ESTE CREO QUE SI VA POR PRIMERAV VEZ , DEDICADO A MERLINI Cuento - TopicsExpress



          

ESTE CREO QUE SI VA POR PRIMERAV VEZ , DEDICADO A MERLINI Cuento 1. El Morado El Mendoza sale a las 10.30 de la terminal de Humahuaca. Deja la ruta, entra a Iturbe, para 10-20 minutos para ir al baño, comprar empanadas o que los turistas compren artesanías al lado de la estación. Sale de nuevo, vadea el Río Grande. Cruza la vía del tren que seguía hasta la siguiente estación, en Tres Cruces, primer parada de la Puna. Vadeamos el río y seguimos hacia Chaupi Rodeo, donde están las ruinas, esas que se ven perfecto desde Google Earth. En el camino pasamos por la pared donde anidan los cóndores. Repaso mi escaso quichua: Chaupi= Medio, Rodeo/Rodio del Medio. ¿Aquí traerían los animales para la señalada? Seguimos subiendo hasta el límite Jujuy-Salta. Abra del Condor, a veces se ven algunos. Abajo el camino, enfrente Colanzulí, al pie del Morado. Repaso: Abralaite, Campo El Tapial, Río Grande, Campo Carreras, ¿Pampichuela?. De ahí son dos kilómetros de ascenso hasta Pueblo Viejo. Saliendo a la mañana temprano, al mediodía puedo almorzar un sándwich de jamón y queso al lado de la barranca, donde se despeñó Emilio G. Lo había visto unos meses atrás, tirado solo en su casa, en un pedo baboso (machado, perdón por no traducir). La siguiente vez lo busqué y no estaba, el candado en la puerta. A la tercer visita me contaron; apareció despeñado, se cayó del camino, creen que iba a ver a la novia que vivía arriba, hacia el cerro. Puede que sobreviviera varios días o, mejor, solo hasta la madrugada, era difícil pasarla. El padre de María había muerto congelado por querer volver sólo a casa a la noche, machado. -20 °C, Julio. Duro. ¿Cómo se llamaba el de campo Tapial?, Ernesto, que se puso borracho después de la reunión y se enojó porque no quise dejar que volviera sólo a su casa. Bajé en el Abra Colorada. El Mendoza sigue hacia la izquierda, a Iruya. Hacia la derecha, el camino de vehículos a Colanzulí. Peñas Coloradas, sándwich de milanesa, y agua mineral. Sólo. Abajo, directo por el sendero, Río Grande, mas corto. Derecha el camino de Abralaite, pasando al lado de lo de Don Isaac. Isaac murió por un infarto, la mujer, con la hija más chica, se quedó en la casa. Murió al año. De ahí viene la Colanzuleña. Don Isaac es un ejemplo de agricultor. Siembre probaba cosas nuevas, las quinuas que trajimos de otras partes, al año las forrajeras. Pensaba. Y tejía excelentes ponchos de vicuña, pero nunca tenía uno para venderme. Ahí los ponchos los hacen los hombres, obvio. En otros lados las mujeres, por supuesto!!. Don Isaac, ¿cómo consigue el pelo de la vicuña? Tengo un fusil. Salgo para el sur, camino del cerro por el costado de la vega. Por ahí, caminando, se llega a Palca de Aparzo. Caminaba por esos caminos llevando coca para vender que traía de Bolivia, me comentó Eugenio, que ahora manejaba el tractor de la comunidad de Campo Carreras y daba el servicio. Iba y venía desde Bolivia, traía mercadería, manejaba un camión. ¿Cuál coca?, nunca pregunté. Don Isaac murió pero antes había arreglado la casa pensando en los turistas, había hecho una habitación con un baño. La acequia pasaba al lado del camino, y atrás de la casa. Si paso por ahí podría ver si la casa sigue vacía y el campo abandonado. La tierra es de la comunidad, pero todos ahí son parientes y del mismo apellido. Como los Gaspar en Aguilar, camino a Nazareno. Busco a Don Gaspar. ¿Cuál?. Acá todos somos Gaspar. Comprar, no se puede comprar, la tierra es de todos pero de ninguno en particular. Se recibe, se usa. Pero podría arreglar y sembrar al partir. Venir en Agosto a barbechar, Octubre a sembrar, Febrero dar una