Cerrando la pinza. La entrega del sector energético y la - TopicsExpress



          

Cerrando la pinza. La entrega del sector energético y la ocupación neocolonial La entrega total del sector energético que espera el gran cartel de empresas petroleras y políticos norteamericanos -llamado Bigoil- se legalice este año para empezar a tener sus primeros “frutos” el año próximo, constituye uno de los últimos y más certeros movimientos de la ocupación neocolonial que amenaza con la desintegración de México y la cancelación de toda posibilidad de desarrollo como nación soberana. A pesar de las críticas del panismo y algunos sectores del bigoil porque la iniciativa de EPN no fue tan ambiciosa como lo había prometido, las ambigüedades de la misma, los términos inventados y el diseño para que lo determinante se defina en leyes secundarias , de la mano de las otras iniciativas del Pacto por México que están por aprobarse en unos días, son algo así como el cierre de pinza de las operaciones norteamericanas emprendidas contra México desde la imposición del neoliberalismo y el libre comercio. Desde fines de los años 70 la importancia geopolítica del sector energético mexicano fue central para Estados Unidos en el marco de la recesión mundial, la continua elevación de los precios internacionales del petróleo auspiciada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el descubrimiento de que este país había alcanzado ya su pico petrolero. John Saxe-Fernandez sostiene que es ese el momento en que EE.UU. emprenderá una guerra de autosuficiencia anticipatoria “semejante a la desintegración forzada creada por los nazis (Zersetzung) Como parte de los esfuerzos de reposicionamiento mundial de Estados Unidos, además de dolarizar varias economías del continente, se forzó a México a la adquisición de una deuda internacional impagable, precisamente contraída para “mejorar” el sector energético. A partir de esto se le forzó al gobierno mexicano a adoptar una serie de condiciones que incluían, entre otras, a) el desmantelamiento del campo, b) entrar al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) c) abrir el mercado mexicano a la competencia internacional; d) promover las exportaciones vía la industria maquiladora en la frontera; f) eliminar las restricciones existentes a la inversión extranjera directa y reducir en más del 40% el número de empresas públicas bajo control del gobierno para privatizar las 1150 empresas de todo tipo que el gobierno de México poseía hacia 1984. Además de lo ya mencionado, en materia energética se impusieron, junto con la conversión a mero exportador de crudo (y proveedor de Estados Unidos por supuesto) : 1) contratos de riesgo, 2) inversión extranjera mayoritaria en petroquímica, 3) la división de Pemex en filiales separadas, 4) la competencia interna e internacional frente a Pemex y 5): la privatización de Pemex (de distintas formas, casi siempre simuladas). Este proceso, a contracorriente de la historia oficial, no fue sencillo. El uso de los mass media, la imposición ideológica hicieron ver que el reforzamiento del dominio norteamericano fue tan sólo consecuencia histórica de un desarrollo uniforme que llevó a la superación de conceptos que habían definido otra época. Si bien el control mediático y la ofensiva cultural fueron importantes, se necesitó también de la aplicación in crescendo de violencia legal e ilegal, la desintegración de oposiciones, despliegues preventivos anti insurreccionales, fraudes electorales y hasta del genocidio velado. Así, la larga lista de violencia y represión que aún no está documentada, echa por la borda la absurda (pero fuerte) versión de que los mexicanos aceptamos felizmente la llegada del “libre comercio” y que la descomposición actual es la consecuencia de un “pueblo agachón”, porque “los pueblos tienen el gobierno que merecen”. Al horno de los noventa aparentemente impermeable se le “colaron” inconformidades que trascendieron las resistencias y se convirtieron en gobiernos y poderes populares en algunos países de América Latina y en otros, al menos, lograron disminuir la incidencia del imperialismo. Aunque en otras regiones, como en los Balcanes el guión imperial triunfó. Estas rebeliones y las medidas tomadas tanto por los economistas, como la propia lógica del sistema para superar la crisis sólo neutralizaron temporalmente y espacialmente las contradicciones. Estas neutralizaciones se hicieron más determinantes en