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-Corregida para su correcto entendimiento, al menos eso pretende la antes mencionada.- ................ FRAGMENTO XI No incluido en la versión final del escrito “El jardín sagrado: Parte III El jardín congelado” LA CARTA: Catarsis. Eso es lo que espero. Este diálogo fue dicho hace mucho tiempo en sueños. En todos ellos explicaba atentamente que ese jardín congelado que tanto y he mencionado no es solo un escrito más o una historia ficticia, sino que fue verdadero. Yo le conocí y habité ahí cuanto tiempo se me permitió, y, pese a lo feliz que fui ahí, hubo un quiebre terrible que me imposibilitó en volver. Las llaves me las arrebató la vida y apenas pude derramar lágrima en el río de silencio que durante una larga instancia vertí IN MEMORIAM. Lo terrible realmente para mí no es recordar ese lugar, sino que volví sino que le añoré, a causa de que me pareció un lugar más cálido que la realidad misma. Aunque ahora está congelado, y todo ser vivo se ha tornado hostil, me pareció un lugar sumamente agradable. Así que si, usted, si usted, me ayudo a regresar a ese lugar. Cuando entendí que usted, ya citado, había prohibido el paso al mundo de lo creativo, me sumergí en una oscuridad terrible que me rompió el corazón y se me colapsó mi sistema de creencias en dos segundos. Mis flores y lenguajes de amor fueron quebrados como cristal y mi único deseo consistía en callar ese sufrimiento. De verdad el único consuelo que pude encontrar luego de esa inesperada oleada de sufrimiento fue en mi almohada, en donde, entre sueños, tuve un pase directo para regresar a ese lugar el cual ya había jurado no volver jamás. Recordé que las llaves para ese lugar era justamente la ausencia que en ese momento presentaba, y solo entre los barrotes sellados observé su hermosa belleza invernal. En ese lugar, -recordaba- fui reina, parte, y hada, toda canción fue puesta a mis oídos y bailé con los gatitos que habitaban, era bienvenida hasta que decidí entregar las llaves y no volver más. Admito que fue muy mi culpa y no había más que hacer, Había un quiebre definitivo entre lo etéreo y lo mundano el cual terminó en un acuerdo silencio en el cual, yo jamás entraría al bello paisaje y yo no volvería a rondar. Pero por esta ocasión las puertas de hierro forjado se abrieron solas de par en par y se me permitió entrar. Las puertas me dieron paso a tan hermoso y soñado lugar, me imagino que mi dolor conmovió a los habitantes y por los tiempos buenos me dieron pase a visitar. Había un silencio casi absoluto apenas interrumpido por mis pasos entre el arroyo que permanecía terriblemente desolado. No vi a ningún gato, u otra criatura asomándose a curiosear, todo estaba en absoluta calma. Me pareció que el lugar había muerto por fin, el cual casi me hace romper a llanto, era como un mausoleo infinito y níveo en el cual quería dormitar. Me recargué en el más grande pino y observé cada detalle tratando de no omitir ni un solo columbario, una planta dormida o una cascada. Me retiré con el absoluto respeto y renovada por aquella brisa invernal, ese fresco y sano aliento que me había regalado, para poder continuar. Pasaron los días en los que volví al mundo real luego de ese breve y sanador viaje a mi lugar favorito y pensé que me repondría de esa grave herida. Traté de mirar al horizonte como siempre y sonreír con mi siempre citada frase “todo está bien”. Pero nada estaba bien, todo estaba colapsándose dentro de mí. Esa noche me visitaron los gatos, se posaron frente a mí mientras lloraba aún y me consolaron. Con sus patitas tan blancas me entregaron las llaves para que volviese al jardín congelado cuando quisiera, que yo era bienvenida y que no llorase sobre él que no era una tumba solo había cambiado por qué así fue como tenía que ser. Me sorprendió verles ahí, pero entendí que la ausencia tan fuerte que habitaba en mi corazón los había invocado otra vez conmigo. Traté de no abstraerme como en otros tiempos pensando en aquellos gatitos mensajeros y deje de hablar con las personas de ese suceso, nadie me creía, ¡qué más daba! Comencé a escribir entonces sobre todo lo que había visto