vuelta cuando la quinua florece y llovizna todo el tiempo. Abril para la cosecha. Vengo en esas fechas, riego, desmalezo, miro las plantas. Subiendo al cerro hay señal, así que el sobrino de Don Isaac me avisa. Dos horas a Jujuy, tres a Humahuaca. Noche en El Portillo. A la una de la tarde estoy en el rastrojo. No fui por ahí, “enderecé” por el sendero. Pasé por la escuela y seguí hasta lo de Raúl. Otra vez no traje nada. Paso por lo de María, compro latas de sardina, arroz, pan para la comida. La harina tostada de maíz sí la compré en el mercado de Humahuaca, y guardé la botella de agua mineral para la Ulpada. Con eso subimos al cerro. Como la que la chica le llevaba a la serpiente al cerro, donde se unían, hasta que ella se preñó y hubo que bajar al valle. El varón tenía seis o siete años cuando vine por última vez, y el pelo largo atado en una trenza hasta la cintura. Habrían pasado tres o cuatro años, el rutichico había pasado seguro, y ahora tendría el pelo corto. ¿Qué hacían con la trenza? Cada miembro de la familia cortaba una parte y entregaba un regalo: una oveja, dos ovejas, ¿qué más era? Raúl hizo la casa con su señora, la casa tienen que construirla los novios para ir a vivir juntos. Hay que pasar la prueba, y el Sirwiñaquy, el matrimonio a prueba. Si aguantan siguen. Si no, no pasa nada, casi todas las chicas llegan al matrimonio al menos con un hijo. El que pasa la prueba. Raúl recibió un pedazo de campo no despedrado, lo fue limpiando. Llevó la luz a la casa. Instaló la computadora, y ahora tenía la laptop. No había señal, para eso hay que bajar a Iruya. Hicieron la casa, primero el baño afuera, después compró el inodoro y la pileta, pero el agua había que traerla desde la acequia en baldes, a unos 200 metros, uno en cada mano. Ahora había terminado la cocina, y saliendo por el oeste se llega a “mí” habitación. Una cama, una silla, una mesa de luz, y luz eléctrica (Raúl llevó la luz a la casa, desde el camino, unos 200 metros). Toda para mí. Dejo la mochila, acomodo mis cosas y hablo (no mucho) con la mujer de Raúl. Raúl llegaba a la noche. La vista a la tarde hacia el oeste es…., mejor no escribir boludeces. Hay que sacarse la ciudad de encima (decirlo es fácil, para hacerlo hace falta caminar mas horas) y sentarse sobre una piedra, o la silla bajita, acá no toman mate así que no es silla matera. A la noche sí, la cena es mate cocido con pan casero. O la mujer de Raúl hace arroz con sardina de la que traje. ¿Es una atención por el regalo?. Me volví de Jujuy, dijo la anciana. ¿Qué iba a hacer allá, tengo cáncer de pecho, sola, en el hospital?. Vine a arreglar mis cosas, repartir las ovejas, dejar todo ordenado. Punto. No existe Arjuna, no existen tus primos a los que vas a enfrentar en la batalla. Ni el campo de Kurustreya, donde van a morir los Kurus. No existe el ser ni el yo, dijo Krishna. Esa es la tentación de Arjuna, la idea del yó, de algo distinto que solo yó tengo. Eres un satrya, un guerrero. Frente a una batalla no hay Arjuna, hay un guerrero, y en la guerra los satryas luchan. Yo soy tu cochero, tú tensa el arco. El zen es la flecha, el arquero es la flecha, el arquero es el arco. Dos horas, dijo Raúl. En dos horas llego desde casa (3500 m) a la punta del cerro (5000 m). Es Julio, bueno porque no llueve, pero hay que salir temprano, llegar a la cima antes que se haga mediodía, recorrer y volver, antes que se haga noche. En dos horas no llego, la taquicardia no me dejará. La mochila de mano sola; la otra, grande, queda en la casa. La bolsa con harina tostada (la otra, de maíz morado, necesita agua caliente que no tenemos). La botella para mezclar la harina con el agua que sale de las vertientes, nada más. Con eso