Posicion 4: Decapitated/Winds Of Creation A las puertas del - TopicsExpress



          

Posicion 4: Decapitated/Winds Of Creation A las puertas del siglo XXI, en la triste y fría Polonia, surgió una banda compuesta por músicos muy jóvenes, nacidos para tocar la gloria: Vogg (guitarra), Sauron (voz), Vitek (batería) y Martin (bajo). Quizás no iban a inventar nada (si acaso, reinventar), sin embargo la progresión ascendente respecto al nivel proyectado en sus cuatro primeros trabajos fue sorprendente, y por qué no decirlo, sencillamente apabullante. En el aspecto conceptual de su música y haciendo hincapié en la técnica (fundamental), decir que nunca llegaron a ser tan complejos como, por ejemplo, Spawn Of Possession (ambas bandas contaban con el absoluto respeto de un titán como Alex Webster), o los propios Necrophagist, pero tampoco les hizo falta dirigirse por semejantes derroteros, que por otra parte les hubieran obligado a replantear sus esquemas. Esto es lo importante. Nunca sacrificaron densidad sonora por la velocidad en sí misma, ni por unas cuantas notas más por segundo, siendo la cuestión rítmica una de sus más importantes bazas. Pero la experimentación no falta, cargada de brutalidad y como evidente evolución, en sus potentísimos trabajos “Nihility” (2002), “The Negation” (2004) y “Organic Hallucinosis” (2006). En este último, más alejado del concepto original (con diferencia, avanzando definitivamente hacia lo progresivo), el vocalista “Covan” sustituye a Sauron. Antes de continuar: si alguien ama el Death Metal y no tiene estos discos, sabiendo que existen… puede llegar a sentir que su colección “vive decapitada”. Horrible y desesperante sensación. La banda grabó su primer demo, “Cemeteral Gardens” en 1997, cuando apenas contaban con un año de rodaje. Pero es en el siguiente, titulado “The Eye Of Horus” (1998), donde se establecen las bases para lo que posteriormente sería su primer larga duración (el track list se aproxima al contenido en “Winds Of Creation”, aunque más escueto). Los temas de este trabajo previo, casi al completo, aparecieron en un Split denominado “Polish Assault” (2000), compartiendo soporte con otras tres bandas de su país: Yattering, Damnable, Lost Soul. Indudablemente, esto es una de las mejores promociones para una banda con proyección (para rematar la jugada, y justo después del debut que nos ocupa, se editaron las dos primeras maquetas, bajo el título “The First Damned”, añadiendo dos temas en directo). A estas alturas, con sus “armas” bien preparadas y su talento más primitivo plasmado, debió ser imposible no llamar la atención (si es que no lo habían conseguido antes) de un maestro en las artes de la música abrasiva y la escena de Polonia: Piotr Wiwczarek “Peter”. Y es indudable que puso toda la carne en el asador para que levantasen el vuelo (lo hubieran hecho tarde o temprano) proporcionado a la joven banda toda la ayuda posible en cuanto a equipo técnico, gráfico, etc. Es decir, el elenco profesional que utilizaba para sus propias producciones. Es imposible (en casi todo lo que resta de reseña) no hacer una analogía entre maestros y alumnos aventajados (nada nuevo), respecto a las influencias de la banda, aspectos de su carrera y su disco debut: Decir que Decapitated tenían a Vader (principalmente) como ejemplo a seguir, sería lo más lógico del mundo. A esas alturas (1999), la banda de Piotr, estaba prácticamente posicionada como número uno a nivel europeo, como mínimo, y su aura a nivel internacional era impenetrable. Los creadores de “De Profundis” estaban considerados (a nivel “mainstream”) por encima de leyendas en activo, como Unleashed, unos consolidadísimos Vomitory, o sus propios compatriotas Behemoth (que buscaban sin parar la fórmula mágica del éxito), así como poco tenían que ver con Hypocrisy o Fleshcrawl, cuya estela viajaba por paralelas vías, sin la necesidad de chocar. Vader fueron un reflejo inevitable (sobre todo para la mayoría de las bandas polacas, pero también de Europa), la madre que indica a sus vástagos el camino a seguir, una meta de respeto, para nada carente de sana pero impasible rivalidad, por parte de los jugadores. “Howard-mente” hablando, podría decirse que “en el metal, la rivalidad escénica es una las leyes fundamentales, aunque en ocasiones no se emplee para destronar al Rey sino para ocupar remotos baluartes desde donde hacerse más fuerte, sin ofrecer demasiadas pistas al oponente. Y así de repente, poder rebanar su cuello del mismo modo que un