Capítulo 10 - Guapetón, ¿puedes venir un momento? David se - TopicsExpress



          

Capítulo 10 - Guapetón, ¿puedes venir un momento? David se encontraba en el salón, colgando un cuadro de un lindo paisaje que ella había comprado el día anterior, pero al oír que Olga lo llamaba desde la cocina, lo dejó todo encima de la mesita del salón y se apresuró a ver qué quería. - Dime, cariño. - ¿Vas a querer huevo con la pasta? - Dudo que me hayas hecho venir para eso, así que suéltalo ya. - Te las sabes todas. Anda, abrázame, que estoy falta de cariño. - Sí, seguro.- Respondió, mientras que se acercaba a ella para cumplir con su deseo. La rodeó con sus brazos y posó su cabeza en el hombro de ella. - ¿Te vas a poner conmigo después de almorzar a organizar las mesas del convite?- Preguntó con cara de pena, de niña buena que no ha roto un plato. - Aún falta mucho, cielo, y la lista podría cambiar bastante. Vamos a invitar a doscientas cincuenta personas y estoy convencido de que muchas de ellas se caerán por el camino. Nos casamos en junio, ¡faltan ocho meses! - Pero me hace ilu hacerlo juntos. ¿Sí?... ¿Sí?... ¿Sí?... David iba agrandando su media sonrisa con cada una de las tres preguntas que ella repitió, hasta que tras la tercera ya ocupaba toda su cara y Olga la tomó por una respuesta. - ¡Eres un sol! - ¡Yo no he dicho que sí!- Exclamó él, aunque con la sonrisa instalada aún en su cara. - Pero lo has pensado. Ya me voy conociendo tus gestos y sé que me has contestado que sí, aunque no lo hayas hecho. - ¿Qué lo he pensado?- Preguntó a la vez que daba una mayor efusividad a su sonrisa.- Tú eres demasiado lista, creo yo. Hace unos meses me decías que no me entendías y ahora resulta que ya entiendes hasta mis pensamientos. - Todo lo bueno se pega, hijo. - No es por nada, pero esa frase es al revés. - ¡La frase es como a mí me salga del papo! ¿Te ha quedado claro?- Le dijo mientras le posaba la mano en los genitales y los apretaba sin llegar a causar dolor. - Eres muy convincente, pero hubieses conseguido el mismo efecto sin semejante ímpetu. - ¿Así?- Preguntó ella con la voz melosa, a la vez que acariciaba la zona que poco antes oprimía. - Mejor, pero estoy convencido de que con tus armas de mujer, puedes llegar a mejorarlo. A la vez que decía esto último, se ponía las manos en la cintura, mostrando una clara intención de bajarse el pantalón, pero ella puso sus manos encima de las de él y lo interrumpió. - Lo hemos hecho esta mañana y ¿ya estás así? Estás más caliente que la comida. Anda, no seas tan rápido, que se va a quemar la pasta y tú con ella. - Hija, es que no es lo mismo comer caviar que comer pasta. - Déjate de tanto caviar y ve poniendo la mesa, que ya mismo está lista la comida. - Mmmm, me tienes en ayunas y eso no me gusta. - Desde luego, que eres de lo que no hay.- Le dijo a la vez que le daba un beso, lo giraba con ambas manos y le daba un golpe con la mano abierta en ese culo que tanto le gustaba, para que se marchase hacia el salón a poner la mesa. Cuando David ya se encontraba en el salón, sacando el mantel del primer cajón del mueble, oyó un golpe seco y el corazón se le aceleró de golpe a cien pulsaciones por minuto. - ¡¿Olgaaaa?!