampoco con un maestro de la ley dedicado a defender un marco legal. Los campesinos de galilea ven en los gestos y las palabras defuego de Jesús la actuación de un hombre impulsado por el espíritu profético, los evangelistas señalan continuamente que el pueblo decía cosas como estas, ¡un profeta grande ha surgido entre nosotros!, ¡en Galilea!, ¡algo sorprendente!, los grandes profetas nacían en Jerusalén o en su entorno. Jesús como los profetas de Israel, no forma parte de la estructura política y tampoco del sistema religioso del templo. Su autoridad proviene de una experiencia de Dios empeñado en guiar a sus hijos e hijas por los caminos de la justicia. Veamos rápidamente la situación histórica en que vive Jesús. Esto nos da una luz enorme, el simplemente situar bien a Jesús. Cuando Jesús, hace su aparición en los años treinta, el emperador Tiberio controla sin excesivos problemas prácticamente el mundo entonces conocido. Son las legiones las que imponen la “pax romana”, ya se sabía usar el lenguaje eufemista, lo que imponían es la sumisión al imperio de Roma con una tributación implacable. Jesús está en Galilea. En Galilea Herodes Antipas, al servicio, rey vasallo de Roma y los poderosos terratenientes de Séforis y de Tiberíades explotan a los campesinos de las aldeas sin que nadie los pueda defender. No hay sistema jurídico de defensa, son nadie. Y por otra parte los dirigentes religiosos de Jerusalén hace tiempo que se ha desentendido del sufrimiento de las gentes. Y todavía más, no sabemos cómo lo hacían, presionaban al pueblo para que además de todos los tributos a Roma, a Antipas, etc. los diezmos y primicias eran para el templo. El templo de Jerusalén, no era como una catedral, las áreas más importantes eran grandes almacenes donde se recogía el grano, etc. Esta es la situación cuando aparece Jesús. Roma, el imperio, pretende que la “pax romana”, sea la pax definitiva. La historia ya ha llegado al punto definitivo, ya no hay más, sólo la pax romana. La religión del templo defiende que la ley de Moisés interpretada y explicada según las tradiciones, es inmutable, eterna. Mientras tanto los últimos, los excluidos del imperio y los olvidados por la religión, están condenados a vivir su pobreza sin esperanza, ¡esto es tremendo!, sin esperanza alguna. Se pueden introducir algunos cambios de mejora en la “pax romana”, se puede cumplir de una manera más escrupulosa la ley de Moisés, ahí andan los escribas y fariseos con esas cosas. Pero nada decisivo cambia para los pobres. El mundo no se hace más humano, ni desde el imperio ni desde la religión del templo. En esa sociedad y en esa religión, no es posible imaginar siquiera un mundo nuevo. No se sabe de dónde ni cómo podría brotar una esperanza para los pobres en esa sociedad indiferente que los abandona a su suerte. Sustituyamos Roma por el imperio económico financiero actual y el Templo por una religión cristiana que ha perdido su espíritu profético, desde ahí no se sabe ni desde dónde, ni cómo puede haber una esperanza para los últimos de la tierra. Qué es lo que hace Jesús, y esto es importantísimo, porque esto no logramos hacer los cristianos, romper ese mundo cerrado introduciendo una novedad profética. Con una audacia desconocida Jesús empieza a gritar algo como esto ¡ya está aquí el Reino de Dios! ¡Ya está aquí Dios con su fuerza creadora de justicia tratando de abrirse camino entre nosotros para humanizar la vida, para humanizar la historia! En todo el mensaje de Jesús está latente, y en su actuación, este mensaje subliminal: esa política imperial que no admite una crítica de fondo, esa religión del templo segura de sí misma, y que ni siquiera sospecha la verdadera interpelación de Dios desde los pobres ¡no están respondiendo a la verdad del Padre! Se rompe así el esquema, hay alternativa. Para empezar a entender el evangelio y no hacer cualquier cosa y para empezar a entenderle a Jesús. Es necesario comprender que Jesús no ha dejado en herencia propiamente una doctrina religiosa desde la que se puede extraer principios y luego una doctrina social. Lo que aporta Jesús desde su experiencia profética es primero un horizonte nuevo para enfrentarnos a la historia. Un nuevo paradigma para humanizar la vida. Un marco para construir un mundo más digno y dichoso. Sintetizando podemos decir que Dios se ha encarnado en esta figura humana, en un Jesús que irrumpe en la historia con una llamada a vivir de una manera alternativa, experimentándolo a Dios no de cualquier manera, no como se lo experimenta en el templo, sino experimentando a Dios como una fuerza que nos está atrayendo a todos hacia un mundo más justo y más humano. Captemos bien esto, el mensaje de Jesús, no proviene del interior del sistema imperial, no viene tampoco de la institución del templo. Camina como un indigente, libre por medio de Galilea y según Marcos comunicaba labuena noticia de Dios, un Dios nuevo y bueno. Y venía a decir esto, el tiempo se ha cumplido, no miren para tras, no son dignos del Reino de Dios si miran para atrás. El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en esta buena noticia. Esto que Jesús llama Reino de Dios, no es una religión, es mucho más, va más allá de la creencias, preceptos y ritos de cualquier religión convencional. Es una manera nueva de entenderle y vivirle a Dios que nos obliga a vivir la historia de otra manera. ¡Está cerca el Reino de Dios!, aquí Jesús está diciendo esto, el misterio último de la realidad que los creyentes llamamos Dios, es una presencia cercana, amistosa que está buscando abrirse camino en el mundo para humanizar la vida. Nosotros podemos buscar a Dios en el sagrario, la biblia… Jesús lo experimentaba a Dios tratando de entrar en el mundo para hacerlo más humano, nunca Jesús separa a Dios de su proyecto de transformar al mundo. Es posible un mundo más justo y más humano precisamente porque es Dios el que los quiere así. Y el que está atrayendo las conciencias hacia ese gran objetivo. Por lo tanto, primero, no es verdad que la historia tenga que discurrir de forma inexorable por los caminos de sufrimiento y de muerte por donde la tratan de llevar los poderosos. Todo esto lo tenemos que concretar. Tenemos que convencernos que ser seguidor de Jesús, profeta y de un Dios encarnado en un profeta y en una vida profética, es vivir buscando siempre, en donde estemos y en donde actuemos, formas alternativas de una vida más justa y más humana. ¡Conviértanse! Cambien de manera de pensar y de actuar. Dios no puede, Jesús es realista, Dios no puede cambiar el mundo sin que cambiemos nosotros y su voluntad de humanizar la historia se va haciendo realidad en nuestra respuesta a su proyecto. Por eso hay que despertar en laIglesia y en todos nosotros la responsabilidad pero con esperanza. Es posible dar una dirección nueva a las energías de la humanidad. Por qué, porque Dios nos está atrayendo hacia un mundo más humano. Y se nos está pidiendo ser protagonistas de una historia más feliz, más digna pero lo tenemos que hacer desde esta actitud. Atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema, para entrar en la lógica