hacha de guerra amputa las cabezas de los enemigos. Pero a veces, el peligroso y joven adversario se confía, o simplemente no espera los siniestros desenlaces que puede adquirir el cariz de la batalla, bien por inexperiencia... o por algo mucho peor, la mala suerte. El enemigo más inesperado, que cae despiadadamente, de forma inevitable y en forma de monstruosa criatura, apagando los destellos de luz cual oscuro manto de la noche de los tiempos”. ¿Puede truncarse el destino? Un desgraciado hecho destrozó su imparable ascensión, años después. Con cuatro trabajos a sus espaldas (de puro Death Metal técnico, sin fisuras), la banda tuvo que disolverse, inevitablemente. Los chicos de Decapitated tuvieron que sufrir la muerte de un compañero, el baterista Witold Kieltyka “Vitek”, músico de capacidades absolutamente increíbles que, dada su juventud (grabó “Winds Of Creation” con tal solo 16 años) y añadiendo la técnica que poseía (sumada a una gran capacidad musical), podría hacer hacía sonrojar a cualquier fenómeno de las baquetas, o por lo menos, meterle el más puro respeto en el cuerpo. De hecho, por su trágica pérdida en 2007, provocada por un accidente en la carretera, no pudieron llegar a consumar esa gloria mencionada al principio, llegando simplemente a rozarla y parando de golpe su imparable ascensión. En realidad, el destino amparaba esta triste realidad, pero un buen sueño, real como la vida misma, es uno de los mejores regalos que el ser humano puede vivir, y vaya si lo vivieron. Gozaron de una credibilidad a prueba de bomba, si bien es cierto que en los últimos tiempos (2007), con un disco más experimental y tras haber cambiado de bajista, su dirección musical tomaba derroteros insospechados, de evolución extrema. “Serio, muy serio, el asunto”… debió pensar el buen Piotr para implicarse en la producción de estos “elementos”. Además, dicha producción es sencillamente perfecta, aportando un sonido ciertamente distinto de lo habitual en sus propios trabajos. Sabia y respetuosa decisión... de lo contrario, la banda podría haber pasado por un clon (sin serlo), de forma injusta. El disco fue grabado y mezclado en abril de 1999 (Selani Studio, donde Vader ya tenía cierta experiencia). Andy Bomba, que ya había registrado el EP “Kingdom”, estuvo tras los controles. Los panoramas, niveles, la densidad emitida por esta música, sumada a una bien compensada ecualización (sin llegar a sobresaturarse como otras producciones de corte similar) y una masterización envidiable a cargo de Bartlomiej Zuźniak (Studio 333), ponen en evidencia que aquí no tienen cabida bromas de tipo alguno, pues este trabajo compite con (casi) cualquiera emitido hasta la fecha, superando a muchísimos lanzamientos, en todos los aspectos. Solo hay que poner cualquier disco de Vader (pre 2000) al lado de “Winds Of Creation” y comparar su sonido global. Claro, para eso, además de buen olfato, hay que tener destreza en los controles. Pero sobre todo, saber qué es lo se busca, cómo extraerlo (de estos músicos obtuvo un rendimiento fantástico, además tenían el repertorio ultra machacado), proporcionar un sonido potente sin desvirtuarlo (que refleje el salvajismo de la propuesta, pero sobre todo, su pulcritud milimétrica) y mezclar como si fuera para ti mismo pero sabiendo que no eres tú el artista… a no ser que además pienses que precisamente, por no ser para ti, todavía puedas hacerlo mejor. Incluso centrarte con menos presión, potenciando, y sobre todo diferenciando. Y Peter se superó a sí mismo. Entre él y Andy Bomba, lo consiguieron. Meses después de esta situación, Vader registraban “Litany”, posiblemente sabiendo con “qué” iban a medirse en su propia casa, a pesar de que su consagración fuese un salvoconducto infalible. Este lanzamiento, con la producción más brutal de Vader hasta la fecha, cuenta con graves abrasivos y un incremento del volumen, respecto a sus anteriores trabajos y el debut que nos atañe (el instinto de supervivencia, mostrar los dientes, es algo lícito y natural). También masterizado en 333 Studio, se adelantó dos semanas a la salida del propio “Winds Of Creation”, ambos editados en mayo de 2000. Y si tengo que decantarme por uno de los dos, teniendo en cuenta que me gustan ambas bandas pero que ninguna de ellas forma parte de mi Top 5 particular (aunque lo rozan), no tengo dudas en mojarme subjetivísimamente al respecto, afirmando que el debut de Decapitated puede ganar por goleada, por un simple motivo: savia nueva con talento desbordante y