- La llamó, a la vez que corría hacia la cocina. Cuando llegó, Olga estaba tirada en el suelo, junto a un pequeño charco de la sangre que manaba de la herida que se había hecho en la cabeza al caer. Al parecer, por alguna causa que David desconocía, la chica debió resbalar con la humedad del vapor que desprendía la pasta y se golpearía con la cabeza en la esquina de la encimera. No había otra cosa con filo para poder golpearse y cortarse y el suelo no debería haber provocado herida alguna, de haberse golpeado con él. Se agachó y la cogió por el omóplato, mientras que con la otra mano le giraba la cabeza para mirarle la herida. No parecía importante, pero seguía sangrando. Estaba inerte y con los ojos entrecerrados y David comenzó a preocuparse mucho. Le golpeó varias veces en la cara y la chica no reaccionaba, hasta que al tercer golpe comenzó a abrir los ojos, ante el suspiro de alivio que le dedicó él. - ¿Qué ha pasado? - Que te has caído, mi vida. - Me duele mucho la cabeza. ¡Ayyyy!- Exclamó cuando posó su mano sobre la herida. - Te has golpeado en la cabeza y te has abierto una pequeña herida, pero no te preocupes, no parece importante. Ahora relájate y mírame. - Ella entornó los ojos al mirarse la mano y verla ensangrentada. - Te he dicho que no te asustes y que te relajes. Mírame. Cuando ella lo miró, David se quedó observando con detalle las pupilas, sabedor de que una hemorragia interna podría dar la cara a través de unas pupilas dilatadas. Se puso delante de ella y cuando las pupilas estaban lo suficientemente dilatadas, se retiró para que el ojo de ella se enfrentase a la luz del techo. Cuando comprobó que la pupila se contraía, respiró aliviado, ya que de haber permanecido dilatada, no hubiese indicado nada bueno. Aún así, estaba decidido a llevarla a urgencias. Sabía que sería más rápido que la llevase él, antes que esperar a un ambulancia. - Me duele mucho la cabeza.- Se quejó. - Es normal, vida mía.- Dijo él, a la vez que posaba un par de servilletas de papel sobre la herida, ejecutando con ello uno de los pasos de la hemostasia. Pese a no sangrar de forma importante, había que parar esa hemorragia que, por suerte, era externa y no interna, lo cual hubiese sido realmente peligroso. Cuando era más joven hizo algún que otro curso de socorrismo y primeros auxilios en la Cruz Roja. Se había inscrito porque se veía con ganas de ayudar a la gente de una u otra forma y esa era una de las mejores maneras que se le ocurrió. Quién se lo iba a decir que muchos años después tendría esa repentina utilidad todo lo aprendido. - Anda, déjame, que voy a sacar la comida y vamos a almorzar. - ¡Tú estás loca! Ya mismo nos vamos pa la residencia. - ¿No dices que no es nada? - Sí, pero yo no soy médico, así que vamos a ir al dormitorio, te pones algo y nos vamos. Espera un segundo, que ahora vengo. - ¡Pero David! - No hay peros que valgan y no me hagas enfadar. Se levantó y fue al salón a por un cojín. Cuando volvió, se lo posó debajo de las piernas ante la sorpresa de ella. - ¿No se supone que deberías poner el cojín debajo de mi cabeza, que es donde me he golpeado? - No, al situarlo bajo tus piernas te estoy poniendo en posición anti-shock. - ¿Posición anti-shock? El shock ya me lo he dado en la cabeza. David sonrió ante la ocurrencia de Olga, que con una inocente sonrisa lo miraba, como esperando la misma reacción de él, que no se haría esperar. - Cariño, cuando se pierde mucha sangre se puede entrar en estado de shock. Se le conoce como shock hipovolémico. Además, el golpe que te has dado podría causar otro tipo de shock que se le conoce como traumático. En ambos casos, la mejor forma de prevenirlos es mejorando el riego sanguíneo al cerebro, por lo que se suele poner algo debajo de las piernas, que facilita que la sangre baje, gracias a la gravedad, hacia el resto del cuerpo. - No hay día en que no me sorprendas. ¿Y donde aprendiste eso? - Es una larga historia, así que ahora preocúpate de lo que importa. Una vez se aseguró de prevenir el shock, le dijo que esperase de nuevo a