y la dinámica del Reino de Dios.Las cosas son muy claras, la ciencia no tiene conciencia, la economía no tiene compasión, los dogmas del capitalismo neoliberal son inhumanos ¡ya sé cómo me tengo que situar!Sé que acoger el Reino de Dios es dar pasos en una convivencia mundial más humana en otra dirección y hay creer en esta buena noticia. Hemos de tomar en serio primero esta gran noticia, pero que nos llega desde fuera del sistema y desde fuera de la religión del templo, del orden, de la ley, del sábado, etc. Tenemos que creer en el poder transformador que tiene la humanidad y los seres humanos que están atraídos por Dios a una vida más digna. No estamos solos, Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que sufren y la indignación de los que reclaman justicia. Lo que necesitamos es profetas del Reino, varones y mujeres indignados, centinelas, vigilantes, colaboradores incansables del Reino, porque podemos empezar a escribir el relato de una nueva historia aunque solo nos quedemos en los primeros trazos. En esta crisis lo primero que podría ser como un impacto para nosotros, es que creo que se nos está pidiendo y es la llamada de Jesús, recuperar el proyecto del Reino de Dios en la Argentina. Y esto significa actuar en medio de la crisis, no como cristianos miembros de una religión convencional preocupada de sus propios problemas religiosos, sino viviendo desde el movimiento profético de Jesús. Para ello vamos a escuchar tres gritos proféticos de Jesús: 1.- ¡NO PUEDEN SERVIR A DIOS Y AL DINERO! El dinero convertido en ídolo absoluto es para Jesús, no un enemigo sino “EL enemigo” del proyecto del Reino de Dios, de ahí su grito provocativo, no pueden servir a Dios y al dinero. La lógica de Jesús es aplastante, Dios no puede ser Padre de todos sus hijos e hijas sin reclamar justicia para aquellos que son excluidos de una vida digna. Por eso no pueden servirle quienes, dominados por el Dinero, hunden injustamente a sus hijos e hijas en la miseria y el hambre. Si estamos dominados por el dinero olvidándonos de los últimos de la tierra, no podemos servir a Dios. a) El ansia de acumular: Impulsado por la ideología neoliberal, el dinero que desde siempre estaba dominando ya la cultura. Se ha convertido en nuestro mundo globalizado en el ídolo que tiene el mayor poder en el mundo. Un ídolo que para subsistir exige y exigirá cada vez más víctimas y seguirá deshumanizando cada vez más a quienes les rinden culto. Jesús no utilizó un lenguaje moral para criticar a los ricos. Les insultó, les dijo “son necios”, “lo más insensato de Galilea”, “absurdos”, que no hacen más que construir graneros cada vez más grandes para almacenar sus cosechas pensando sólo en su bienestar y ridículos porque no pueden ni siquiera sostener su vida y su salud. Es irracional, según Jesús, e insensata la lógica que impone el capitalismo neoliberal, que es agrandar y seguir llenando los graneros. Porque empuja a los pueblos a acumular insaciablemente, nos empuja a todos a anhelar bienestar, pero lo hacen por una parte generando hambre, pobreza y muerte y por otra deshumanizándonos a todos. Hoy la historia se está organizando, se está moviendo,dinamizando sólo desde la lógica del dinero. Todo, es poco para estar satisfechos. Y nos están empujando a pensar que no podemos vivir bien si no es con más productividad, más consumo, más bienestar, más petróleo, más tecnología, y en el fondo más poder sobre los demás. Cuídense de la codicia decía Jesús. Nos quería proteger a la humanidad, aunque tengan abundancia de bienes la vida no la tienen asegurada. La lógica del poder del dinero es imperialista. Los grandes poderes financieros siempre necesitan más, y además se creen con derecho a tenerlo y se les borra del horizonte todos los demás derechos y todo si les dejamos pasivamente que sigan todo queda sometido a la producción de más riqueza para los más poderosos. b) La abolición del ser humano Jesús habla del dinero con un lenguaje muy duro. Lo llama prácticamente siempre(así aparece en todas las tradiciones evangélicas que nos han llegado) dinero injusto, riqueza de iniquidad, inicua, y no sólo porque ha sido obtenida de manera injusta sino sobre todo porque genera una sociedad inhumana, injusta. Y siempre es así, también hoy. El imperio del dinero está introduciendo una fractura en la comunidad mundial porque está concentrando el poder y el bienestar en las manos de unos pocos poderosos. No piensan en el bien común de la humanidad. Los mercados, no solo se han convertido en centro de poder cada vez más ajenos al bien común, sino que ahora las crisis nos van abriendo los ojos y vamos a ir descubriendo que hasta destruyen las instituciones democráticas que representan a los pueblos. Porque los gobiernos políticos promueven leyes y estrategias sometiéndose dócilmente a los grupos financieros. Cada vez más los políticos entienden menos de las necesidades reales de las gentes. En el mundo financiero de los grandes números, los seres humanos, con sus dramas, sus aspiraciones, sus miedos han desaparecido. Están sustituidos por las cifras. El ser humano ha desaparecido de la economía neoliberal. Todo está sometido al poder irracional del dinero. En la crisis cuando se ponen a ver las cuestiones para buscar una resolución de las mismas y aparecen factores como el hambre, falta de energía, la insostenibilidad del planeta, etc a esto lo llaman factores externos, no pueden ser considerados para resolver la crisis. No le des nunca al César, lo que es de Dios. Estas palabras son las que más hemos distorsionado del pensamiento de Jesús. Un profeta que vivió dedicado no precisamente al César de Roma sino a los empobrecidos y excluidos del imperio romano. Dios se ha encarnado en una persona sin papeles, nadie tenía papeles en Galilea, no eran ciudadanos romanos, no era nada. Pilatos hizo un juicio que no sabemos cómo lo hizo porque no necesitaba juicio para crucificar ni a Jesús ni a nadie. Nadie le podía decir nada porque tenía el “imperium”. No, en ningún momento está Jesús pensando en Dios y el César como dos poderes que pueden exigir cada uno al mismo nivel lo suyo, sus propios derechos a sus súbditos. No, ¿qué puede tener el César que no sea de Dios? La idea de Jesús es, del César si acaso puede ser suyo algo, es el dinero injusto y todas sus injusticias. Pero no den a ningún César lo que es de Dios. ¿Y qué es de Dios? Jesús lo repite en todo el evangelio, los pobres son los predilectos del Padre, a los pobres pertenece el Reino de Dios. Y si algo hay que hacer en la Iglesia, este es el mandamiento primero de Jesús, no permitir que se sacrifique la vida y la dignidad de nadie a ningún poder político, económico, financiero o religioso. Que nadie abuse de ellos, esta sensibilidad hay que tener antes de hablar de doctrina social de la Iglesia. Que nadie abuse de ellos, que no puedan contar nunca con ningún seguidor de Jesús, ningún César; que nunca cuente ningún César con nosotros. Hoy el sistema financiero es en estos momentos el poder que sacrifica más vidas, que causa más sufrimiento, hambre y destrucción humana, más que cualquier otro