por aquí se metió Alfonsina... ¿andará su fantasma? yo creo - TopicsExpress



          

por aquí se metió Alfonsina... ¿andará su fantasma? yo creo que sí ha de andar por ahí, nomás no muy lejos de donde están estos chicos tal vez ahí mismo, junto ellos o no. yo escrbí algo al respecto en Relatos de playa: aver si lo encuentro.. aver aver Y Rubén, que no veía nada en ese preciso momento, pensó: está triste, la dejó el marido, y sin más, a esa pregunta inesperada la contestó diciéndole lo que Griselda quería escuchar. -Sí, dos hijos, vas a tener dos hijos –le mintió descaradamente. En el acto se arrepintió de su traición, pero lo dejó así. Además ella le había mentido con que no se había casado, que sí, que no. -¿A qué te dedicas? si puede saberse –preguntó Griselda, cambiando otra vez de tema. -Soy vidente. Aunque ahora estoy retirado –dijo Rubén y salió corriendo hacia el mar; Griselda lo siguió y así estuvieron jugando en la playa hasta el anochecer. Al otro día, Rubén estaba muy intrigado, además no podía con su conciencia y salió a buscarla por la playa para decirle la verdad sobre los hijos, que le había mentido, que no había visto nada y que él también quería saber. Cuando la encontró, ella lo sorprendió con otro tema. -Anoche me llamó mi marido –le dijo no bien lo vio- ¡Qué hago! ¿Qué te parece? Rubén venía por el dilema de los hijos, por lo que, en un primer momento, el cambio de tema lo descolocó, pero enseguida se repuso, quería enmendar su mentira del día anterior, aunque era una mentira sin maldad, él le había dicho que sí tendría hijos, sin haber recibido imágenes, sin pensar y con el único fin de hacerla sentir mejor. Pero ahora se tomaría el asunto en serio y le daría la respuesta correcta. -Me permites tu mano derecha. -¿Lees las manos también? –preguntó Griselda, curiosa, impaciente. -Sí, amor, te leeré las manos –le contestó. -Ella le extendió las manos ante sus ojos, feliz por la palabra amor, que le había dicho Rubén. Le gustaba aquel tipo. Y en sus manos estaban perfectamente marcados, con mucha claridad, dos líneas en el preciso lugar que debían estar, una más gruesa y otra más fina y profunda, paralelas. ¡Dos hijos! Un varón y una nena. Rubén no quiso hacer nuevos comentarios porque lo que había visto, ya se lo había dicho el día anterior. Aun así, estaba confuso el tema de los hijos. Se lo indicaban sus manos, pero algo le decía que no, que no ocurriría, una contradicción entre lo que marcaba la quiromancia y lo que él presentía. ¿Podemos entonces cambiar nuestro destino marcado en las líneas milenarias de nuestras manos? Un accidente de tránsito, por ejemplo, parece que puede cambiar nuestro destino, forzarlo hacia otra dirección. Inmediatamente le pidió otra vez la mano derecha y examinó meticulosamente la línea de la vida. Rodeaba perfectamente el pulgar, estaba marcada con fuerza hasta la muñeca. Supuestamente viviría más de setenta años. Si Griselda le hubiera consultado cuando él estaba en actividad en el departamento de la calle Tacuarí, seguramente le hubiera dicho que tendría una larga vida y muy buena salud hasta la vejez, y también le hubiera asegurado lo de los hijos. Pero ahora se sentía frustrado; toda su carrera de vidente estaba siendo cuestionada. Platicaron de distintos temas, de amor, de subjetividades abstractas, perogrulladas, se rieron. Ella tendría unos 26 años, más o menos, y él aparentaba 34, 35. Ella lo invitó a su casa, habían estado todo el día en la playa, Rubén se había olvidado por completo de Rowena, el sol se estaba ocultando casi. Cuando llegaron a la casa ya era de noche. -¿Cómo está tu papá? –le preguntó no bien pisó el umbral, imágenes otra vez. -Mal, muy mal, en coma –le contestó Griselda y agregó sorprendida ¿Cómo sabías? -No, no sabía nada del accidente, solamente se me presentan imágenes sueltas. -¡Sí, terrible! La casa estaba tranquila y fresca, charlaron un rato, se tomaron de las manos, se besaron. Cuando él se iba, ya era de madrugada, tarde, casi de día, aunque aun la luna desde el cielo alumbraba llena, plateada en la noche sin nubes, estaban todas las estrellas. Las sombras de los pinos contrastaban la luz de la luna llena en la calle arbolada. Las olas golpeaban suave sobre la playa y se sentía un murmullo claro entre el aroma del mar. Fin
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 19:32:42 +0000

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