que se vistiese, que en un par de minutos volvía y la ayudaría a levantarse para que ella hiciese lo propio. Cuando se cambió de ropa, se dirigió de nuevo a la cocina y al entrar, ella lo saludó con la mano sonriendo. - ¿Crees que puedes levantarte con mi ayuda? - Creo que sí. Poco a poco se fue levantando hasta que consiguió erguirse aunque, mareada, se apoyó sobre la misma encimera que había abierto aquella herida en su cabeza. David se quedó observando toda la cocina mientras la levantaba, como tratando de entender qué había pasado. La campana extractora estaba encendida y no parecía haber en el ambiente excesivo vapor, por no decir que el piso parecía seco. La tomó de nuevo por el brazo y la llevó hasta el dormitorio, tras lo cual la ayudó a vestirse y poco después salieron hacia el hospital. - ¿Ves como no era nada?- Preguntó desafiante Olga. - Pero con los golpes en la cabeza hay que asegurarse. Si te pasase algo me muero. - ¡Ay mi niño, qué cosas más bonitas me dice! Cuando salieron por la puerta de urgencias, Sonia y Carlitos esperaban fuera y su amiga se apresuró a abrazarla. - ¿Qué te ha pasado, chochete!- Preguntó preocupada Sonia, pese a que podía comprobar in situ que su amiga se encontraba bien. - Que me he caído y me he dado un golpe en la cabeza. Ya sabes lo torpe que soy a veces, aunque nada que no se pueda solucionar con dos o tres puntos. - ¿Dos puntos te han puesto? - Bueno, han sido cinco, pero ya no me duele con el nolotil que me han chutao por vena. - No sabes el susto que me he llevado cuando me ha llamado David, tía. Y Carlitos el pobre ha tenido que salir disparado del curro para buscarme. Carlitos trabajaba en uno de tantos comercios regentados por ciudadanos chinos y hasta las nueve y media no cerraban. En realidad lo había sorprendido la llamada de su novia cuando no llevaban más de quince minutos abiertos y aunque el jefe no se lo tomó muy bien en principio, finalmente no puso objeción a que fuese a ver a su amiga. Carlitos no cogía nunca días libres, ni iba al médico, por lo que Wang Xiao se vio obligado a dejarlo ir y este se despidió como siempre solía hacer, bromeando con el nombre de su jefe. Solía marcharse despidiéndose con un "ciao", bastante similar al apellido del chino, que solía reírle la gracia, pese a lo repetitivo que se ponía Carlitos. - ¿Bueno, entonces no tienes nada? ¿Sólo el golpe? - Eso dice el médico. Me han hecho una placa y no ven nada raro. - Pues a ver si tienes más cuidado hija, que no estamos para sustos a nuestra edad. ¿Queréis que pase la noche con vosotros? Bueno, ya me entendéis... - No será necesario.- Dijo David.- He pedido el día de mañana y podré estar con ella toda la noche y todo el día de mañana. Te lo agradecemos, aunque no hará falta. Aunque si quieres quedarte...- Añadió para no parecer descortés. - Da igual. Nadie mejor que tú para quitarle los dolores. Yo sé lo que le hace falta a esta... - No empieces, que te conozco.- Dijo una sonriente Olga. - ¡Nooo! Déjala que empiece, a ver si se anima y no para...- Bromeó Carlitos, con lo que los cuatro prorrumpieron en una espontánea carcajada. Justo después, Olga dijo que tenía mucha hambre, ya que a causa del golpe no llegaron a almorzar. David les comentó de entrar al bar Alver, que estaba justo enfrente de la puerta de Urgencias, aunque Carlos desestimó la invitación, ya que debía volver al trabajo. Sonia prefirió irse con su novio y así no tendría que llevarla luego David, por lo que Olga podría comenzar a descansar antes. - Cuídamela, David.