poder. Este es el pecado mortal con mayúsculas, el verdadero pecado que hay en el mundo. Desde su inmenso poder los grupos financieros de mayor poder, las grandes corporaciones, las multinacionales más poderosas han conquistado el poder mundial pero de espaldas totalmente a cualquier preocupación por las víctimas. Por eso no seamos ingenuos, nos preocupa la crisis, pero no perdamos de vista la raíz de la crisis global, es una ilusión que salgamos adelante si no se controla las finanzas mundiales, si no se acaban con los paraísos fiscales (40000 entidades bancarias están registradas en estos lugares), si no se instala una política nacional e internacional para una distribución más justa de las riquezas, si no se lucha eficazmente contra la impunidad y las especulaciones no hay salida posible. Hemos de tomar conciencia los cristianos de que el imperio del capitalismo neoliberal es el poder que más radicalmente enfrenta al Reino de Dios. Esto nos tiene que obligar a los cristianos a recuperar de una manera bien práctica y concreta el proyecto profético de Jesús. 2.- ¡SEAN COMPASIVOS COMO EL PADRE DE USTEDES ES COMPASIVO! a) la herencia de Jesús. La herencia de Jesús no es la compasión sin más, sino la compasión que exige la justicia debida al pobre. Jesús capta y vive la realidad insondable de Dios como un misterio de compasión. Lo que le define a Dios no es el poder, para Jesús Dios es un misterio de compasión, lo que le define a Dios no es el poder sino sus entrañas de padre-madre, la compasión es la manera de ser de Dios, su manera de mirar de reaccionar ante sus criaturas. Esta es la experiencia decisiva de Dios que Jesús comunica en sus parábolas y en su trayectoria profética. El vivirle a Dios como compasión es lo que los hace a Jesús ser tan sensible al sufrimiento y a la humillación de la gente. El Dios del templo, el Dios de la ley, el Dios del orden, el Dios del culto y del sábado nunca habría generado la actividad profética de Jesús como curador de la vida y defensor de los últimos. Por eso en el cristianismo deberemos de recuperar un dato de importancia suma, la primera mirada de Jesús no se dirige al pecado del ser humano, sino al sufrimiento de la gente. Por eso el gran pecado contra el proyecto de Dios consiste en resistirnos a tomar parte en el sufrimiento de los demás. Encerrarnos en nuestra propia “felicidad”. Desde esta experiencia radical de la compasión de Dios, Jesús va a introducir en la historia un principio decisivo de acción. La espiritualidad vigente en Galilea, en Judea estaba regido por este principio (libro del Levítico 19,2) “sean santos como Dios es Santo”, pero Jesús introduce intencionadamente y para siempre otro principio: “ustedes (les está hablando a sus seguidores) sean compasivos como el Padre de ustedes es compasivo” (Lc.6,36). Esta es una verdadera revolución de las conciencias ¿a dónde lleva el buscar santidad institucional? ¿A dónde lleva? A la santa sede, la santa madre iglesia, los santos padres, las santas madres, las santas comunidades, podemos decir todo… ¿a dónde lleva? Es la compasión activa y solidaria la que nos puede conducir a un mundo más digno y dichoso para todos. Por eso la compasión no es una virtud más, es el único camino para reaccionar ante el clamor de los que sufren, para construir un mundo más humano y esa es la herencia de Jesús a toda la humanidad. Pero claro esto está tan estropeado que hay que aclararlo. b) La compasión como principio de actuación Antes que nada hay una tarea urgente, rescatar la compasión como principio de acción política y liberarla de una concepción sentimental y moralizante que la ha hecho desaparecer prácticamente de la praxis política. De ordinario la compasión que reclama justicia y que procura erradicar las causas de lo que genera sufrimiento es lo único que no está permitido por los centros de poder. Los centros de poder funcionan como si no hubiera dolientes, ni llantos, ni lágrimas de ninguna clase. Desde el poder todo se tiene en cuenta menos el sufrimiento de las víctimas. Solo se tolera la compasión mientras quede reducida a beneficencia a asistencia caritativa y no cuando se la eleva a principio de actuación político social para erradicar el sufrimiento. Pero eso es precisamente lo que está reclamando Jesús cuando pide sean compasivos no según las leyes, etc. sino según Dios. En el fondo del mensaje de Jesús y de su actuación profética se puede escuchar este grito de indignación absoluta. Jesús está diciendo sencillamente esto: que el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado enserio, no ha de ser aceptado nunca como algo normal porque es inaceptable ante Dios. Y por eso la compasión que Jesús quiere introducir en el mundo reclama una manera nueva de relacionarnos con el sufrimiento que hay en el mundo. Más allá de llamamientos morales, exhortaciones religiosas lo que Jesús está exigiendo es que la compasión de Dios sin límites penetre más y más en los fundamentos de la convivencia humana, para rescatar a los empobrecidos y a los excluidos de la desesperación, de la desesperanza, del olvido. c) La autoridad de los que sufren Una de las páginas más conocida por todos es Mateo 25, el relato del juicio de las naciones. Lo que ha de decidir la suerte final no es la religión en la que uno ha vivido, ni la fe que ha podido confesar, ni el agnosticismo que uno pueda defender, lo decisivo es la práctica solidaria de la compasión hacia el que sufre. La autoridad de los que sufren es la única instancia ante la cual Jesús ha colocado a toda la humanidad. La realidad de los que sufren injustamente es un dato previo a todo. La primera verdad exigible a todos. Nadie la puede discutir, parece una autoridad débil, pero es la única autoridad universal. Más aún en esto momentos en que no hay una autoridad política mundial para buscar el bien común. Los grupos… el G8, el G20, etc. ¿qué se defiende ahí? La autoridad de los que sufren ha de tenerla en cuenta toda ética si no quiere convertirse en una ética de tolerancia de lo inhumano. Y toda religión ha de reconocer la autoridad de los que sufren si no quiere ser en negación de lo más sagrado. Y toda política ha de tenerla en cuenta si no quiere ser cómplice de crímenes contra la humanidad. No se puede vivir y organizar ni la religión, ni la política, ni la cultura, ni nada al margen de la historia del sufrimiento que hay en el mundo. Este sufrimiento injusto es el que nos descubre bien la realidad que estamos construyendo, el mundo no se conoce desde los centros de poder, sino de esas masas sin nombre, sin rostro de los excluidos, que son los únicos que paradójicamente no tienen sitio en nuestro mundo globalizado. El mundo globalizado pero en el no tienen sitio millones de personas. Nadie nos va a interpelar con más fuerza que las víctimas, nadie tiene más poder para arrancarnos de nuestra ceguera e indiferencia, nadie tiene más autoridad para exigirnos cambio y conversión a todos. Desde la compasión Jesús interpela a toda la humanidad. 3.