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PERFILES E HISTORIAS: VIDEÓDROMO Este domingo en Perfiles e Historias conoce el último videoclub gourmet de Monterrey. Adiós al videoclub gourmet Agencia Reforma / Daniel de la Fuente Monterrey, México (24 noviembre 2013).- 00:00 AM Con apenas un lustro, el Videodromo Monterrey se convirtió en paso obligado para los cinéfilos exquisitos, pero no pudo contra la piratería y la descarga de filmes. El correo electrónico con el asunto Mensaje Importante llegó a las 18:15 horas del pasado 27 de septiembre a las bandejas de los clientes del Videodromo Monterrey. No se trataba de una promoción o de la llegada de algún lote de películas, sino del fin de este videoclub ubicado en la Colonia Del Valle, en San Pedro. Estimados clientes: Con gran pesar en nuestros corazones es nuestro deber informarles que ante los duros embates de la piratería digital y de malos clientes que se han encargado de dañar y extraviar nuestras películas, Videodromo Monterrey tendrá que cerrar sus puertas a partir del 25 de octubre del 2013. A nuestros clientes, ahora más que nunca, ante el inventario final que tenemos que realizar, les pedimos que apelen a sus buenos sentimientos y a su sentido de la ética y regresen todas las películas que puedan tener con atraso, sin preocupaciones por multas o adeudos, ya que sólo queremos recuperarlas. El remitente de este correo bienintencionado era Raymundo Martínez Mena, quien tras hacer un recuento de los cinco años que duró el negocio situado sobre la Avenida Vasconcelos, agradeció el apoyo de la comunidad cinéfila. Sobre todo les agradecemos a aquellos que, como nosotros, se emocionan cada vez que recorren nuestra sección de Grandes Directores o Cine de Culto, y a todos aquellos que comprenden nuestra meticulosa obsesión con el cine de todos los géneros, épocas y nacionalidades. Días después de aquel correo, este joven de 34 años –que egresó de la carrera de Comunicación del Tec de Monterrey– reconocía sentir una mezcla de alivio con pesar. Es un proyecto difícil de mantener y, de cierta manera, ahora que ya puedo volver a ver los estrenos que se avecinan sin tener la responsabilidad de comprarlos, disfruto mucho más y me doy más tiempo de ver lo que me gusta, comentó melancólico. Pero, pues sí, me pone triste por la gente que contaba con nosotros. En su cuenta de Facebook, el editorialista de EL NORTE Gerardo Puertas, cliente asiduo, lamentó el cierre. Videodromo muere. La sensación es de duelo. Videodromo es parte de mi recorrido semanal. No sólo de un lugar para la renta de películas que en Monterrey no están disponibles en ningún otro establecimiento. Es, principalmente, un espacio dónde encontrar amigos y compartir ideas, en un ambiente de libertad y de igualdad, de inteligencia y de cultura. Se trata, en suma, de un pequeño oasis en medio de un desierto. Pero ya no. INICIA EL SUEÑO Poco más de un mes después del anuncio del cierre, Raymundo envió un nuevo correo en el que apremiaba a devolver películas, pues contemplaba la posibilidad de poner en marcha Videodromo 2.0, especie de club privado con membresías limitadas. La cifra de faltantes no era cualquier cosa: casi 500 películas. Fuimos ingenuos, reconoce ahora. Debimos ser más estrictos en cuanto a los datos de los clientes: muchas de las direcciones que nos dejaron ni siquiera existían. Por esos días, Raymundo, de barba y cabello oscuros, se daba un tiempo en el ir y venir del negocio a una bodega, en la que almacenó las películas del acervo, para hablar en un café del sur de la Ciudad sobre el origen del Videodromo. El joven, de hablar rápido y que suele cerrar sus comentarios con risas, es el menor de una familia que integraron un comerciante y un ama de casa aficionada a la música. Fue hacia los 15 años de edad que, interesado en la fotografía, comenzó a involucrarse de manera seria en el cine. Entre las primeras películas que me marcaron están ET: El Extraterrestre, Volver al Futuro y Karate Kid: El Momento de la Verdad, que la habré visto como 20 veces, ríe, pero mi amor por el cine creció en la prepa. Entonces conocí a Gabriel Nuncio. Gabriel, cineasta, hijo del escritor Abraham Nuncio y de la galerista Martha Flores, describe el origen del Videodromo. Raymundo y yo nos conocimos en prepa y desde entonces nos identificamos por nuestro interés en el cine. Ya profesionalmente coincidimos en un par de proyectos y cuando surgió la inquietud de abrir un espacio para difusión del cine –más que un videoclub–, él aceleró el proceso para convertir esa idea en el Videodromo. Esto fue en el 2008, mucho después de egresar y cuando Raymundo, quien tomó cursos de cine en Nueva York, Barcelona y San Antonio de los Baños, Cuba, trabajaba con Gabriel, Israel Cárdenas y Alexandro Aldrete en sus producciones cinematográficas. Gabriel le trajo a Raymundo la idea de extender el Videodromo del DF a Monterrey. Ese videoclub, quizá con el acervo más grande del país, abrió en el 2003 y quería crecer. Gabriel, como el que trajo la idea, y yo, como socio inversionista, le