CAPÍTULO VII – CONFESIONES DE AMIGAS Al llegar a la mansión - TopicsExpress



          

CAPÍTULO VII – CONFESIONES DE AMIGAS Al llegar a la mansión de la familia, Perla invitó a su amiga a acompañarla a su alcoba. Allí, le contaría historias sobre fiestas que las chicas del colegio organizaban, con el Colegio Militar de varones. - ¡Ni te imaginas las fiestas que salen, Valeria! Chicos del último año del Colegio Militar, asistían a las fiestas que organizaban las chicas del último año de nuestro colegio. ¡Por Dios, lo que daría por volver a verlos! El año pasado conseguí ingresar gracias a que una de las organizadoras, era la líder de mi agrupación y nos hizo entrar de incógnito a todas. Esa vez, conocí a un grandote que egresaba ese año y bailamos toda la noche. ¡Ay, estuvimos cerca de concretarlo! – contaba Perla muy emocionada. - ¿Pero qué pasó que no pudieron? – preguntó Babi Valeria. - En el momento que habíamos quedado en ir a la cocina para hacerlo, nos cayó la poli encima. Un vecino nos había denunciado por ruidos molestos y vinieron a parar todo. Yo lo observé todo desde la cocina y vi como a mi grandote se lo llevaban detenido, por haber agredido a un oficial. Me quedé tan triste esa noche. La policía detuvo a todos los participantes y llamaban a los padres para que los vengan a buscar. Yo conseguí zafarme, escapando por el patio trasero y conseguí perderme en la oscuridad de la noche. Si mis padres se enteraban, adiós libertad. – relató Perla. - ¡Dios mío, qué mala fortuna! – expresó Valeria - La verdad que sí. Pero aun así, mi pensamiento quedó en que iba a ser mi primera vez, pero bueno… El reloj quiso retrasarlo un año más - dijo Perla sonriente. - ¿Y si este año lo organizas tú? - propuso Valeria. - No creo, mi madre no lo permitiría. - respondió Perla - Precisamente sobre ese tema mi madre me previno, ya que este tipo de fiestas es blanco fácil de delincuentes y malhechores. Es más, una vez me contó su historia: Estaban en plena celebración con sus amigos, cuando un grupo de pandilleros ingresó a la casa arrasándolo todo. Entre ellos, hubo uno en especial, que a pesar de todo lo que le había hecho, supo robarle el corazón. Ese tipo era conocido como "Hache" o algo así y tenía mucha fama a causa de sus desmanes públicos. A su vez, me contó que en ese entonces tenía una amiga, la cual terminó abrochada al amigo de ese tal "Hache". Una noche, el amigo de Hache tuvo un accidente fatal, que terminó con su vida y casi mata a la amiga de mamá. Hache se puso como loco y hasta llegó a agredir a mamá. Ella se fue del lugar espantada, porque el dulce hombre que había conocido en ese malviviente, había muerto con su mejor amigo. Y para peor, su amiga de toda la vida, prefirió seguir a ese tipo en lugar de acompañarla y consolarla. Por todo lo sucedido, mi madre teme que esa historia se repita conmigo. - Terminó relatando Perla. - Por Dios, pero que historia más triste amiga. – opinó Valeria. - Sin embargo, a lo que le tengo miedo no es a lo que me pase a mí. Sino a la verdad, sobre si mi madre realmente ama a mi padre o si sigue enamorada de ese "Hache"- dijo Perla. - Perla, si hay algo que es seguro, es que si el primer amor ha sido verdadero, deja una huella difícil de borrar. Pero aun así, nunca dudes si tu madre ama o no a tu padre. Ellos se aman, velo de esa forma. – Intentó aconsejar Valeria. - ¿Pero de qué sirve jurar un amor vacío, eh? – preguntó Perla casi al borde de las lágrimas. La conversación finalmente fue interrumpida por el llamado de Babi desde la planta baja: - ¡Reunión en la sala señoritas! - Avisó la madre desde abajo. Valeria trató de contener a Perla, que se había emocionado relatando esa historia