- ¡LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS! Humanizar el mundo comenzando por los últimos, es la primacía de Jesús. Se puede decir que la primacía de los últimos inspiró totalmente su actividad profética, para él los últimos eran los primeros. Ser compasivos como el Padre exige buscar la justicia de Dios pero empezando por los últimos. El camino hacia un mundo más digno y más justo se empieza siempre desde los últimos. Y esta primacía es absoluta por encima de toda religión y de toda política y no puede ser menospreciada por nadie. Jesús habla con un lenguaje provocativo, inconfundible en las bienaventuranzas. Todavía no nos hemos dado cuenta de que Jesús quiere a partir de las bienaventuranzas (recogidas en Lucas que son las que provienen más directamente de Jesús) que los últimos son de Dios, son intocables, son los primeros para Dios. Las bienaventuranzas (son gritos de Jesús en diversas circunstancias y que después las comunidades cristianas las fueron reuniendo) son gritos que le salen a Jesús desde dentro, desde su experiencia de Dios. Ve como las familias de Galilea se van quedando sin tierras al no poder defenderse de los terratenientes que les presionan para cobrar sus deudas y les grita dichosos los que se van quedando sin nada, el término “ptojoi” no significa pobre simplemente, sino los que van siendo empobrecidos, en Galilea era pobre el 93 %, son por lo tanto, los que se han quedado sin nada, porque de ustedes es el reino de Dios. Y observa el hambre de los niños que abraza y reacciona, dichosos los que ahora tienen hambre porque Dios los quiere ver comiendo. Ve llorar de rabia y de impotencia a los campesinos que recogían el grano y las uvas y veían que Séforis o Tiberíades venían ya los recaudadores a llevarse lo mejor y lloraban impotentes sin poder acudir a nadie, dichosos lo que lloran porque Dios los quiere ver riendo. Jesús no es un ingenuo, ni un idealista, es realista, esto no significa el fin del hambre y la miseria en Galilea, pero significa que Dios da una dignidad indestructible a todas las víctimas, son sus predilectos. Y esto da a su dignidad una seriedad absoluta. Los que no le interesan a nuestros gobiernos, son los que más le interesan a Dios. Los que quedan y sobran en los imperios que construimos los hombres tienen un lugar privilegiado en su corazón, y los que no tienen una religión que los defienda los tienen a Dios como Padre. Nunca se estará construyendo la vida tal como la quiere Dios y la proclamó Jesús si no es liberando a los últimos de la humillación y del hambre. Y ninguna religión será bendecida por Dios si vive de espalda a ellos. Y esto es acoger el proyecto del Reino de Dios, poner los pueblos, las religiones, las culturas, las políticas, mirando hacia aquellos a los que hoy miramos menos, los últimos. a) La lucha contra el olvido de las víctimas. Las víctimas tienen rostro y tienen nombre. La Iglesia empezó muy bien, muy marcada por la llamada de Jesús a la compasión. Arrancó el movimiento de Jesús como un movimiento muy sensible al sufrimiento que desgarra a los seres humanos y ciertamente no se ha apagado nunca esa compasión. Pero la Iglesia no ha logrado introducir en el mundo el principio de la compasión como la gran herencia de Jesús. ¿Por qué?, en buena parte porque la doctrina cristiana de la redención ha dramatizado en exceso, la culpa, el pecado y ha relativizado la cuestión del sufrimiento. El cristianismo de ser una religión sensible al sufrimiento ha ido pasando a ser una religión hipersensible al pecado. La primera mirada dejó de dirigirse al sufrimiento de la criatura y se centró en la culpa. Lo primero que hay que hacer es luchar contra el olvido de las víctimas. No es posible que cambien las cosas si no es reaccionando contra la cultura de la amnesia y del olvido cruel de los millones de seres humanos que nacen para morir antes de tiempo. Tendremos que rebelarnos todos contra esa especie de aislacionismo mental que nos lleva a desplazar la miseria, el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, donde parece que desaparece todo clamor, todo drama, todo gemido, todo llanto. No nos está permitido vivir como mirones pasivos del hambre y de la desnutrición de los últimos. Este olvido del sufrimiento del mundo se alimenta se alimenta hoy en las sociedades seculares de una ilusión de inocencia en donde el progreso, etc. nos hace vivir con una ingenuidad e ilusión que nos permite huir de toda responsabilidad y dejamos que el mundo siga su marcha dirigidos ¿por quién? por los mercados. Por una especie de fuerza anónima sin sujeto humano. Y podemos pensar que el tiempo se encargara de resolver la sinrazón de la historia humana. En medio de esa sociedad, los cristianos no somos los más compasivos, somos como todos y tenemos una ilusión alimentada religiosamente de inocencia. Evitamos exponernos a la mirada del Dios compasivo y nos relacionamos con el Dios de la liturgia y del culto. Hemos logrado, y esto es uno de los pecados más graves, hemos logrado adorar al crucificado de tal manera que nos oculta a los crucificados de hoy. Una iglesia que desarrolla la memoria de Jesús ignorando a las víctimas no es iglesia de Jesús. Una predicación que anuncia a Dios olvidado del sufrimiento de la humanidad no es cristiana. En la religiosidad, en la espiritualidad cristiana hay demasiados cantos y pocos gritos de indignación, demasiada complacencia y poca nostalgia de un mundo más humano, demasiado consuelo y poca hambre de justicia. b) Desde el sufrimiento de los últimos contra el imperio del poder El sistema económico financiero que domina el poder informativo y todo siempre oculta el sufrimiento que genera y deja en silencio los gritos. Y sin embargo los gritos han de ser recogidos porque el sufrimiento de las víctimas está deslegitimando de raíz el imperio del dinero.Y no solo eso, el sufrimiento injusto pone en cuestión cualquier política, de cualquier partido, cualquier ideología, cualquier religión, cualquier espiritualidad que se desentienda o trivialice el sufrimiento humano. Si el poder político se desentiende de las víctimas siempre termina doblegándose a las leyes del mercado. Y la política mundial, este es un momento crucial, será cada vez más rehén del poder financiero y de sus exigencias si no piensa en las víctimas. La compasión política de Jesús, no es solo una llamada, un imperativo ético, es una necesidad urgente para salvar hoy al ser humano. Y no basta reacción individual, ni de los más concienciados, no es suficiente. Tenemos que estar muy atentos a escuchar voces que empiezan a oírse ¿Por qué la preocupación por el sufrimiento de los inocentes no puede llevar a las grandes religiones como el budismo, el cristianismo, el islamismo, que tienen que tienen en sus entrañas la compasión como un factor importante? ¿Por qué no ir a una coalición de resistencia contra el sufrimiento injusto y a una praxis de responsabilidad común para promover la compasión social y política en el mundo entero? ¿Por qué la Iglesia de Jesús no puede arriesgarse a ponerse a disposición de la humanidad doliente recuperando su identidad perdida de Iglesia de la compasión y gastando sus mejores energías en alentar la lucha contra las causas