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LA CALLE REAL POR FIN EN ARMENIA SATYAPREM EL FIN DE LA BUSQUEDA Gilberto Montalvo Jiménez Armenia agosto 8 de 2013 Todos se han preguntado si se trata de un vermífugo contra las ascárides o algún kinopodio preparado por Aralthel para arrojar vía natural-anal u oral- las lombrices que se alojan de manera impenitente en las abultadas panzas de niños que se alimentan de la tierra donde nacieron. Satyaprem llama la atención por su sonoridad parecida a ciertos efectos guturales de indígenas de la Patagonia o Tupinambás o quizá una selección indiscriminada de yerbas para rituales de mansedumbre animal. Por qué no, aseguran otros, un tesoro guardado en las entrañas de las intimidades exotéricas que auscultan de manera reverente las curiosas verdades entrelazadas entre lo místico y lo mundano. Vaya uno a saber pero lo que sí es cierto es que la sonoridad de Satyaprem puede fácilmente compararse con la augusta identidad de un supositorio para aminorar los desastres hemorroidales. Son especulaciones, diríamos, sobre el arrollador encanto de una palabra que se ha hecho famosa en las últimas semanas en el departamento del Quindío ya que incluso periodistas de raigambre matutino prestaron sus engoladas voces para disfrutar al aire el encanto del mantra de moda.”Ya llega Satyaprem, no se lo pierda” No se puede desconocer que la furia es total cuando se habla de Satyaprem ya que nunca antes por estas calendas se había notado tanto interés y reverencia por el murmullo lejano de una aplicación terrenal con suficiencia espiritual. Son tantas y tantas las reverencias que incluso pecadores inmarcesibles de la talla de Luis Fernando Palacio se han inclinado en señal de acatamiento y postrados en hinojos ante la aparición celestial de la nueva versión terrenal de un remedio para todos los males identificado como Satyaprem, con elaboración nacional y patente universal. Se puede colegir que no se trata de un genérico sino de una sustancia súper certificada con las más estrictas recomendaciones de la FDA (Food and Drug administration). En definitiva nadie puede perderse a Satyaprem porque para ser justos a última hora nos hemos enterado que para poder tener acceso a este revolucionario invento de la brutal comercialidad con las angustias mundanas solo hay que despojarse de míseros 500 mil pesitos, solo 500 mil nada más, para ir este fin de semana al Hotel Armenia y escuchar de viva voz como Satyaprem pide a gritos que nos olvidemos de lo mundano del dinero, de las cosas fatuas, interioricemos las penas y las quejumbres y de paso poder llevarse una alforja, que seguramente de manera rápida y segura, irá a parar al Brasil llena de sonoras carcajadas para el propietario de tan sutil encanto y desgracia de los pobres guevones. Entretanto, Osho que descanse en paz.
Posted on: Thu, 08 Aug 2013 21:02:56 +0000

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