tremenda lucidez, ante el trono de la vieja guardia que de alguna forma acusaba repetición de esquemas, por mucho nivel que se gastasen. En este caso, Peter participó hasta el cuello de las mieles del éxito mediante el debut de sus vástagos. Eso es lo más inteligente en una batalla. Jugada doble. Un 10 para él, que además los llevó como teloneros en parte de su gira de 2001. El “enemigo”, cuanto más cerca, mejor. Y si resulta que es tu amigo… mejor buen rollo imposible. El Artwork de “Vientos de la creación” es obra de Jacek Wiśniewski (“Kingdom”, “Back To The Blind”, el citado “Litany” y “perlas” similares), mostrando un paraje primigenio, dantesco y desolador por el que vaga un retazo de ser humano probablemente ciego y completamente calcinado, en el más absoluto desamparo y sin percatarse de la nueva (y cercana) trampa en la que está a punto de caer: un lago sangriento e incandescente, desde cuyas profundidades surgen terribles criaturas cuyas cabezas muestran un híbrido entre planta carnívora y dragón, estando sus cuerpos formados por siniestros remolinos que provienen de la profundidad más abismal. “Vivir” la muerte en semejante purgatorio, mediante una buena forma de mezclar todos los elementos bajo un prisma agonizante y absolutamente desesperanzador: tierra (volcánica), aire (irrespirablemente mortal), fuego (devorador de carne, hueso y almas) y agua (sangre, hirviente como la lava). El “Origen”, desde la desesperación más absoluta. Toda una declaración de principios, y muy buena presentación. Un auténtico infierno, a través del cual, el alma del “primer maldito” viajará eternamente, azotado por los “vientos de la creación”. El propio condenado (principal protagonista) está tan bien ubicado a nivel gráfico, que con su absoluta sencillez puede hasta pasar desapercibido, pero cuando lo encontramos… consigue transmitir un gran efecto, haciendo que el resto del terrible cuadro pueda quedarse en mera anécdota. ¿Alguien se atreve a ponerse en su lugar, por un instante, ante semejante desasosiego? Y es que no hay música como el Death Metal para transmitir el sufrimiento y la agonía (reales como la vida misma), aunque sea con la mínima expresión o con emulaciones pictóricas que mediante el caos y metafóricamente (dada la entera libertad y enorme creatividad de los diseñadores gráficos) pueden aplicarse a cualquier otro concepto de dolor, agonía y sufrimiento. Pensar que este trabajo es un simple sucedáneo de Vader, Suffocation… y quedarse con esa sensación… sería un error imperdonable. Tal vez “Winds Of Creation” muestre los parámetros del metal polaco (en principio), respecto a su capacidad de abrasar hasta la médula del oyente, así como pueden intuirse ciertas (inevitables) influencias de las bestias americanas (sobre todo en el trabajo de la batería). También sería justo decir que es una especie de “De profundis” actualizado, pero mucho más amenazador. A la vez mantiene su propio rol, definido por un fuerte carácter que sería la simiente definitiva para su progresión lógica como banda y respecto al metal más técnico que desarrollarían a partir de aquí. Sin llegar a términos “Brutal Death”, consigue plasmar una música enrevesada y bestial que no pierde un ápice de personalidad (ejecutada, aparentemente, con una abrumadora facilidad). Pero sobre todo (bis) no traspasa demasiado los límites impuestos por las barreras sónicas y conceptuales del “hermano mayor” del género, a pesar de rozarlos, incluso recrearse momentáneamente en ellos. Decapitated avanzaron hacia un Death Metal de trazas progresivas. Su directo, teniendo en cuenta que disponían de una única guitarra, era espectacular. Solo con escuchar el comienzo del primer tema, “Winds Of Creation”, la “antena parabólica” del instinto nos pone en estado de máxima alerta, como un imán, dirigiéndose hacia la destructiva fuente sonora. El plato Ride brilla, ejecutado firme pulso y gran soltura. La voz es casi gutural, y la base rítmica apabullante, como un muro de acero, imposible de traspasar. La combinación de partes complejas con otras más sobrias y definidas, proporciona una ligera idea de qué vamos a encontrarnos en el resto del disco (respecto a sus estructuras). Marcados y serpenteantes riffs de entrada, afiladísimas y agresivas partes de estrofa y numerosos cambios, así como platillazos que sugieren relampagueantes látigos y sin interrumpir la base ni lo más mínimo. Aunque las sorpresas van apareciendo como si nada, sobre la marcha, en este corte que trata sobre el caos