del sufrimiento? ¿Y por qué las sociedades laicas no pueden profundizaren la intención de fondo de todo progreso que no es otra que luchar por un ser humano más liberado? ¿Y por qué no recogemos la resistencia al sufrimiento de las gentes que está en las culturas populares, que está en todos los pueblos?, si es que los pueblos tienen corazón, los que no tienen corazón son los que han adquirido el poder y nos están dominando a todos. c) ¡No serviremos al dinero! Abandonar la idolatría del dinero no es fácil, ¡qué intuición la de Jesús!, ahí está Dios. Porque está ligada a cuestiones profundas de autoprotección, de búsqueda de seguridad, de bienestar. El ídolo del dinero está fuertemente interiorizado en la sociedad y en la iglesia, en nuestras familias y en nuestras vidas por eso no es suficiente vivir la crisis a golpes de generosidad. Hemos de desplazarnos poco a poco hacia una vida más pobre, más sobria, más austera para compartir lo que tenemos y que sencillamente no necesitamos y son un montón de cosas. Aprender a empobrecernos renunciando a nuestro nivel actual de bienestar para recortar de forma voluntaria el disfrute de nuestros recursos y poder estar compartiendo con los necesitados. Hay que revisar: nuestra relación con el dinero en la iglesia, en nuestras instituciones, en nuestras familias, en nosotros. ¿Qué hacer con nuestro dinero, para qué ahorrar, en qué invertir, con quienes compartirlo? Hemos de dar pasos eficaces hacia un consumo más responsable ¿Qué compramos? ¿Dónde compramos? ¿Para qué compramos? Hemos de redefinir el bienestar que queremos disfrutar y defender. ¿Qué bienestar, para quienes, con que costos humanos, con qué víctimas? ¡Qué complicado! Pero solo desde la coherencia personal, de la conversión personal aunque sea muy pequeña es desde donde podremos movilizar a la sociedad, a las comunidades cristianas para que sean lugar de toma de conciencia, de denuncia, de solidaridad, comprometernos políticamente, de conversión al evangelio. La conversión viene de aquellos que le siguen a Jesús, no de los líderes. PROPUESTA PARA LAS CEBS. 4- Qué papel tienen la CEBs en la búsqueda de una vida digna? 5- Cómo alentamos y dejamos como CEBs, una vida digna para las próximas generaciones, teniendo en cuenta también su protagonismo? 1.- Una Iglesia Samaritana Para ser esto, las CEBs deberán: recuperar el espíritu profético de Jesús recuperar el proyecto del Reino en la Argentina ser alternativa de esperanza romper la lógica del sistema introduciendo la novedad profética de Jesús «Actualmente viven en la Tierra 1.196 millones de católicos y más de 2180 millones de cristianos. ¿Qué ocurriría si todos se atrevieran a llevar a cabo en sus diferentes mundos de vida, dispersos por el globo terráqueo, el experimento de la compasión, aunque fuera de manera sencilla y modesta, siempre que se emprendiera sin titubeos y a largo plazo… de modo que este experimento, más allá de llamamientos morales, penetrara más y más en los fundamentos de la convivencia humana? Sí, ¿qué ocurriría? ¿Qué ocurriría si terminara surgiendo un ecumenismo de la compasión entre los cristianos? ¿No proyectaría eso una nueva luz sobre la Tierra, sobre este mundo tan dolorosamente desgarrado por las tempestades de la globalización?». Y ¿qué ocurriría entre nosotros, si los que estamos aquí, nuestras comunidades cristianas, las iglesias diocesanas y la Iglesia en Argentina, escucháramos con fe, audacia y responsabilidad la llamada de Jesús a introducir la compasión en la crisis? El mensaje del papa Francisco en su viaje a Lampedusa nos plantea, me parece, las dos preguntas claves: “¿Adán dónde estás?” que apunta a la orientación fundamental de nuestra vida y “¿Caín, dónde está tu hermano?” que hace referencia a cómo en la práctica sigo esa orientación. “Estas dos preguntas de Dios resuenan también hoy, con toda su fuerza. Tantos de nosotros, me incluyo también yo, estamos desorientados, no estamos ya atentos al mundo en que vivimos, no nos preocupamos, no protegemos lo que Dios ha creado para todos y no somos capaces siquiera de cuidarnos los unos a los otros. Y cuando esta desorientación alcanza dimensiones mundiales, se llega a tragedias como ésta a la que hemos asistido. “¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. ¡Cuántas veces quienes buscan estas cosas no encuentran comprensión, no encuentran acogida, no encuentran solidaridad! ¡Y sus voces llegan hasta Dios! ... He escuchado, recientemente, a uno de estos hermanos. Antes de llegar aquí han pasado por las manos de los traficantes, aquellos que se aprovechan de la pobreza de los otros, esas personas para las que la pobreza de los otros es una fuente de lucro. ¡Cuánto han sufrido! Y algunos no han conseguido llegar. “Adán, ¿dónde estás?”, “¿Dónde está tu hermano?”, son las preguntas que Dios hace al principio de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros”. Esto es central, porque sin compasión, no habrá una respuesta auténtica a estas preguntas. Además, no existen lecturas neutrales o inocentes de la realidad. Tampoco, de los signos de los tiempos. Todo es según el color del cristal con que se mira, dice el aforismo castellano. Pero me parece más acertado lo que dice Mario Benedetti “Todo es según el dolor con que se mira”. ¿Recomienda el Evangelio alguna perspectiva para la indagación y el discernimiento de los signos de los tiempos que nos lleven a la compasión? Me parece que sí. Según constató el mismo Jesús histórico (cf. Mt.11,25: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños»), la situación de los pobres ofrece una perspectiva privilegiada para la percepción y discernimiento de los signos del Reino. Sería muy importante alcanzar, al menos, el siguiente consenso: la hermenéutica de los pobres es “privilegiada”, aunque no sea «exclusiva, porque es la que más tiene necesidad de escuchar la Iglesia. (lo que señalo para la Iglesia, es también para las CEBs que son Iglesia en el lugar que se encuentran) Desde este asentimiento es relativamente fácil deducir este otro: la Iglesia de hoy precisa inexcusablemente elegir la situación de las víctimas generadas por la globalización capitalista para el ejercicio del discernimiento de los signos de los tiempos. En ese lugar se le “abrirán los ojos” y encontrará un acceso inmejorable a la revelación de las señales del Reinado de Dios. Todas ellas preludian vientos de cambio, que atraviesan fronteras religiosas y culturales buscando que otro mundo sea posible y no sólo necesario; que “la aldea global” alcance en todas sus barriadas un estadio superior de desarrollo humano integral, un despliegue global de la justicia, de la libertad, de la fraternidad y de la paz; que los seres humanos seamos de otra manera, viviendo a un nivel más humano. Jn.10,10: he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. Para la osadía de construir otro mundo posible, se necesitarán ladrillos y plano de obra. Tendremos que ser capaces no sólo de dar respuestas asistenciales puntuales, sino que además debemos empujar cambios estructurales para redireccionar y lanzar el mundo en otra dirección, pero no