aguantamos todo el día, lo sabía de otros viajes. En el camino puedo comer: ajipilla, culima, papa del cerro, quehuarque, sobra. La coca no me convence. En la mochila la cámara de fotos, los prismáticos y unos diarios viejos por si aparece una planta que no conozca. El siguairo de siete colores es una planta importante para curar el susto sahumando al enfermo. Protector solar (factor 65), sombrero, y nada más. Al cerro lo habían subido los arqueólogos en la década del treinta, y descripto el sitio ceremonial Inca, junto a la planicie al lado de la punta. Habían rescatado fragmentos de cerámica, no había duda sobre el origen. Creo que fueron los últimos (arqueólogos) en subir. A la izquierda el camino que lleva a Sala Esculla, el abra está a 4700 m, por ahí van los maestros. Tunupa es el rayo, y el Apu/dios de las tormentas y lo que favorece a los cultivos. Un rayo te mata, pero no hay que tocarlo. El segundo (si viene), lo resucita; si lo hace es yatiri. Hay muchos rayos en el verano en la Puna, y tormentas. ¿Cuántos: 30, 100, 300 muertos por el rayo al año? Hay pastores solos cuidando ovejas y llamas. Y la tormenta se forma en un rato, yo vi crecer la nube volviendo de Yavi. Cuando pensé en la novela, Runa Horco terminaba ahí, en la punta del Morado (¿Colanzulí es morado, en quichua?). Mirando al este, al Chacu de los Chiriguanos. Atrás quedaban los Andes, y el Imperio, cayó Atahuallpa, Huascar murió, la resistencia también. Ya no había imperio, fin de la novela. Al este una luz que no puede ser la de Buenos Aires/San Pablo, 500 años después. Para Tupac Amaru faltan más de 200. En ese momento fue una fantasía. Un Inca, solo, en la punta del Cerro sin nada por atrás (en pie). Sabía que los Incas habían andado por ahí, estaban en Titiconte, a la vuelta de Iruya. Pero no era tan claro como cuando lo comentaba Beatriz, los Incas habían traído gente aquí, Mitimaes del Titicaca, a explorar las minas de oro y plata. Los Incas ya no estaban, pero la quinua que siembran en los cerros es prima segunda de la que hoy crece al lado del Titicaca, más de 500 años después. O sea que el cuento no era tan cuento, y los mapas de Furlong lo mostraban. Al este de La Quebrada, mas allá de los Ocloyas. Hacia el este, en un lugar impreciso, decía “Orechones” (orejones): Los funcionarios Inca con aros pesados que le estiraban las orejas. Vestidos con el poncho en damero blanco y negro. ¿O eso era solo para los generales del ejército? Para ser orejón había que ser Inca, de la nobleza, no cualquiera. Igual que en Cuzco, cuando ejecutaron a Atahualpa en Cajamarca y luego no hubo vuelta atrás, se fueron a la selva, a Vilcabamba. Pero igual los agarraron, y los delataron y lo ejecutaron. Dos españoles que llegaron haciéndose pasar por amigos. Acá también, cuando llegaron noticias de la invasión/derrota (los chasquis corren rápido) decidieron no volver, y se fueron hacia el este. Desaparecieron. David, Fascio, son altos, lindos tipos, flacos y de nariz aguileña, bien Incas. ¿Serán? Arrancamos siete y treinta. Mate cocido con pan, 10 °C bajo cero. Hacia el este y arriba. Chulo sobre las orejas, remera de gortex, camisa, buzo, campera. A la hora estoy en camisa. Raúl adelante, yo trato de salvar el honor, cuando puedo. Arriba el cerro se ve blanco, granizo que cayó la noche anterior. Al mediodía, cuando llegamos, no quedaría ni el resto del rocío. No llevamos caballos, no tenemos nada más que las mochilas y no hacen falta. Raúl, adelante. Una hora y parar. Sin GPS no sé la altura, debemos estar cerca de los 4000, la casa de Doña Polonia se ve abajo chiquita. En el camino de Esculla no se ve a nadie, los maestros bajan a la tarde a tomar el Mendoza para Humahuaca, hoy es viernes. Hoy