de la creación y la tiranía del mundo: “Human rights crushed in the fingers of the might, long centuries the sleep of mother earth”. Tras el primer cañonazo, llega “Blessed”, tema en con partes en onda "Vader", que gracias a la voz suena a otra cosa completamente distinta. Eso sí, las filigranas vuelan por doquier, mediante frases de precisión quirúrgica que hilvanan el espectro entre las estructuras del tema. Si algo caracterizó a los primeros Decapitated, fue esta actitud imparable, imposible de obviar. La caja de Vitek, con un armónico muy característico, es precisa y nerviosa a la vez. Los solos de guitarra imprimen dibujos circulares mediante el recurso del desplazamiento rítmico, que impregnaría sus tres siguientes trabajos. “The First Damned” entra como un bazooka binario-atresillado, pasando enseguida a sugerir auras de los creadores de “Reign In Blood” (es casi imposible escapar de esto), en el riff que precede a la primera estrofa, y sobre el cual se desarrolla la misma. En el fragmento 2:48, lanzan uno de esos atisbos de genialidad, muy similar a un lick de Jazz fusión, típico en los recursos de improvisación, pero que con la distorsión adquiere tintes progresivos, puntuales por el momento. La forma de encajarlo sobre la batería es tan aparentemente sencilla como genial. Un breve puente vocal (con el mismo riff) da paso a un mini solo incisivo y preciso, con algunos picos de elasticidad, como si Kerry King o el mismo Piotr estuviesen tirando de palanca, pero llegando hasta el infierno, con el resultado de que parece estar chillando algún pequeño demonio. “Way to Salvation”, nueva andanada blast, sugiere ecos de Vomitory en la estrofa, mediante esa forma arrastrada de presentar los riffs. El trabajo de Martin en el bajo eléctrico se ve realzado mediante un timbre bien conseguido, un tono potente que rellena la música de forma coherente, algo que por desgracia, falla en algunas producciones. El haber afilado las guitarras para este disco (mediante acertados cortes de graves), permite al bajo mantener su porción en el pastel, sonando a lo que es, y (a mi juicio) debe ser en este instrumento. De nuevo, fenomenal trabajo de Vitek, que mantiene una potentísima pegada en los redobles, pasando a realizar el ritmo de nuevo como si nada. Riffs melódicos y continuados, sin huecos ni respiro posible, para dar paso a un cambio más pesado sobre el que se desarrolla el solo de guitarra, de diferentes estados de ánimo y bañado en apropiadas dosis de reverberación, cerrando pronto el tema sobre este ritmo, a golpe de frases vocales cadavéricas y un “fade out”. Difícil saber qué dice esta letra, sobre todo teniendo en cuenta que no viene en el libreto original. “The Eye Of Horus” es una de las joyas de la corona, con un riff de corte egipcio basado en la Frigia Mayor (sonoridad ineludible de los heavy-thrasher-deathers, absolutamente necesaria en el Metal). Una especie de alusión al riff de “Dark Age” pero mucho más explicito y exótico. El ojo que todo lo ve, tema de indudable crítica al sistema, camuflada en metafóricas letras sobre la antigüedad. El riff inicial se presenta en dos partes, la primera con blast a tope, la segunda con doble bombo sin cambiar el tempo pero causando el efecto contrario, espaciando la caja. El tema goza de una densidad constante, y en el diferente riff post-estrofa suenan absolutamente compactos, lanzando cortes precisos, como cuchillos que se clavan de forma simultánea. Esta vez mezclan un solo de guitarra principal, de efecto lejano, con otro más bajo (como un contrapunto caótico), generando un efecto diferente a lo planteado hasta ahora. “Human Dust” comienza apabullando, con un entramado riff obsesivo doblado por bajo y guitarras, manejando una seguridad y un nivel de control, cuanto menos, llamativo. Es en temas como este donde se intuye la dirección precisa e inevitable, la proyección total y sin disfraces, que los jóvenes polacos apuntaban. Los solos de guitara son melódicos, desplegando diferentes técnicas. De nuevo, ese sonido de caja con un armónico definido, parece predominar el track, que vuelve a cosechar esencias Slayer/Vader, muy bien aderezadas con su propio licor. Buen trabajo de Vogg, con un gran resultado. Se nota que el guitarrista tiene un planteamiento previo (y maduro) a la hora de ir construyendo ciertos solos, algo que en siguientes entregas mejoraría como el buen vino. La batería abre “Nine Steps”, track 7 de esta obra. Redobles de timbales en conjugación con el bombo, en grupetos