...Si el juego de la selección salvadoreña de fútbol, resulta por esas misteriosas "casualidades" de los torneos, programándose en la ciudad de Baltimore y frente al equipo local, frente a los patrones, frente a los gringos, la excusa por asistir a semejante evento deportivo se desborda y nada puede impedir que un salvadoreño asista al estadio, así sea faltar al trabajo, vencer distancias y pagar cualquier precio por la entrada al estadio. Siente la necesidad de apoyar al equipo nacional, pero mayormente tiene la necesidad de sentirse salvadoreño. Aunque sea solo por 90 minutos, pero ese cortísimo período de tiempo es suficiente. El resultado es lo de menos. Se sabe, o al menos se intuye, que el fútbol salvadoreño no es competitivo y que, de no ser por elementos imputables a la suerte, el equipo no tiene nivel para enfrentar a los equipos del área. Eso no importa cuando en un país extranjero se escucha el himno nacional cantado por más de cincuenta mil personas. Cuando se está lejos de casa. Es en ese momento cuando los colores azul y blanco de la bandera, el escudo, y las letras del himno, si es que alguien les ha puesto cuidado alguna vez en la vida, tienen sentido, y se grita y se llora, porque hasta ese instante la nacionalidad adquiere importancia. El resultado es lo de menos. Siempre ha sido lo de menos. Lo importante, al final del partido, aunque se pierda, es sentirse salvadoreño. No queda de otra.
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 14:52:17 +0000
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