EL AMOR ES COMO UN RAYO. NO SE SABE DONDE CAE, HASTA QUE HA CAÍDO - TopicsExpress



          

EL AMOR ES COMO UN RAYO. NO SE SABE DONDE CAE, HASTA QUE HA CAÍDO . Henri Lacordaine PERDONA SI TE LLAMO AMOR 2. segunda parte del cuento A los diez minutos volví con la bandeja y ella seguía cantando mientras hurtaba mis tostados. Le fruncí el seño y ella miró al cielo y fingió silbar mientras robaba una cucharada de conchas. Fúrica, la voz me repetía una y otra vez que me coma el plátano maduro. Me senté a su lado y corté la mitad del plátano para llevármelo a la boca. Ella me tomó la mano y dulcemente me dio un golpe. Imposible enojarme. Su sonrisa iluminaba todo, haciendo que lo demás dejase de importar. - No te enojes..ya comerás lo que no avance ¿sí? - No me enoja. Me intriga, eso es todo. - Comamos, te demoraste mucho y tenemos 15 minutos. A pesar de decirme que tenía apuro, masticaba despacio. Daba la impresión de que era la primera vez que saboreaba. Seguía con la cabeza el ritmo de la canción y bebía de su gaseosa mordiendo el pitillo con los incisivos. ¿Coqueta? la voz que había logrado mitigar, volvió con fuerza; para acallarla de una vez, hice lo mismo que ella: me puse mis audífonos y dejé que mis ideas fluyeran en torno a mis conchas deliciosas y aquellos disminuidos camarones que nadaban esporádicamente en el pocillo. De pronto me encontré escabulléndome de la realidad fiel al eco de esa voz que me recordaba que amar duele, que es una ilusión que te descalabra, te arruina los sueños que nacen al comienzo... - Sin embargo es indispensable hacerlo, Aquiles - ¿De qué hablas?- me sorprendió que su plato haya ido desapareciendo, mientras el mio seguía intacto. - Que te comas la mitad de lo mio, mientras yo me hago cargo de tus camarones. No me dio tiempo a negarme. Ya había sido despojado de mi tesoro. - Pensé que habías leído mis pensamientos. - Dejé la brujería hace dos siglos- esquivó mis ojos y se ensañó con las conchas- Come pronto o no comerás nada. deja de volar. Acabé. Bye. Y se fue sin darme tiempo a reaccionar, pedirle su nombre, su número, su...mejor así. Me evitaré problemas. Comí con prisa hasta que caí en cuenta que ella no había pagado su plato. Una carcajada de satisfacción hizo que el estómago se inflara de golpe. Un ardor que me subió hacia la garganta en forma de reflujo. Me acerqué a la caja con los billetes en la mano y la cara de pocos amigos que a... otra vez la burra al trigo. Por más que intento escaparme de su brisa, por más que busco la miseria de su olvido... - Señor, le digo que la señorita ya pagó. - ¿La conoce? - La he visto a menudo. Trabaja en el Municipio, acá cerca. Su esposo venía con ella. - Mmmm es casada. - Ya no lo he visto en tiempos. - ¿Sabe su nombre? - No, lo siento. Y sin embargo, como pasa siempre, por más que uno prometa y se jure no volver a dejar que las palpitaciones se aceleren, que la cabeza fabrique mundos paralelos, no lo consigues; me encontré con su imagen revoloteando en torno a mis complejos, a mis escrúpulos. Y no podía esperar al día siguiente, porque estaba seguro de que iría a la cita tácita. Dejé los folios listos antes de tiempo, caminé cerca del Municipio de subida y bajada varias veces hasta que me vi en una ventana con la cara de estúpido enamorado e indiqué a mi conciencia de que tenía razón, que era tarde, que el rayo había caído y su trueno me ha sacudido todos los cimientos. Llegó puntual con una funda de camarones congelados en la mano, la cara de niña traviesa enmarcada por su cabello brillante. - Hoy tengo ganas de... - Antes de que pidamos algo de comer, debes decirme tu nombre. - si, quiero irme de aquí. Debí dejar que se vaya, pero bastó un gesto con su dedo para que caminara tras de ella. Caminó despacio, ignorando mi presencia de nuevo. - La canción habla de muerte y entrega. - Lo sé, la busqué toda la noche en youtube. - Eres un niño, Aquiles, el caprichoso. Llámame Ofelia, la princesa engañada. -¿Quieres ser engañada o piensas que te engañaré? - Lo harás o yo lo haré da igual. Ofelia, nada más. El amor es un diluvio que cae de a gotas tiernas, que no deja de crecer ye inundarte. Mientras cae te apetece, luego ruegas que no te cubra, que no te ahogue. Ofelia representaba su rol, yo el mío. No había manera de sobrepasar los límites. Éramos nosotros, solo nosotros, sin máscaras ni velos, durante la hora del almuerzo. Ninguno quería ir más allá, inventando códigos secretos para decirnos que nos pensábamos sin siquiera hablarnos por teléfono. - No era mi esposo.- Me sorprendió un viernes sin que yo haya tocado jamás el tema- lo amaba decididamente, pero todo cambia, siempre cambia, quise enseñarle a ser feliz, como lo intento contigo; pero al igual que tú, de apoco, se necesita más, se quiere más y yo no podía dárselo. No podíamos, no debíamos. - ¿Qué pasó?- La detuve y me puse frente a ella, quise abrazarla, se negó. - Todo explotó como sabíamos que pasaría. Quería entregarme, él...él - Sigues amándolo. - Duele, aún duele, hasta que el dolor no cese, seguiré en su mundo y él en el mío. te pasa lo mismo, a todos nos pasa. No luché por él, no quise, él lo sabía. - ¿Lucharás por mí? - Aquiles, no pienses en eso. No cambies lo que tenemos, no jures, ni pienses en siempres o jamases. Hoy quiero estar aquí. Desde entonces sigo atento a cada día, esperando a que el agua siga en ese nivel, sin subir,. Ayer me llamó por primera vez en meses. Me dedicó Eres mi sol de Jesse y Joy y tuve que decirle que mi sol ya no existe. Ella guardó silencio por un instante que se hizo enorme... entonces tendré que encenderlo, mi amor. Aquiles, soy Sofía. Donan 13
Posted on: Wed, 03 Jul 2013 00:32:55 +0000

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