de 8 notas por pulso, con la suficiente humanidad para no resultar robótico. Blast veloces y riffs de la escuela Peter. En 0:59, un cambio brutal hace girar el tema 360 grados, mientras el estribillo es desgranado por la garganta cavernosa de Sauron, doblándose con unos coros más blackers. El tema trata sobre guerreros nórdicos y sus dioses, con Thor a la cabeza, de la venganza y el “no olvido” de tiempos pasados. “Nueve pasos hacia la victoria de la noche, nueve pasos para el regreso del caos, nueve pasos para la eterna oscuridad, nueve pasos para la muerte”. Las voces de guerreros cantan al unísono: “Pero sus nombres nunca serán olvidados, el recuerdo de estos siglos no pasará, la sangre de (¿los de?) Thor aún fluye en los ríos del norte, el martillo de Thor derramó de nuevo la sangre fresca”. El tema contiene interesantes riffs melódicos, como el que precede al solo, con evidente influencia de la sonoridad mediterránea y balcánica. A su vez porta un solo de guitarra alternando los canales, a modo de preguntas y respuestas, en un claro homenaje neoclásico en tonalidad menor convencional, bastante bien ejecutado. “Dance Macabre” (casi, casi, como el título de Celtic Frost), podría ser el “Outro” perfecto para este trabajo, cuya principal melodía pivota sobre la quinta, de forma descendente y ascendente, pasando a repetirse en otros tonos pero siempre con variantes. Un sencillo pasaje de teclados, ambientado de forma tétrica mediante el típico recurso de los compositores de bandas sonoras de misterio: acordes menores a distancias “inesperadas” (para el oyente que no discierne este tipo de frikadas), que lejos de despedir el disco, nos anticipan la última sorpresa: “Mandatory Suicide”. Si bien hasta aquí, Decapitaded rendían tributo a los Reyes, toca el turno de hacerlo para los Dioses, que no es lo mismo. El cierre del trabajo con esta particular versión, donde la voz es mucho más oscura y de ultratumba, es muy loable… de la misma forma que es de agradecer que Araya no copiase a Halford (ppffff) en “Dissident Aggressor”. Ser uno mismo es lo mejor, aunque pierdas, porque (solo) a veces “ganas”. La instrumentación respeta en gran medida la versión original, si bien el tema mantiene el sonido de la banda. Salvo la oscura voz y su forma de emitirse, el tema es casi un calco del original, con la base rítmica muy presente y un poco más de velocidad. La última estrofa y su correspondiente estribillo, flotan sobre el doble bombo de un cauto y comedido Vitek, hasta el final del tema, donde el mítico recitado se realiza también de forma más oscura, casi robótica, dando carpetazo al disco. La reunión de Decapitated, hace unos años, y la puesta en escena de su disco “Carnival Is Forever” (2011), les hace rozar la primera línea de fuego, mediante una buena promoción (NB), pero muestra a una banda bien diferente, en su Line Up y en los planteamientos musicales. Algo tan lógico como desconcertante. No puede temblar el pulso para otorgar cinco cuernos a “Winds Of Creation”, por lo que significa (y, en este caso, a pesar de que ellos mismos se superaron fácilmente). La herencia de “De Profundis”, al que se "merendaron vivo", y dicho con todos los respetos. Metal de primera categoría para abrir el nuevo siglo, el milenio, realizado por alumnos que superaron a sus maestros (aunque esto repone las pilas a cualquiera), sin complejos de tipo alguno. Músicos espontáneos, certeros y con un sentido de la orientación fuera de lo corriente, que aquí plantaron la verdadera semilla de la banda, su obra maestra esencial. Solo ver la contraportada de la edición original y comprobar su juventud, produce una sensación de respeto inevitable, pues alguno parece tener edad para estar todavía jugando, no ya a la PlayStation, sino a los Playmovil. Una esencia de talento, precocidad y fuerza atrapada en forma de CD, que nunca se vio relegada al olvido desde que se grabó, hasta la desgraciadamente truncada gloria. Y si habéis tenido el valor absolutamente masoquista de llegar hasta esta parte del soliloquio mega friki, aclarar una última cosa: por supuesto, todas las impresiones han sido producto de mi imaginación, me lo he inventado todo… mejor no creer nada de lo que os cuenten. No hay como zamparse todos los discos anteriormente citados para extraer conclusiones propias. Y si ya son viejos conocidos, mejor que mejor. A Vitek. SatanRebVoDKa
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 01:23:20 +0000

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