entramos, cuenta Raymundo, autor de un cortometraje titulado Alarma. Convencí a papá de hacer una inversión en 2 mil 500 películas y con eso iniciamos la colección. El videoclub fue bien recibido, dice Raymundo, y la gente se sorprendió de tener a la mano las filmografías completas de directores como Wes Anderson, Spike Jonze, Christopher Nolan, Woody Allen, los hermanos Coen, Martin Scorsese, David Fincher y Pedro Almodóvar. Además del acervo, el joven introdujo juguetes de colección, pósters y camisetas. Una especie de dulcería para cinéfilos. Gabriel, quien se dedicó más a su carrera, describe los retos que enfrentaron al inicio. Cuando abrimos ya existían plataformas para ver películas en línea, legal e ilegalmente, así que ése fue un reto asumido. Decidieron que el Videodromo se instalara en San Pedro, a unas cuadras de Blockbuster y de un Saharis, para aprovechar el poder adquisitivo de esta zona, lo que no impidió que tuvieran clientes de otros puntos del área metropolitana. Llegamos a tener clientes de Apodaca, que ponle venían una o dos veces al mes, pero se la pasaban horas revisando nuestro catálogo, cuenta Raymundo. Por un lado, aprovechamos que mucha de la gente mayor de San Pedro no va a Cineteca, pero sin duda nos beneficiaron tres crisis: la de la de inseguridad, la de la influenza y la del Alex. Nadie quería salir de sus casas. Los clientes no podían resistir la tentación de alquilar alguna película, muchas inconseguibles, aunque tales filmes no eran inmunes al robo: Los Excéntricos Tenenbaum es quizá la cinta más robada. Gabriel valoraba mucho el aprecio que le tenía la gente al negocio. En una ocasión un adolescente llegó al mostrador con tres películas: Naranja Mecánica, Taxi Driver y Tiempos Violentos. Me preguntó: ¿Están chidas estas películas?. Las rentó y cuando las regresó yo sabía que su vida había cambiado para siempre. Los chicos del Videodromo quisieron darles más opciones a los clientes, por lo que se inventaron el Club del Cine, un espacio bien equipado en el que la gente podía disfrutar de filmes. Incluso hasta tenían un snack, pero lo debieron retirar cuando un día dejaron encendida la freidora de papas fritas y el fuego se propagó en la parte alta. No pasó a mayores. Club del Cine se convertiría en Cine en el Parque, un proyecto para llegar a públicos que no suelen ver cine de arte. El prestigio del Videodromo se consolidaba, pero los avisos de que la batalla estaba perdida fueron el cierre en Estados Unidos del gigante Blockbuster y del propio Videodromo capitalino, en el 2012. Hice lo que pude por aplazarlo, pensamos que esto duraría unos años más, pero desde el principio sabíamos que esto tenía el tiempo contado, aclara Raymundo. Lo hacíamos por amor al arte, lo que quizá sea la peor manera de iniciar un negocio. Se fueron quedando solos. Los videoclubes a nivel global enfrentan una situación parecida, aunque el Videodromo resistió demasiado. Pero la realidad era inaplazable. Lo que nos pegó con fuerza fue que los servicios de internet mejoraron: ahora cualquiera tiene 8 megas para poder bajar una película en 15 minutos, media hora. La situación ya fue insostenible y tuve que tomar la decisión. Ahora sí que, parafraseando a aquel éxito de The Buggles con el que se inauguró MTV, la descarga (legal e ilegal) mató a la estrella del videoclub. QUEDA LA NOSTALGIA Llegó el 20 de noviembre, día del quinto aniversario del Videodromo, y el local que ocupaba ya está vacío. No volverá. Uno de los primeros en dar su impresión sobre el fin del videoclub fue el crítico de cine y promotor cultural José Quintanilla. Fue el último videoclub gourmet en Monterrey, porque estaba otro en Gómez Morín, Pegaso, que se extinguió hace años, y aquellos subterráneos, como el de un psicólogo que usaba su consultorio como un videoclub, pasaron al olvido, dijo sobre el cierre del espacio, que no trascendió más allá de la comunidad que lo frecuentaba. Raymundo reflexionaba la posibilidad de hacer el Videodromo 2.0, un club privado, pero ya lo descartó. Demasiada inversión, mucho compromiso. Seguirá organizando proyecciones al aire libre, por qué no; instalará algún negocio que de veras le sea rentable a él y a su familia, por ejemplo de comidas, y seguirá trabajando en su carrera como creador. Dice que la aventura valió la pena: que ayudaron a formar públicos y a enriquecer los que ya existían. Ahora habrá que capitalizar a los más de 10 mil seguidores del Videodromo en la red y seguir promoviendo el buen cine. Por lo pronto, deberá decidir qué hacer con las 10 mil películas que conforman el catálogo del Videodromo. Aún faltan 500 que no le han regresado y que habrá que seguir reclamando. Imagínate, nos trajimos 2 mil 500 del DF y con el tiempo, de tanto comprar, ahora... ¡tenemos casi 10 mil!. Raymundo no para de reír ante la estimación insólita: más o menos 7 mil fueron las películas adquiridas en este lustro. Quizá ése fue otro motivo por el que tuvimos que cerrar..., reconoce.
Posted on: Sun, 24 Nov 2013 19:17:26 +0000

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