de amor. Cuando finalmente pudo reponerse, las dos bajaron al salón principal. Allí, Babi las esperaría para reunirse mientras esperaban el almuerzo. Cuando estuvieron las tres juntas, Babi arrancó la conversación: - Y dime niña ¿A que se dedican tus padres? - Bueno, mi padre es administrador rural. Trabajaba en una estancia de Logroño y trasladó su trabajo a Barcelona donde administra a distancia el campo. Y mi madre es profesora de italiano. Viajó mucho tiempo por Italia perfeccionándose. – dijo Valeria - ¡Ahhh! Entonces es de ahí que tu madre adoptó tu nombre para bautizarte. - Supuso Babi. - ¡Basta mamá! Deja de incomodar a Valeria queriendo averiguar el origen de su nombre. Pareces la Guardia Civil queriendo investigar – pidió Perla a su madre. - ¡Anda niña, solo quiero saberlo nada más! – respondió Babi - Está bien señora, no se haga drama. Quizás tenga razón. Nunca me explicó bien donde había oído ese nombre – dijo Valeria entre risas por la comparación de Perla con la Guardia Civil. - ¡Ahí la tienes Perla! ¿Ves que no le molesta? – le enrostró Babi a su hija. - Basta mamá, en serio. La traje aquí porque quería que conozcas su cualidad más grande. Babi Valeria es una muy buena escritora – dijo Perla mirando a su nueva amiga. - ¿Lo dices en serio? – dijo Babi echándose hacia adelante en su sillón, en dirección a Valeria. - Bueno, eso lo dice porque ella si leyó mis escritos. Según ella, le han generado emociones y pensamientos. – dijo Valeria con total humildad. - ¿Te molestaría si te pido para leerlos? – preguntó Babi. - No, adelante. Con todo gusto. – respondió Valeria buscando el cuaderno en su mochila. Una vez en sus manos, se lo acercó a Babi madre para que lo lea. Babi comenzó a leer en silencio los escritos de Valeria. Sin lugar a dudas, el perfume de las hojas del cuaderno, atraían su buen gusto. Pero entre los poemas que leyó, hubo uno en particular que le hizo recordar momentos de su juventud. Y en su juventud obviamente se encontraba "él". Babi cerró el cuaderno con la mirada extraviada. Su hija lo detectó: - ¿Mamá? ¿Te sientes bien? – preguntó Perla adivinando los estados emocionales de su madre. - Si hija, me siento muy bien – respondió Babi recuperando el conocimiento – Vaya niña, realmente sabes expresarte. Eres toda una romántica. – le dijo a Valeria. - Muchas gracias señora. Pero créame, que la mayor parte del tiempo soy muy rebeldona. De hecho, a mi primo lo tengo a los golpes – dijo Valeria haciendo reír a Perla. - ¿No tienes hermanos? – preguntó Babi. - No, pero tengo a mi primo que es un poco un hermano y otro poco un amigovio. Ambos sabemos donde están nuestros límites – respondió Valeria. De golpe, la charla se vio interrumpida con la llegada de Horacio y Andrés. Ambos ingresaron a la casa discutiendo por trabajo. Andrés, que estudiaba administración de empresas, había comenzado a trabajar en la empresa constructora de su tío Gustavo, mientras que Horacio, que estudiaba abogacía, prefería rehuirle al trabajo. La historia de Andrés se completaba, con la decisión de Gustavo de darle su apellido y adoptarlo como hijo, aunque ambos sabían que eran tío y sobrino. En ese caso, Andrés prefería llamarlo "Padrino" ya que fue también su padrino de bautizo. Cuando Horacio entró al living, lo hizo vociferando como de costumbre: - ¡Hola mamá! Veo que tenemos visitas hoy – dijo mirando a Valeria. - Pues es MI visita pendejo. ¡Cuidado con lo que dices o haces! – saltó Perla desde su sillón. - Pues acostúmbrate a compartir, enana – dijo Horacio y dicho esto, le arrojó su cazadora por la cabeza a su hermana. Perla se arrancó la cazadora y salió a correrle: - ¡Ven acá pendejo! ¡Te dije que no hagas cagadas! – gritó