- Instó Sonia. - Descuida Sonia, no le faltará de nada. Gracias por venir. - No hay nada que agradecer. Se besaron todos para despedirse y justo después, la pareja entró en el bar. Olga se tomó tres cocacolas con otras tantas tapas, una de carne al toro, otra de ensaladilla y otra de albóndigas en tomate. David tomaría una de esta última, acompañada de una jarra de cerveza. Después se marcharon a casa y pese a que Olga se negó en rotundo a dormir tan temprano, David insistió en que debía descansar y al día siguiente se levantaría como nueva. Una vez se quedó dormida, él la tapó con el edredón porque ya hacía bastante frío. A pesar de que en Cádiz se podía ir a la playa incluso algunos días de octubre, lo cierto es que ese año estaba haciendo un frío inusual y por nada del mundo quería que su negrita se resfriase y al dolor de cabeza por el golpe, se uniese el malestar por el primer resfriado de la temporada. Una vez se quedó solo en el salón, con ella durmiendo apaciblemente en el dormitorio, David encendió el ordenador de sobremesa y se puso a buscar información sobre pérdidas de equilibrio, mareos y cosas similares. Aún recordaba que hacía unos meses que Olga estuvo a punto de pegarse un buen batacazo, de no ser porque anduvo rápida y posó su mano en la cómoda que había junto a la puerta de la suite en la que pasaron su primera noche juntos. Esta ya era la segunda ocasión en no mucho tiempo y aunque podría ser como ella misma dijo, una simple torpeza, David era muy miedoso y previsor para estas cosas y prefirió investigar. Tras un buen rato visitando foros, páginas médicas y de todo tipo, ninguna de las posibles causas le convenció, ya que ninguna de ellas se ajustaba al perfil de su futura esposa. Únicamente, la posibilidad de que ella tuviese un ritmo cardiaco anormal podría haber motivado esos posibles mareos, pero ni Sonia, ni la propia Olga habían mencionado nada al respecto, por lo que decidió descartarlo. Tampoco presentaba síntomas de tener un tumor cerebral, por lo que una de las peores opciones también quedó descartada de inicio. Cuando apagó el ordenador y se acostó, recordó aquellos bultos que su chica tenía en los pies, pero por más que trató de imaginarla cayendo por esta causa, no fue capaz de asociar ambas cosas. Cierto que aquellos bultos parecían haber crecido algo desde que los vio por primera vez y que en ocasiones tenía la impresión de que Olga andaba de forma algo extraña, pero no lo veía como razón de peso para provocar aquellas caídas. No sabía a qué se debían, pero no le convencía tampoco aquella torpeza repentina, por lo que en adelante tocaba agudizar los cinco sentidos para intentar detectar nuevos síntomas, que le ayudasen a comprender el verdadero origen. Quizás se estaba preocupando en exceso, pero tenía la mosca detrás de la oreja y no le costaba absolutamente ningún trabajo estar más pendiente, si cabe, de ella. Pensando, pensando y pensado le fue venciendo el sueño, hasta que se quedó dormido. Esa noche tuvo una pesadilla, cuyo forzado final llegó tras oír los lamentos de Olga, que pese a estar dormida se quejaba de la cabeza. David se levantó y le dio un nolotil con una vaso de agua, una vez consiguió despertarla y ambos pasaron el resto de la noche plácidamente dormidos. Al día siguiente no quedaría el menor rastro de aquel dolor de cabeza, por lo que David restó importancia al asunto y dejó pasar la cosa, ayudado en parte por comprobar que su chica no presentaba el menor síntoma de nada. No quería preocuparla, por lo que en los meses siguientes se dejó arrastrar al terreno de ella, inmersa por completo en los preparativos de la boda.
Posted on: Mon, 08 Jul 2013 12:17:52 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015