*"¡Puta vida!"- Se gritó en su interior al ver la acción de la castaña. Tomó con rabia las sortijas y se las echó a un bolsillo. Golpeó fuertemente una de las paredes del corredor en donde se encontraba y no sintió dolor, en cambio un poco de su ira se fue en ese golpe. Miró fijo a la pared y dio otro golpe. Otro más con la otra mano empuñada, y otro más. No le dolía, solo sentía cómo el cabreo disminuía con cada golpe. De repente todo volvió a sí. No había disminuido el cabreo, por el contrario, había aumentado. Golpeó con fuerzas la pared cual saco de boxeo, sin notar sus nudillos, primero rojos, ahora raspados y ensangrentados. Sintió un leve picor cuando dio otro golpe y vio cómo la pared quedaba manchada con un poco de su purísima sangre. Hizo una mueca de desprecio para luego volver a golpear, con el mismo brazo. Volvió a sentir el ardor, y, paradójicamente, le gustó. Otro golpe con la otra mano y la pared ahora tenía dos manchones de sangre. Se había ido, otra vez. Lo había dejado, otra vez. Y él era, otra vez, quien sentía todo el cabreo, la frustración, y la necesidad absoluta de salir corriendo a donde ella y pedirle perdón de rodillas. Pero no, no podía, no tenía ganas ¿Qué iba a hacer? ¿Irse detrás de ella, rogarle que volviera y luego, cuando estaban bien, pelearan y ella volviera a dejarlo? Frunció el ceño ante esos pensamientos y golpeó la pared nuevamente. Se miró las manos y tensó sus nudillos. Hizo una mueca de desprecio y dolor, para luego encaminarse hacia las mazmorras, no tenía ganas de que en la enfermería vieran sus marcas y luego los chismes comenzaran a volar nuevamente* ¡Puta vida! *Verbalizó en bramido el primer pensamiento que se le había venido a la cabeza y tensó aún más sus puños, sin dejar de caminar cabizbajo y con la furia reflejada en sus ojos fríos y plata*
Posted on: Fri, 09 Aug 2013 22:51:12 +0000
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