Perla completamente sacada, yendo detrás de su hermano que se escapaba por los pasillos de la mansión. Al ver esto, Babi saltó de su sillón y salió corriendo detrás de sus hijos para parar la pelea, teniendo en cuenta el bochorno que le generaban frente a la visita. Valeria, que había contemplado la escena, no podía aguantar las ganas de reírse ante el triste espectáculo que brindaban, su amiga y el hermano de esta. Sobre todo, fijó su mirada sobre ese muchacho desfachatado e irrespetuoso, y encontró con él muchas coincidencias, respecto a su personalidad. En ese momento, Andrés aprovechó la distracción y eligió un modo más elegante para presentarse. - Discúlpame, pero ese tipo de escenas es muy común en esta casa – dijo hablándole al oído a Valeria. Ella se dio vuelta, lo miró y respondió - ¿Y tú? ¿No participas? – preguntó mientras miraba sus profundos ojos azules. - Rara vez. Hay veces que me involucran y quedo en medio. Pero por lo general no soy así. – respondió Andrés. - Pues, no pareces su hermano. - No, claro que no. Soy Andrés, primo de esos dos. – dijo él terminando de presentarse. - Me llamo Babi, pero puedes llamarme Valeria que es mi segundo nombre – respondió ella. Andrés tomó suavemente su mano, la levantó hacia su cara y la besó, como un caballero feudal. - Pues es un gusto conocerte Valeria. Me alegra mucho que Perla te haya elegido como amiga. - ¿Y dime qué haces tú por aquí? – preguntó ella tratando de cambiar el tema. - Siempre vengo después del trabajo. Trabajo con mi padrino y estudio a la vez. – respondió él. - ¿Y tus padres no dicen nada? – preguntó ella. - Más bien mi madre. No tengo padre. Nunca lo conocí. Sin embargo, mi padrino Gustavo es lo más cercano a un padre que tengo – dijo Andrés sin ruborizarse. - Lo siento mucho. Perdóname por habértelo preguntado. – dijo Valeria un tanto avergonzada. - No hay problemas. No es algo de lo que me tenga que preocupar. – dijo Andrés con simpleza. En ese momento, Babi apareció de vuelta en escena. Había conseguido frenar la reyerta entre hermanos. - ¡Ay querida! Perdóname por este bochorno. Pero estos dos siempre se la pasan a las manos. – se disculpó. - No hay problema señora. De hecho, su sobrino me lo contó todo. – dijo señalando a Andrés. - ¡Ah, Andrés! Hola hijo, ¿Cómo estás? ¿Viene Gustavo a almorzar? – preguntó Babi - No tía, todavía no. El tío se quedó porque hubo un inconveniente en una obra y lo necesitan al mando en la oficina. Me mandó hasta aquí para que te avise eso y me invitó a que me quede a comer con ustedes. - ¡Pues llegas en un gran momento! Esta brillante niña escritora se quedará a comer con nosotros – festejó Babi. Andrés tomó disimuladamente de la mano a Valeria y le dedicó una mirada cómplice. Valeria sonrió con timidez y suavemente retiró su mano de las de Andrés. - ¿Y mi hermana como está? – volvió a preguntar Babi madre. - Mamá fue avisada que no iba a casa a comer, por lo que iba a hacer algo de ejercicios a la playa y luego volvía a casa a comer. – respondió Andrés. - Pues llámale y dile que suspenda la gimnasia, que se viene a comer con nosotros. - ordenó Babi. Dicho esto, Andrés llamó a su madre y en 30 minutos Daniela estuvo en la mansión. Durante el almuerzo donde se intercambiaron muchos temas, Andrés no dejaba de mirar y dedicarle sonrisas a Valeria. A su vez, Valeria miraba de reojo a Horacio quien comía prestando atención a las conversaciones. En un momento dado, Horacio la miró y ella agachó rápidamente la mirada. Él quedó pensativo: "¿Qué le pasa a esta chica? ¿Por qué se comporta de esa forma? ¿Qué me estaba viendo? Es tímida sin lugar a dudas, ya que agachó la mirada ni bien le eché un vistazo." pensaba mientras