cualquier dirección para no caer en una inhumanidad mayor. Otro mundo es posible pero, no cualquier mundo. La civilización de la riqueza, ofrece desarrollo y felicidad, y los medios para conseguir ambas cosas. Para ello propone la acumulación privada del mayor capital posible por parte de los individuos, grupos, multinacionales, estados o grupos de estados, como la base fundamental del desarrollo. Propone la acumulación poseedora, individual o familiar de la mayor riqueza posible como base fundamental de la propia seguridad y de la posibilidad de un consumismo creciente como base de la propia felicidad. La civilización de la riqueza no “civiliza”. En un mundo configurado pecaminosamente por el dinamismo capital-riqueza es necesario suscitar un dinamismo contrario que lo supere salvíficamente. La Alternativa es trabajar para que acontezca la civilización de la austeridad solidaria. La civilización de la austeridad solidaria rechaza la acumulación del capital como motor de la historia y la posición disfrute de la riqueza como principio de humanización, y hace de la satisfacción universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo y el crecimiento de la solidaridad compartida el fundamento de la humanización. Para esto es necesario revertir el dogma de que el mundo girará bien, sólo alrededor de la riqueza e impulsar un nuevo eje lleno de un nuevo espíritu que pueda tener estos elementos: a) Estar en la realidad superando la irrealidad de vivir en islas de abundancia ajenos, desentendidos de las mayorías de pobres, oprimidos. b) La honradez con lo real, superando la mentira y el encubrimiento, poniendo nombre a millones de víctimas, haciendo memoria de ellas. c) La compasión ante el sufrimiento de inmensas mayorías, denunciando proféticamente la injusticia que la produce d) La exigencia de una libertad de y para todos/as, y por lo que toca a la propia libertad comprenderla de modo que nada esclavice, que nada sea obstáculo, para hacer el bien e) Cargar con el peso de la historia, cotidianamente y hasta el final f) El gozo de sabernos todos hermanos y hermanas…. g) El cuidado de la naturaleza y de toda la creación…. h) La esperanza utópica de un nuevo cielo y una nueva tierra i) La esperanza de un misterio último de la realidad Tendremos que elaborar el mapa por el que transitarán nuestras acciones. Las CEBs Tendrán que recorrer este camino Proponemos la parábola del buen samaritano porque en ella se condensa la enseñanza y la pedagogía ética del mensaje cristiano qué nos da los elementos para hacer posible este nuevo mundo. El cristianismo es la tradición utópica que propone cimentar la historia desde un patíbulo. A la utopía de otro mundo posible, el cristianismo añade un lugar y un cómo: otro mundo es posible, desde las víctimas. Lo que significa afirmar que la alteridad radical de la realidad son los empobrecidos de este mundo por encima de cualquier otro interés. El ejemplo del samaritano compasivo desborda su contexto religioso originario para convertirse en referente ineludible de personas e instituciones dedicadas a vendar las heridas de los apaleados y despojados que, en toda época histórica, han sido arrojados a las cunetas de los sistemas sociales vigentes. El relato del buen samaritano no sólo nos dice lo que hay que hacer con respecto al prójimo, también nos indica cómo hay que hacerlo. La narración nos propone un itinerario pedagógico de la acción caritativa, una «hoja de ruta» para el ejercicio de la solidaridad tremendamente útil para los ocupados en la tarea de bocetar el mapa de otro mundo posible, desde las víctimas. Tres son los momentos perfectamente identificables en la parábola del buen samaritano y que ponen de relieve las notas fundamentales del servicio samaritano, a saber: inteligencia, compasión y compromiso. Como enseguida veremos, la parábola no dice sólo que hay que echar aceite y vino en las heridas de los apaleados, enseña también que hay que saber mirar la realidad para que el sufrimiento nos mueva a compasión, que hay que compartir nuestras cabalgaduras para no caer en asistencialismos paternalistas, y que hay que crear posadas: estructuras “domésticas” solidarias con vocación de permanencia. Un itinerario que, de seguirlo, conduce hacia un nuevo orden social, económico y político: otro mundo posible, desde las víctimas. 2.- Cuatro dimensiones para vivir esta experiencia Hacerse cargo de la realidad (toma de conciencia) El primer paso para otro mundo posible será ver la realidad tal cual es. Un primer momento que exige la honradez con lo real: se trata de llegar a captar la verdad y llegar a responder a la realidad, no sólo como superación de la ignorancia y de la indiferencia sino ante y contra la innata tendencia de someter la verdad y dar positivamente un rodeo ante la realidad. a) Recuperar los relatos “visibilizadores” del reconocimiento mutuo Es urgente recuperar el relato “visibilizador” de la compasión si no queremos acabar viviendo en un mundo supermercado donde todo y todos tenemos un precio. En el mito del consumo en el que estamos inmersos no hay más obligaciones para con el prójimo que aquellas contraídas en virtud de una relación contractual. A la pregunta de Caín: «¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?» (Gn.4,9), la sociedad neoliberal responderá con un tajante y tranquilizador «no», no somos responsable de nuestros hermanos, no hay ningún contrato legal que nos obligue a ello. Habrá que esforzarse en fortalecer los relatos compasivos que vinculan a los seres humanos desde su igualdad radical: «carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre». En palabras de Adela Cortina: «La vida plena, la que corre por las venas de los seres humanos, es una inmensa objeción de conciencia frente a la cuantificación, una enmienda a los porcentajes, una continua desobediencia a los pronósticos, una apuesta en último término por aquello que tiene valor y es insensato fijarle precio. Por eso hay una obligación más profunda que la del deber, aunque por desgracia se nos haya educado en la cultura del deber. Hay una “obligación” que nace cuando descubrimos que estamos ligados unos a otros y por eso estamos mutuamente obligados, que los otros son para nosotros “carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre”, y por esos nuestra vida no puede ser buena sin compartir con ellos la ternura y el consuelo, la esperanza y el sentido. Es el descubrimiento de ese vínculo misterioso el que lleva a compartirlo que no puede exigirse como un derecho ni darse como un deber, porque entra en el ancho camino de la gratuidad.» Los relatos de fraternidad y preocupación por los empobrecidos presentes en el ADN de todas las religiones, constituyen una crítica radical en el corazón de una sociedad fratricida y opulenta. Allí donde el discurso hegemónico neoliberal ve por ejemplo inmigrantes ilegales , el relato de la compasión verá hermanos y hermanas en busca de un futuro mejor para sus hijos e hijas. Dos retóricas irreconciliables, con consecuencias prácticas necesariamente conflictivas: frente a la persecución policial del “ilegal”, la