la medida que las nuevas crisis fueron agotando los recursos, los espacios imperiales y los márgenes de juego histórico que suelen tener el capital y la caída de su tasa de ganancia. Las neutralizaciones sólo escalaron las contradicciones hasta llevarlas a un punto en que resultó de vida o muerte para el imperialismo norteamericano desatar una nueva ofensiva para sostener su poderío. Así, las guerras con las que inició el siglo XXI fueron parte de la salida que EE.UU. buscó para resolver sus problemas económicos. El control del petróleo, en tanto materia prima estratégica más importante para el sostenimiento del hegemón imperial norteamericano, fue el móvil de las operaciones. Afganistán, Irak, Libano, Libia, Somalia y Sudán fueron invadidos como parte de un plan necesario para la hegemonía norteamericana que reveló el general en retiro Wesley Clark en 2007, y que incluiría también Siria e Irán, Los múltiples intentos por romper con los gobiernos revolucionarios y progresistas en América Latina son parte de esta misma ofensiva, aunque en otro contexto. Las políticas de control en Colombia, Perú y México, y ahora más con el Trans Pacific Partnership constituyen otra forma de la misma guerra. En México, la ofensiva imperial vino con la decisión del NorthCom de tomar a México como su frontera interna en 2002 –base para lanzar luego la guerra “contra el narcotráfico y el terrorismo” - y la “integración energética de la América del Norte” bajo la premisa de borrar “las diferencias nacionales entre Canadá, EU y México” para satisfacer las “necesidades de energía de los tres países” vinieron acompañadas de una serie de reformas, llamadas de segunda generación. Estas definiciones fueron tan sólo el preludio de lo que hoy estamos viviendo y hacen tabla rasa del las posiciones entre demócratas y republicanos, es un tema que no está a discusión, pues lo que está en juego es la supervivencia del poderío económico militar de EE.UU. en su conjunto, y no los intereses de una sola fracción. El control y saqueo del espacio vital (Lebensraum en el término nazi original) se vuelve más necesario porque “las reservas probadas se están agotando a una velocidad tres veces mayor que el promedio de nuevos hallazgos” . También por el conjunto de límites planetarios complejizan la cuestión energética del mundo (estamos llegando a un peak of everything, no sólo de hidrocarburos convencionales, sino de agua, carbón, acero, oro, etc.). La Agencia Internacional de Energía alertó que deben ser adoptadas medidas urgentes para evitar que se dispare el calentamiento global con consecuencia catastróficas para todo el mundo. Dicen que el 2020 será demasiado tarde. Así mismo, para hacerle contrapeso y presionar a la OPEP, para ccompetir con Arabia Saudita, Kuwait, Venezuela y Rusia. Y como contraofensiva a la Revolución Bolivariana, la CELAC y el ALBA. El orden total del Lebensraum no ha permitido en México ni el más pequeño matiz o atenuación en pro de la estabilidad interna. El nuevo gobierno entró en escena –a pesar de la generalización masiva de protestas en su contra- con un esquema de control mediático muy fuerte, de control económico de los sectores más pobres del país y con un acuerdo interpartidario (el Pacto por México) como el del bipartidismo en Colombia tras el periodo de la violencia, la concertación que vino en Chile como simulación de la transición a la democracia tras la dictadura de Pinochet, o en palabras del PRD, como el pacto de 1977 tras la dictadura de Franco en España. Dentro de este acuerdo, que tiene maravillados a los norteamericanos, porque ahora sí, los políticos mexicanos se pusieron de acuerdo , la reforma energética es La Reforma. Esta se sostiene de cuatro pilares: 1) Quitar el papel rector del sector energético a Pemex para transferírselo al Ejecutivo. “La privatización, dice claramente el texto enviado al Congreso, será a través de la participación de terceros en toda la cadena de valor de los hidrocarburos, a través de autorización expresa del gobierno federal”. 2) Eliminar la restricción del artículo 27 constitucional para permitir contratos de extracción de petróleo por privados sin intermediación de PEMEX 3) Eliminar la petroquímica básica como un área estratégica del desarrollo nacional con la modificación del artículo 28 constitucional. 