comía. Tras haber terminado el almuerzo, Perla le informó a su madre que era hora de devolver a Valeria a casa, por lo que se ofrecieron a llevarla. Antes de salir, Valeria le pidió a Perla para volver a la alcoba. Quería decirle algo: - Bueno, ya estamos aquí, ¿Qué quieres decirme? - preguntó muy curiosa Perla. - No creerás lo que me acaba de suceder. – dijo Valeria - Hmmm… Te gustó mi primo. ¡Lo sabía! ¡Sí, eso es! ¡Te gustó Andrés! – Exclamó Perla adivinando. - Sí, pero no es solo eso. Me preocupa por un lado, porque Valentina también lo ama. Y por otro lado, me está gustando otro chico – dijo Valeria a punto de ruborizarse. - ¿Quién? ¿Quién es? ¿Lo conozco? ¡Venga amiga, desembucha! – preguntaba Perla cada vez más animada. - Es queee… - Valeria no se decidía. - ¡Vamos amiga! ¡No tengas miedo! ¿Alguna vez te oculté algo yo? - No, no es eso. Es que a ese chico, lo conoces y mucho más que bien. – dijo Valeria. - ¡Pues no sé quien es! ¡Dímelo! No tengas miedo – exclamó Perla casi excitada. Valeria respiró muy profundo para contestar. Tenía miedo de que Perla se enoje con ella y que no le hable nunca más por la persona que le iba a nombrar. Hasta que tomó coraje y lo dijo: - Horacio… Me gusta tu hermano Horacio. – confesó. Perla al oír esto se quedó muda, mirando a su amiga con cara de como si le estuviese haciendo una broma. Comenzó a largar una risa cínica, para luego desparramarse en el suelo a carcajadas. - No estás enojada… ¿no? – preguntó Valeria con miedo. - ¿Qué? No estoy enojada. ¡Simplemente me causa mucha gracia lo que me dices! ¿Qué le has visto de guapo al orangután de mi hermano? – dijo Perla sin parar de reír. - Aunque no lo creas tiene su encanto. Lo noté muy impetuoso, masculino, agradable… Hecho a mi medida, con muchas coincidencias en nuestras personalidades. - Bueno, pues si tú tienes un asunto pendiente con él, allá ustedes. No quieran meterme en el medio. Ahora, por lo de Andrés no te preocupes. Debemos hablar con Valentina y ayudarla en todo caso. - Creo que no es conveniente ayudarla. Dejemos que los dos arreglen sus cosas solos. Recuerda que no es bueno un amor a la fuerza. - Tienes razón – dijo Perla reflexionando - ¿Vámonos ya? Ambas bajaron y salieron a buscar a Babi, que las estaba esperando fuera. Subieron al Mercedes negro y llevaron a Valeria a su casa. Cuando llegaron al edificio donde vivía Valeria, en ese momento salía del garaje una camioneta plateada. Era Hugo que salía para volver a su trabajo. Valeria ni se percató de la salida de su tío… Pero Babi lo reconoció. Al verlo comenzó a sentir que el corazón se le revolucionaba, por lo que le dijo a su hija: - Perla, va a ser mejor que te quedes en casa de tu amiga. Me acabo de acordar que olvidé algo en la oficina y debo salir de urgencia para allá – dijo Babi sin dejar de mirar la camioneta de Hugo que paró en el semáforo. - Pero mamá, Valeria no me invitó y ni siquiera pidió permiso para llevarme ahí. – alertó Perla. - Dile a su madre que fue una urgencia, después paso por ti. – dijo Babi desesperada porque en cualquier momento daba el verde. - Pero mamá puedo acompañarte. No tengo problemas… - ¡Basta! ¡Limítate a hacer lo que te digo! – ordenó Babi. Perla se quedó muy contrariada por el repentino cambio de ánimos de su madre. Sin poder controlar la impotencia, cerró violentamente la puerta del Mercedes y se echó a correr al edificio. - ¡Cuidado que no es de cartón! – gritó Babi y tras eso salió disparada como un coche de carreras. Hacía un minuto que a Hugo le dio el verde y se lanzó a su persecución, antes de que pueda perderle el rastro.
Posted on: Sun, 18 Aug 2013 06:01:29 +0000

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