desobediencia civil del que hospeda al hermano. b) Ver, comprender, actuar Volvemos al principio de la parábola para recuperar un dato que habíamos obviado. Sabemos que el protagonista inicial estaba medio muerto y no tenía nada. Pero, además, nosotros como lectores de la parábola tenemos información privilegiada que ignoran los personajes de la misma, sabemos que el hombre medio muerto había sido apaleado por unos bandidos que lo despojaron de todo. Es decir, nos encontramos ante una víctima. Se trata de un hecho intrascendente para el Samaritano –él reacciona ante el sufrimiento sin importarle su origen–, pero vital para nosotros. Partimos de una percepción conflictiva de la realidad. Existen víctimas porque hay bandidos que roban y apalean, hay oprimidos porque existen opresores, hay excluidos y marginados porque existen estructuras de exclusión y marginación. No todos los analistas sociales estarán de acuerdo con el conflicto estructural que perciben muchos. En nuestras sociedades opulentas, se dirá, no hay “víctimas” sino “individuos culpables” porque no han sido capaces de encontrar su lugar en un mundo lleno de oportunidades a su alcance. Una disparidad de visiones no muy diferente a la que el libro del Éxodo señala entre el Dios de los judíos y el faraón Ramsés II: «Acaeció, al cabo de aquellos largos días, que falleció el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían bajo la servidumbre y clamaron. Su grito, nacido de la servidumbre, subió hasta Élohim, y Élohim escuchó su lamento y se acordó de su Alianza con Abraham, con Isaac y con Jacob. Miró, pues, Élohim a los hijos de Israel y Élohim comprendió [lo que ocurría]»(Éx.2, 23-25).No es lo mismo ver que comprender lo que se ve. En el relato del Éxodo, Dios se fija en los Israelitas y «comprende lo que ocurre». Los ojos del faraón –como los de nuestros banqueros –seguro que veían otra realidad, cierto que los hijos de Israel trabajaban de sola sol, pero tenían asegurada la comida; no conviene olvidar que los israelitas no estaban tan descontentos con su suerte como se lo harán notar a Moisés:«¡Ojalá hubiéramos muerto en manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos!» (Éx.16,3). Es llamativo comprobar cómo las propias víctimas ignoran su condición de oprimidos. Pero Dios comprendió lo que estaba pasando, aquellos hombres eran esclavos. Y porque entendió lo que ocurría decidió liberarlos. Detrás de no pocas parálisis políticas se esconde la ignorancia –a veces culpable–de lo que se ve. ¿Contratos basura?,¿condiciones laborales esclavistas?, ¿jornadas inhumanas?... ¿Acaso no cobran todos su sueldo a final de mes?, nadie les obliga a trabajar en el taller ilegal… El discurso faraónico se mueve a sus anchas en épocas de crisis como la nuestra. Hoy más que nunca son necesarios los vigías que «vean, comprendan y actúen», máxime cuando los propios oprimidos asumen acríticamente su situación de esclavitud. Cargar con la realidad (dimensión ética) a) ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Cuando logramos ser honrados con la realidad y ninguna venda nos impide ver el sufrimiento del otro, la reacción inmediata es la misericordia. La misericordia samaritana no se reduce a un mero sentimiento empático, incluye además la acción por aliviar el sufrimiento del otro y el riesgo de compartir su destino. En poco más de una línea, el evangelista Lucas amontona infinidad de acciones: el samaritano se compadece, se acerca, venda al herido, lo monta en su propia cabalgadura, lo lleva a la posada y lo cuida. Compadecerse, acercarse, vendar, llevar, cuidar… tejen la red de acciones que definen la ayuda samaritana, diferenciándola de propuestas meramente retóricas, modelos asistenciales y ayudas estructurales desencarnadas. En estos verbos encontraremos los mayores retos y algunas de sus mayores dificultades para hacer creíble una propuesta de otro mundo posible, desde las víctimas. b) Compadecerse Ante la visión del hombre medio muerto el samaritano se compadece. El término griego (esplagchnisthe) elegido por Lucas para expresar la conmoción del samaritano ante la visión del sufrimiento, significa abrazar visceralmente, con las propias entrañas, los sentimientos o la situación del otro. No debemos confundir compasión con lástima. La compasión comparte el sufrimiento del otro: padece-con. La lástima participa de la conmoción de la compasión pero desde la distancia existencial del que se sabe lejos de la situación del que sufre. La compasión derriba las asimetrías que pueden darse en la relación ayudador-ayudado. Compadecido y compadecedor se saben igualmente vulnerables. La compasión prevé reciprocidad: «hoy por ti, mañana por mí». La lástima no contempla verse en el lugar del compadecido, la relación que establece con él es asimétrica. El ayudado está desnudo, apaleado y medio muerto, es pura carencia. La lástima ayuda desde el puro don, tiene todo aquello de lo que el otro carece. Asimetría que evidencia una desigualdad estructural sólo salvable desde la limosna convertida en el vehículo de una ayuda siempre unidireccional. La sociedad neoliberal es muy lastimera y poco compasiva, se conmueve y recauda donativos ante las grandes crisis humanitarias; es muy eficaz organizando mercadillos solidarios. No queremos caer en críticas cínicas ni demagógicas, hay situaciones que requieren ayuda inmediata y ante las que la recaudación de donativos es un deber inexcusable. Lo que muchas veces se denuncia es la visión plana y anestesiante de la lástima. La compasión bien entendida se pregunta por los desajustes estructurales que laten detrás de cada desgracia. La compasión también se pervierte cuando se hace del sufrimiento un espectáculo televisivo. Salvo honrosas excepciones, cuando las televisiones se ocupan de los márgenes, lo hacen buscando las aristas morbosas, los personajes extravagantes y de lágrima fácil; no se detienen en analizar las causas estructurales que sustentan la marginación. En la sociedad del espectáculo, la desgracia ajena entretiene, divierte y, raramente, nos hace más conscientes y sensibles. La espectacularización del sufrimiento lo neutraliza alejándolo detrás de la asepsia protectora de una pantalla. Además, eleva el umbral social de sensibilidad al dolor, necesitando «mayores dosis de tragedia» para lograr conmovernos. c) Acercarse Ante la presencia del hombre medio muerto, el sacerdote y el levita dan un rodeo; el samaritano se acerca. Dos itinerarios que determinarán no sólo la suerte de la víctima sino también la de los viajeros. Los dos primeros denegando su auxilio revelan su inhumanidad acosta de mantener su pureza. El samaritano es un ejemplo de humanidad aun a riesgo de impurificarse. La hoja de ruta samaritana pasa por “mancharse”, exige tomar partido por los últimos, arriesgarse a perder subvenciones, exponerse a que tu nombre entre a formar parte del fichero policial. d) De sanador herido a sanador herido Acercarse hasta quedar impuro supone profundizar en las relaciones “simétricas” de la compasión tal y como veíamos anteriormente. Impurificándose, el ayudador se sabe del mismo barro que el