4) Permitir que privados generen y distribuyan energía eléctrica a través de los canales del Estado. “Esto podría concluirse como que una compañía extranjera o nacional podrá comprar o construir una refinería y vender al gobierno la energía producida. La CFE, al igual que Pemex en los proyectos de hidrocarburos, se convierte en “un competidor más”. Aunque públicamente se ha dicho que la reforma de Peña Nieto no es tan agresiva porque no entregará las reservas a los privados, especialistas norteamericanos afirman lo contrario: un informe de CitiGroup señala que aunque no les van a dar abiertamente las reservas a los privados, las leyes de la Securities and Exchange Comission permiten registrar como propias las reservas que el Estado mexicano les permitirá explorar y explotar, pues como estas se miden de acuerdo al valor de la recuperación de costos y los ingresos obtenidos, estas puedan ser consideradas reservas privadas. El informe remarca: si esto pasa, "los resultados revolucionarían al país”, revirtiendo la nacionalización hecha por Lázaro Cárdenas. De pasar, la nueva propuesta constituirá un traspaso de riqueza sólo comparable al despojo territorial formalizado en 1848 que representó la pérdida del 50% del territorio nacional. El Citi Research report citado en The Financial Times expresa así el impacto que tendrá la reforma: “La liberalización (…) tiene el potencial de ser el mayor logro desde el TLCAN en 1994. Con esa entrega enorme de riqueza, que hasta ahora es el principal sostén del presupuesto nacional –a pesar de la corrupción, del desmantelamiento, etc- el gobierno tendrá que sacar el dinero que ya no dará PEMEX de los bolsillo de los mexicanos, con el aumento al IVA y con gravar a alimentos y medicinas con ese impuesto, más recortes al presupuesto educativo (por ello resultó tan urgente aprobar la Reforma Educativa). “Desapareció el Congreso de la Unión. Legisla ya el Pacto por México”, así se leía en la Rayuela de La Jornada del 2 de septiembre, cuando los diputados ignoraron por completo las protestas de cientos de miles de profesores, porque el Pacto es más una agenda de Estados Unidos que un planteamiento que busque trabajarse con la sociedad mexicana. Las declaraciones de los políticos mexicanos que redactaron los políticos mexicanos en la casa de José Murat, ventiladas por el Wall Street Journal, dan prueba de ello. La concertación a la mexicana logró el más grande hito de su historia al definir con el ascenso del nuevo presidente una agenda política sumamente complicada, que ningún gobierno se había atrevido empujar por la enorme oposición social. Sin embargo, esto se hace en un escenario sumamente difícil que si no fuera por el entendimiento que es una iniciativa necesaria del imperio norteamericano, podría pensarse que los políticos mexicanos son suicidas. La crisis en Estados Unidos está llevándolos a acciones desesperadas que pueden desatar una guerra mundial con la inminente invasión a Siria y la masacre en Egipto; con el sabotaje energético a Venezuela y la violencia contra el paro agrario en Colombia; también con las presiones para consumar en menos de quince días las reformas más agresivas en nuestro país, en el marco de lo que Peña Nieto llamó los “120 días de grandes transformaciones”. Pero esto se hará en un escenario sumamente complicado en el país con la generalización de conflictos ambientales y territoriales, la escalada de violencia en algunos estados, los enfrentamientos entre grupos de autodefensa popular y el ejército, la rebelión magisterial, el casi nulo crecimiento económico, la caída de las remesas, la fuga más grande de capitales que ha tenido el país en 20 años, los despidos masivos, etc. Estamos viviendo la ofensiva imperial más agresiva contra México desde hace 150 años. Esta se presenta como un movimiento militar envolvente que, con la reforma energética, está a punto de “cerrar la pinza”. Estados Unidos está consciente que esto se le puede salir de control, por ello también ha dicho que existe “la posibilidad de que en los próximos 25 años, el Estado mexicano ‘se derrumbe´”. En El arte de la Guerra, Sun Tzu recomienda dejarle siempre una salida al enemigo, en caso contrario, si el enemigo se siente totalmente acorralado, peleará con más ferocidad. Coda: Hace unos días una movilización ciudadana dijo que al poner en “riesgo la supervivencia del país con sus contrarreformas, ellos también ponen en entredicho su permanencia al frente del gobierno de la república” .
Posted on: Sun, 08 Sep 2013 01:59:18 +0000

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