el socialismo se construye todos los dias es un camino sin final Desde Mi Silla La arquitectura popular del socialismo Por: Manuel Balza | Miércoles, 10/07/2013 02:20 PM | Versión para imprimir 14 años tiene la Revolución Bolivariana inmersa en la tarea de construir el socialismo; y no es poca cosa lo que se ha logrado si vemos en retrospectiva, pero si vemos el horizonte e imaginamos todo lo que pudo hacerse, debemos convenir que falta mucho todavía y que es tarea inaplazable del pueblo tomar el testigo de Chávez y conducirlo victorioso hasta que no falte nada por hacer. Cito palabras pronunciadas por Fidel Castro en el parque Céspedes el 1ro. de enero de 1959: “…por eso ha de caracterizarse, precisamente, la Revolución, por hacer cosas que no se han hecho nunca”. Las dificultades sobrevenidas como consecuencia del accionar de una oposición apátrida: Golpe de estado en el 2002, paro patronal y de la “gente del petróleo” las guarímbas cargadas de violencia fascista, que dejo prácticamente sin comida al pueblo, que pudo sobrellevar con angustias la escases de alimentos, de medicina y atención medica, de educación, transporte y servicios básicos, al punto de usar las camas y otros muebles como leña para cocinar el alimento familiar, cosa que no le duele a la burguesía apátrida que come en lujosos restaurantes o dandose un “paseíto” por Curazao, Aruba o Donaire; eso si, cuidando de regresar a tiempo para dar su parte de guerra, que tenía carácter de ritualidad: “El paro continua, hasta que se vaya Chavez”, subestimando la irreductible capacidad de lucha del gigante y del calor popular que lo cobijo siempre. Hasta hoy hemos vencido esas innobles pretensiones, ciertamente, a un alto costo de sangre y tiempo perdido, pero ese tiempo hay que recuperarlo ahora que estamos en el mejor momento, porque la revolución y su gobierno se consolidan internacionalmente, gracias al prestigio del Comandante eterno y el cariño que dejo´ sembrado en buena parte del mundo. Es un compromiso con el gigante, que se dejo la vida en ello, y estoy seguro que no se detuvo a pensarlo, firme en su propósito de hacer patria a costa de lo que fuera, incluso la vida, que siempre la colocó por debajo del interés nacional. No existen fórmulas mágicas para hacer el socialismo, se puede llevar a flor de boca la teoría marxista-leninista, desde los 25 capítulos de El Capital, recitar de memoria el Manifiesto de Marx y Engels en 1848 y las obras completas de Lenin, paseándose por Los Conceptos Fundamentales del Materialismo Histórico de Marta Harnecker, por las teorías de Antonio Gramsci, los profundos pensamientos de Ignacio Ramonet, Eduardo Galeano, José Carlos Mariátegui, José Martí, Che Guevara, los dos Simones nuestros y el socialista más perfecto: Jesucristo, que junto a Chávez practicaron el socialismo, pagando con sus vidas tal atrevimiento. Hay que echarse a cuestas la Santísima Cruz donde el Señor fue crucificado, terciarse al hombro “El Morral de Chávez”; y tender la mano solidaria, llevando en ella su amor sin matices ni dobleces y seguir sus pasos, regando ese amor con prodigalidad, sin temor a que el morral se vacie., pues su capacidad es infinita. Además, por cada dosis de amor y solidaridad dadas, recibirán por ciento, de eso pueden estar seguros. Si no lo hacemos así, la figura egregia del comandante eterno corre el riesgo de irse evaporando, diluyendo, hasta perderse en el olvido. Para que esto ocurra sobran agentes externos e internos, apátridas cuyo único dios es el dinero fácil; porque trabajar no saben, gracias a tener padres con mucha plata y pocos escrúpulos Para que viva por siempre, repito; hay que llevarlo en la boca, en el corazón y en la mano que se tiende, afectiva y soldaría, ir donde haya necesidades y buscar al niño hambriento, al anciano abandonado, a las madres con muchos hijos y ningún ingreso, al discapacitado que solo atesora angustias, al joven sin cupo o sin beca de estudio, al barrio que no tiene cloacas, ni agua potable ni electricidad - hay pocos, pero aún quedan – hay que buscar al joven delincuente y prestarle ayuda profesional para reinsertarlo en la sociedad, tenemos que denunciar a los acaparadores hambreadores del pueblo y no hacernos cómplices de sus tropelías vaciando los anaqueles en compras nerviosas. Para ello debemos pensar con el corazón, sin egoísmos, dejando espacio para que surja el humanismo inherente a las personas. A esa pequeña parte de conciudadanos movidos por el odio irracional, a esa porción que yo llamo “irrecuperable” debemos aislarla con indiferencia y desprecio, sin intentar nunca ser como ellos, porque bien seguro estoy que si nos pasan un rasero para igualarnos, saldríamos grandemente perjudicados, no importa el dinero que puedan tener. Allá ellos con sus falsos paradigmas. Es una tarea de compromiso colectivo y es ya, o no nos quedará tiempo para hacerlo. Cierto que los Consejos Comunales, mayormente, hacen su trabajo, pero hay un desprendimiento de obligaciones de la gran mayoría de venezolanos, como si esta patria no les duele, y dejan todo el peso de las responsabilidades en el hombre de a pie, en el luchador social cuya presencia debe multiplicarse para descargar un poco de las atenuantes jornadas de trabajo del presidente, sus ministros, Diosdado y el liderazgo colectivo cívico militar de la revolución, gobernadores y alcaldes - en nuestro caso - la diligente Yelitze Santaella y José V. Maicavares, que trabajan 20 o más horas diarias atendiendo y resolviendo problemas; que no les son suficientes, porque fueron muchos años de desidia gubernamental y la sociedad de cómplices permitiendo que los problemas se acumularan durante siglos. Hoy que tenemos un gobierno revolucionario que se empeña en resolverlos, aunque haya recursos, asfixian la administración y cuestan hasta 200 veces de lo que pudo costar en su momento. Recientemente el camarada Domingo Poito recordó un pensamiento de Malcolm X; que es oportuno en estos tiempos. Cito: “No me preocupa la maldad de los perversos, me preocupa la indiferencia de los buenos”.
Posted on: Wed, 10 Jul 2013 23:26:01 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015