ayudado pudiéndose establecer una relación de sanador herido a sanador herido. Una relación igualitaria en la que el herido sale fortalecido en su dignidad. ¡Cuántas ayudas bienintencionadas montan sus hospitales de campaña sobre la dignidad de las víctimas! Hay demasiadas acciones que se planifican para solventar las necesidades de los otros, menos las que tienen en cuenta sus potencialidades. Acercarse a los otros desde sus carencias deshumaniza al ayudador y deshonra al ayudado. e) Hospitalidad versus colonización Por este mundo sólo se puede viajar en dos direcciones, contra los otros o hacia ellos: en este mundo sólo se puede viajar en dos direcciones: o contra los otros o hacia ellos. Viajar hacia los otros o contra ellos es una decisión de la que no dependen sólo la vida de millones de personas; de ella depende también nuestra propia dignidad de humanos civilizados; es decir, la supervivencia misma del planeta: de sus rosas, sus pájaros, sus leyes y sus habitantes. Dos maneras diametralmente opuestas de acercarse a la realidad, dos formas de intentar transformarla: colonizar u hospedarse. El colonizador exporta su concepción y modo de vida allí donde va. Convencido de que su modelo es el ideal, intenta arrastrar a los demás hacia él. En ningún caso se planteará renunciar a sus cotas de bienestar o consumo. El huésped, por su parte, dialoga con la cultura que la acoge, valora otros modos de entender la vida y no absolutiza su modelo de progreso. El huésped sabe guardar silencio, adapta sus costumbres a los usos de los hospedadores, valora y agradece lo que el otro tiene que ofrecerle. Y desde las normas básicas de la hospitalidad caminan juntos hacia un horizonte proyectado en común. f) Vendar El samaritano, de acuerdo a los conocimientos de la época, cura al herido: venda las heridas y les echa aceite y vino. El aceite y el vino eran remedios conocidos. El aceite servía para curar, el vino para desinfectar. Nos encontramos en el culmen del “momento asistencial” de la hoja de ruta samarita. Conviene acabar de una vez por todas con la falsa dialéctica que contrapone asistencialismo y promoción. Al manido relato del pescador y la caña que suele concluir con la moraleja de que es mejor enseñar a pescar que dar peces, conviene añadirle la apostilla de que hay un momento para dar peces y otro para enseñar a pescar. La hoja de ruta samaritana nos enseña a respetar momentos y equilibrios entre “lo asistencial” y “lo estructural”. g) Montarlo en la propia cabalgadura Algunos exegetas nos hacen caer en la cuenta del profundo valor simbólico que se esconde tras el sencillo acto del samaritano de montar al hombre sobre su propia cabalgadura. El samaritano conduce al animal hacia la posada como un siervo conduce a su amo. La distinción entre el que monta y el que conduce el animal es muy fuerte aún hoy en el mundo oriental. Pretender que otro mundo es posible, desde las víctimas significa ponerse a su servicio, bajar de nuestra cabalgadura y asumir nuestro papel gregario con respecto a ellas. Son las víctimas las que deberían marcar nuestros modos de vida, nuestros consumos, nuestras políticas. Y para ello hay que empezar por escuchar lo que dicen: ¿qué esperan?, ¿por qué luchan?, ¿qué callan?, ¿qué temen? No es fácil escuchar la voz de las víctimas, la mayoría de las veces la encubrimos con tranquilizadores discursos románticos que convierten la pobreza en un lugar idílico de solidaridad espontánea. En otras ocasiones nuestra sordera a la voz de los excluidos y excluidas, viene determinada por la ideología neoliberal que, como ya hemos visto, invisibiliza la presencia de la exclusión y acalla la queja de los empobrecidos Encargarse de la realidad (momento de la acción) La parábola termina con el samaritano pagando al posadero para que se ocupe del herido, con ello culmina su cuidado “integral” de la víctima: los ladrones le habían robado, ahora el samaritano paga; lo habían dejado medio muerto, ahora el samaritano lo cuida y lo hace cuidar; todos habían pasado de largo, ahora el samaritano promete volver. a) El momento estructural y político Después del momento “asistencial” dela etapa anterior, entraríamos ahora en uno estructural o político. Dicho de manera gráfica, pasaríamos de la urgencia de vendar heridas a la necesidad de construir hospitales y buscar financiación para su mantenimiento. Aunque en el siglo XXI, la gran utopía de otro mundo posible se configura entretejiendo millones de “pequeñas” utopías que ya están en marcha. La «sociedad en red» es el nuevo sujeto planetario del alter mundo. «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo» (Eduardo Galeano). b) Otros modos de vida son posibles El «pensamiento único» promueve un estilo de vida «único». Como ya hemos visto, el mito capitalista del progreso ilimitado, genera modelos de desarrollo y modos de vida basados en el consumo. Para la creación de otro mundo posible no basta con cuestionar el modelo neo-liberal, necesitamos anticipar ya otros modelos de vida posibles. Otra información es posible Otro consumo es posible Otro intercambio del conocimiento y la cultura es posible Otra espiritualidad es posible: contemplación y compasión Dejarse cargar por la realidad (momento de gracia) Desde una perspectiva creyente, el itinerario samaritano trasciende su dimensión sociopolítica y se inscribe en una historia de salvación que tiene en la cruz y el Crucificado su sentido y destino últimos. El samaritano creyente no cae en la tentación de considerarse “salvador” del hombre apaleado al borde del camino; antes bien, reconoce que en su compromiso de hacerse cargo de la realidad del pueblo crucificado, encargándose de bajarlo de la cruz y cargando con el riesgo de terminar en la misma cruz que ese pueblo, se incorpora a una esperanza que no es suya. Esto es lo que Jon Sobrino añade como un cuarto momento: «Dejarse cargar por la realidad» y que, según sus palabras, es descubrir que en el pueblo crucificado hay “gracia”, es decir que el pueblo crucificado carga con nosotros dándonos nuevos ojos para ver, manos nuevas para trabajar, espaldas para soportar y esperanza. No hay argumentos científicos que avalen esta afirmación, sólo se puede apelar a la experiencia creyente que la confiesa: así ocurre. En la lucha diaria por la construcción de otro mundo posible el samaritano creyente se descalza en las cunetas de los caminos, sabe que pisa un terreno sagrado en el que el Dios de la vida se revela salvíficamente en el destino de sus preferidos: los crucificados de la historia BIBLIOGRAFÍA Ponencia de José Antonio Pagola en el XXXII Congreso de Teología en Madrid Fuera de los pobres de Jon Sobrino Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad de José Laguna ¡Hay de vosotros! Distopías evangélicas de José Laguna Vientos de cambio. La iglesia ante los signos de los tiempos de F. Javier Vitoria El camino abierto por Jesús. Ev. según Juan de José Antonio Pagola Misteriumliberationis, tomo 1, “utopía y profetismo” I. Ellacuría, pag. 393 ss
Posted on: Thu, 31 Oct 2013 02:02:20 +0000

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