ahí, así como una bitácora de cada día que iba ahí con ellos para no olvidar, para, en recuerdos al menos, poder sostener sus patitas gatunas entre mis dedos y fingir que nada pasaba ya. Pero tenía que regresar siempre al mundo real. Regresaba a seguir caminando entre lugares que ya no entendía y vivir situaciones que no podía asimilar. Y usted, no notó ese quiebre interno que poco a poco me vencía. Probablemente sea por qué ni yo misma lo comprendía. Cierta vez recuerdo, estando ubicada en esta la realidad, miraba por su ventana, tratando desesperadamente de mantenerme en este aquí y ahora tan mencionado, pero mis ojos fueron atrapados por la noche misma y se fueron por entre las marañas que se fundían en el campo de estrellas, divisando ese camino empedrado que hace tantos ayeres había olvidado, la antesala misma del jardín sagrado. Mentalmente giré a la izquierda y casi de inmediato giré a la derecha en donde estaban aquellas enormes mansiones con sus grandes barrotes de hierro forjado apretujadas entre sí, apenas dando espacio para continuar ese estrecho camino hacía el tan anhelado. Ahí entre esa engañosa callejuela se encontraba el lugar más divino que mis ojos conocieron, podía otra vez tocar los árboles, besar a las mariposas y saludar a los gatos que me habían recibido alegremente. Parecía que no había habido un invierno terrible y las hadas pululaban de colores entre los ríos sonoros y aquella la melodía, la llave maestra sonaba, dando a todos los habitantes una extraña apariencia… Pero desperté. No estaba en ese lugar, estaba ahí parada frente a esa ventana cubierta de lágrimas añorando ese jardín vedado. Las voces cercanas me hicieron recordar que estaba en otra etapa de mi camino pero no, no quería ya estar ahí, quería volver, o irme, pero no, ya no aquí. Entre en crisis de inmediato. Entendí que en definitiva estaba terriblemente mal. Los hermosos regalos que los gatitos me hicieron en aquellos ayeres como premisas y filosofías me saltaron en mi mente, recordándome la principal lección: Que yo ahí en ese jardín precioso era la reina, y que en la realidad no podía aspirar a menos, que en mi vida siempre fuera protagonista que no había otro camino que el hacerse responsable y amarme a mí misma en mente cuerpo y alma, y que en todo lugar que contra eso atentara, sencillamente bendijera y llenara de flores y agradecimientos. Y con el sol, partiera. El jardín fue por siempre clausurado, así nada más. Cuando acepte que así como me había ayudado a retomar el camino era hora de abandonar, solo desapareció y ya. En su lugar quedó solo un pino hermoso y espeso y dos de las doncellas gatitas quedaron resguardando. Sin duda fue un viaje bastante inesperado, pero así es como entendí que debía continuar. Volví al lugar más sagrado y entendí, que ya no había gatitos ni árboles espesos por qué había terminado su ciclo vital, y pese a que tuve un quiebre tremendo interno, te agradezco tanto que me hiciste volver a ir ahí para valorar el paso por ese lugar que aunque tantas lágrimas derramé en su nombre, es un lugar sagrado. Entendí que tantos años en sombras y dolores incomprendidos, ya no son para mí. No en esta vida entendí. El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, elegí no sufrir. Los gatitos, amables amigos míos, a veces me platican en sueños que todos se mudaron de ese lugar de hielo y que ahora solo se mandan cartas entre ellos. Me dijeron que me visitarán prontamente para llevarme una taza de té de anís y rosas de castilla. Les dije que gracias, y espero que su promesa no la cumplan más. Pero prometí a los gatitos que escribiría esta historia y que por último mandaría esta carta. Aunque no les vuelva a ver, debo ser firme en esa última promesa y no mirar atrás más. El cielo se ilumina y se abren las puertas extrañamente, no a pasajes irreales, no a pensamientos inalcanzables, sino a algo sencillo. La realidad. Sin otro punto que tratar me despido. No sin antes bendecir y ofrecer flores aromáticas a su paso y a su camino. Atentamente La antes mencionada.
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 19:53:49 +0000

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