no hay cóndores. A veces, cuando pasan cerca, se escucha el silbido cuando cortan el viento. Parecen de una pieza, las alas extendidas y rígidas como un avión, a diez metros nos explora. Hoy no. El camino sube despacio, sin mayor peligro. Solo elegir si hacer el mas largo y suave o el corto y esforzado. Al comienzo el corto, después solo el largo. Trastunando el cerro esta Volcán Higuera. Ahí es mas bajo, hace calor, plantan higos y yacón. La piedra es bien morada como el cerro. La tola desapareció hace rato, ahora hay yareta e iros (Iruya, Iru-ya, tierra de los Iros, Alberto-yoc, lo de Alberto, Alberto´s). Pasamos un puesto. Un corral de pirca, una habitación de 2 x 2, lugar para un fogón. Techo de cardón, piedra y adobe. Unas frazadas viejas para el pastor, y que al lado se acurruque el perro. Al cerro sin comida, hay que aprender a arreglarse solo. Con los yuyos y los animales, como en el tiempo de los ñaupas, cuando no había sol. Al lado del batán, tus padres no me pueden ver. Haces un pozo al lado del batán, me escondo ahí y me llevas comida, harina de maíz, como cuando ibas a verme al cerro, dijo la serpiente. Pero la mandaron engañada al pueblo de la banda, y buscaron abajo del batán, y la serpiente gorda no se movía, y la mataron a palos y machetazos. La sangre de la serpiente se repartió sobre el cuerpo, y regó los cultivos. Cuando la mujer volvió abortó, y las serpientes pequeñas quisieron escapar, y meterse en los agujeros, pero los mataron también a palos, con las herramientas de labranza. Aynis, hay que cantar aynis cuando sembramos, los mismos que cuando íbamos a la guerra. A matar a las serpientes, a barbechar los cultivos, a matar a los ñaupas, que no bajen más del cerro, siembren serpientes. Que se consiga un marido como la gente, un hombre de verdad, no un demonio. Dos horas mas y parece que estamos en la punta del cerro. ¿Es un Apu el Colanzulí?. Seguro que también. Apu-Tunupa, Apu-Colanzulí, San Santiago el 25 de Julio, en Victoria o Pampichuela? ¿A cuál voy? Falta una semana. ¿Qué más se puede pedir?, dijo Raúl. La casa tenía muro de piedra abajo, adobe arriba, techo de paja, corral para 100 ovejas, y un patio grande, bien apisonado. Bajábamos de Aguadas, ¿Qué más? Íbamos llegando, hace una hora pasamos la Apacheta en el Abra que daba paso al otro lado, camino al monte. Mas arriba estaba el centro ceremonial, un cuadrado de piedra, bien ordenadas al estilo Inca. Poco más, caminando alrededor, algunos fragmentos de cerámica, obsidiana para mostrar en casa. Nuestra primer arma, uno, dos millones de años. Puntas de flecha perfectas, ésta solo un fragmento, lo que quedó del trabajo al golpear la piedra. Hacia el Norte algunos cerros comienzan a oscurecerse, por la sombra de otros. Sopla viento de atrás, del otro lado del cerro. Por ahí no vienen las nubes, es demasiado alto. ¿Entonces cómo llega el viento? No viene de ahí, sube desde Iruya, por ahí es mas bajo, así entran las tormentas. Acá comienza el Bermejo, 30 % de los sedimentos del Paraná. Vos si que tenés información al pedo, dice Gustavo. Gustavo es práctico, concreto. Es Julio, en Julio no llueve. Pero es la Puna, no un reloj suizo. Y en la Puna las tormentas aparecen del golpe, a la vuelta de cerro. En invierno no llueve, nunca. Hoy sí. Comienza a hacer frío, porque las nubes que suben tapan el sol, y ahora aparecen del Noroeste también, ahí los cerros son mas bajos. Comienza a lloviznar; a ponerse la campera y la capucha. También truena y relampaguea. El primero te mata, el segundo (si tenés suerte) te resucita y sos un yatiri, un chamán. ¿30, 100, 300 muertos al año?
Posted on: Tue, 24 Sep 2013 10:28:15 +0000

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